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En 1884 las leyes laicas entraron en furor cuando se instauró la definitiva secularización legal que el gobierno había alcanzado, anexando a la ley de cementerios el matrimonio civil y registro civil. Finalmente bajo la presidencia de '''José Manuel Balmaceda''', el nuevo Arzobispo '''Mariano Casanova''', logra un conciliacion con el Estado, y se procedió a reabrir el camposanto conforme a la ley en 1990.
Durante el tiempo que se encontraba clausurado el cementerio el arquitecto '''Paul Lathoud''' se dedicó a la proyección y construcción de sus instalaciones, basado en una ideología religiosa católica y romana, adoptando la visión de la muerte y su resurrección a través de los patios de su obra. El arquitecto usó como referencia el '''Cementerio Monumental de Staglieno en Génova''', organizando su obra en base a la estructura monacal, estableciendo a la Iglesia como eje y elemento articulador, en sus alrededores se ramifican construcciones tipo monasterio, en base a patios y claustros, distribuidos simétricamente, estos albergarán las capillas familiares o los nichos individuales. Su arquitectura corresponde principalmente al estilo neoclásico, caracterizada por su mesura, proporción, grandeza y austeridad.
Luego de la administración del presbítero '''Ildefonso Saavedra''' se nombró al presbítero '''Ignacio Zuazagoitía''' para su reemplazo, quien perduró en su cargo desde 1890 hasta 1909, siendo esta la última administración realizada por miembros del clero antes de ser traspasada a personajes laicos, durante este periodo el cementerio logró consolidar su carácter y aspecto noble, en la sencillez de sus líneas de las capillas y corredores, bajo una misma tipología se procuró que sus obras se realizarán de forma sobria y sin ostentaciones.