Barrio Lastarria / Bellas Artes
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Descripción General
Contenidos de la Ruta
Historia del Barrio
Época y/o horario adecuado
Se puede ir en cualquier época del año pues es un espacio público, abierto, sin restricción horaria. Los locales suelen abrir desde las 10, sin embargo recomendamos visitar entre martes y domingo durante las tardes, para asegurarse que se encuentre todo abierto (ya que los lunes cierran los museos). Los fines de semana suele llenarse de gente, así que si te gusta pasear en calma y tranquilidad, mejor un día de semana.
Acceso
En vehículo propio
No recomendamos transitar en auto en vista de lo pequeño que es el sector, y la dificultad para encontrar estacionamientos disponibles.
En bicicleta
En el sector hay ciclovías y cicleteros. De todas formas, recomendamos usar protección anti-holocausto nuclear.
En transporte público y autostop
Considerando que la ruta parte en el Centro Cultural Gabriela Mistral, se sugiere utilizar el metro. Su estación contigua (Universidad Católica) es parte de la Línea 1, y cuenta con acceso/salida que da directamente hacia el lugar. Es de lejos la mejor opción para la mayoría de los casos.
Descripción de la ruta
Estación 1: Centro Cultural Gabriela Mistral / GAM
Pese a su reciente data, el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) es tal vez espacio más icónico de Santiago en su tipo. Se focaliza en entregar acceso a la cultura, la formación de audiencias y encuentro entre personas. Cuenta con 22 mil m2 con 10 salas para presentación y ensayos de artes escénicas y musicales, además de dos salas de artes visuales, un estudio de grabación y biblioteca con salas abiertas para estudiar. El primer piso está abierto a la ciudadanía, y conforma plazas de uso libre que permiten el tránsito fluido, la instalación de ferias y la permanente presencia de adolescentes con ínfulas de Tony Manero.
Este edificio es tremendamente simbólico por su rol en la historia reciente de Chile. Se construyó a matacaballos para acoger la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas de 1972, UNCTAD III. Antes se había evaluado, entro otros lugares, techar la cúpula del Parque O'Higgins (hoy Movistar Arena), por entonces inconclusa y sede extraoficial de ratones y arañas.
Fue proyectado por los arquitectos José Covacevic, Hugo Gaggero, José Medina, Juan Echenique y Sergio González Espinoza. En los dos pisos superiores de la torre, Allende pidió expresamente que se le construyera un departamento habitacional, pues él nunca dormía dos noches seguidas en el mismo lugar.
El edificio fue construido en partes iguales por voluntarios y por obreros contratados. Era considerado un hito latinoamericano de modernidad arquitectónica y utopía constructivista. Ante el ritmo demoledor y la renuncia los jefes de obra, los arquitectos terminaron metidos en la construcción misma, casi como capataces. Para los tijerales, Allende ofreció poner el vino con tal que la empresa constructora pusiera la carne, cuatro parrillas con un animal completo en cada una. Para desconcierto de los obreros, se les puso como condición que asistieran con sus esposas, una exigencia muy inesperada para una fiesta que la tradición mandaba que acabara en borrachera. La Alameda fue cerrada para dar paso a este mega-asado de 3500 asistentes.
En medio de la construcción visitó un inspector de Naciones Unidas y dijo que no estaría a tiempo "ni llorando", de acuerdo al recuerdo de Gaggero. Pero se logró. Fue construido en un tiempo récord de 275 días. Una vez que el encuentro terminó, el edificio pasó a manos del Ministerio de Educación bajo el nombre de Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral y funcionó como espacio de encuentro ciudadano.
¿Que debiéramos describir el resultado del UNCTAD? Naaaaah, no vale la pena, nunca podríamos superar esta zorrastástica reconstrucción inmersiva en 3D
A tres meses del Golpe Militar, debido a las deplorables condiciones en las que quedó La Moneda tras el bombardeo, el edificio se transformó en la nueva sede de gobierno. No solo era simbólico el cambio de uso: fue renombrado como Edificio Diego Portales, en honor al superministro de la década de 1830, la máxima expresión del orden y el imperio de la ley. Desde luego, fue clausurado al público. Se enrejó el perímetro y las obras de arte fueron retiradas (y en algunos casos destruidas). Pinochet pasó a ocupar el departamento de los dos pisos superiores.
En 1981 Pinochet se desplazó a La Moneda restaurada, pero el almirante José Toribio Merino siguió ocupando el Diego Portales como sede del poder legislativo. Fue a la salida de este edificio donde ofreció a los periodistas buena parte de sus incendiarias declaraciones, tales como que los bolivianos eran "auquénidos metamorfoseados que aprendieron a hablar, pero no a pensar". Luego, en 1988, se anunció aquí la decisión de la ciudadanía de volver a la democracia tras el plebiscito.
En democracia, el edificio mutó a centro de eventos y convenciones, y la torre se transformó en sede del Ministerio de Defensa. Cuando Michelle Bachelet asumió como ministra de defensa durante el gobierno de Ricardo Lagos, no tenía idea de que contaba hasta con una cama, la misma que empleara el responsable último de las torturas que ella había sufrido en Villa Grimaldi.
En 2006, el periodo de centro de convenciones llegó a su fin. Un incendio destruyó gran parte del edificio:
Fue la destrucción la que impulsó la idea de retrotraer el inmueble a su sentido original y devolverlo a la ciudadanía como centro cultural.
Es habitual que en el gran patio central haya exposiciones y actividades. Es también muy interesante observar a los energéticos grupos de coreografías. Tanto en el extremo oriente como en el flanco norte y en la plazoleta ubicada a menor altura, en la tardes se congrega un gran número de jóvenes a practicar sus pasos de baile. Es un fenómeno de data muy reciente, pero muy bien asentado. También es posible observar en ocasiones a grupos que imitan caballeros Jedi, con sables láser ficticios.
Actualmente está en curso la construcción de la segunda etapa del proyecto, que cuenta con un teatro con capacidad para 2 mil personas.
En qué fijarse :
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- Para más información, revisar la página oficial.
Estación 2: Parroquia de la Veracruz
A comienzos del siglo XIX, en el “Callejón de Mesías”, actual calle Lastarria, se encontraba la casa de adobe y tejas de la familia Barril, originaria de Valdivia. Es quizás por esta razón, que surge la idea popular que aquella casa perteneció a Pedro de Valdivia, siendo nombrada “Palacio de Pedro de Valdivia”
En 1847 llega a Chile el encargado de negocios de España, don Salvador de Tavira, con el fin de estrechar lazos de amistad entre Chile y España. Es con esta finalidad que implementó el proyecto de dignificar el recuerdo de Pedro de Valdivia donde se suponía -erradamente- habría estado edificada la residencia del conquistador. Este proyecto fue apoyado por el Arzobispo Valdivieso, quien propuso la edificación de un templo en homenaje al español.
En 1852 inicia la construcción de dicho templo, según los planos y bajo la dirección del arquitecto Claude Brunet de Baines. Tras la muerte de Brunet de Baines, Fermín Vivaceta retoma la obra en 1855, y esta es inaugurada en 1857.
¿Sabías que? : Fue bautizada con el nombre de La Veracruz, en recuerdo a la llegada del cristianismo al continente, ya que el primer altar en América fue levantado un Viernes Santo, día en el que se rinde culto al Madero Santo de la Cruz. |
Es un pequeño templo, que posee una nave techada a dos aguas, con una fachada donde prima la verticalidad, y donde destacan dos columnas dóricas que enmarcan el vano de ingreso, con un gran arco abovedado sobre ellas, y un frontón triangular que la remata.
Entre las imágenes que posee la iglesia en su interior, destaca en particular un Cristo donado por el rey de España a la orden de los Mercedarios en el siglo XVI, ubicado en el altar principal. Al costado izquierdo de éste, se encuentra una imagen de la Virgen del Carmen.
Fue declarada Monumento Histórico en 1983.
Horario:
- Lunes: 08:00hrs
- Martes a Viernes: 12:30hrs
- Sábado: 12:00 y 19:00hrs
- Domingo: 11:00 y 12:00hrs
Estación 3: Casa Taller Kulczewski
Esta construcción, también conocida como la Casa de los Torreones, se encuentra ubicada en calle Estados Unidos Nº210, y fue diseñada y habitada por el destacado arquitecto chileno Luciano Kulczewski alrededor de los años ‘30.
Es un pequeño castillo de tres niveles, en el cual el arquitecto habitó junto a su familia. Está levantado sobre un terreno con forma de triángulo, y resalta por una fachada de piedra y un torreón. De estilo ecléctico, posee elementos góticos, art noveau y art déco.
Estación 4: Edificio Los Elefantes
Este particular edificio se encuentra ubicado junto a la famosa Casa de los Torreones de Luciano Kulzcewski, y destaca por poseer un mural de frisos con paquidermos, obra de Luis Meléndez Ortiz, destacado muralista, decorador y escritor nacional.
Diseñado por el arquitecto León Prieto Casanova, fue construido hacia mediados del siglo pasado (se estima que alrededor de los años ‘40), y posee una ubicación privilegiada, a cómoda distancia del Parque Forestal y de calle Lastarria.
En su estilo ecléctico, se pueden reconocer detalles bauhaus y art decó, tanto por la geometría, como por la forma de sus balcones y la linealidad de su fachada. Su entrada principal, elemento que más destaca, posee un estilo monumental europeo con reminiscencias neoclasicistas, con sus escalas de mármol y tres enormes columnas dóricas que sostienen sus seis pisos.
Estas columnas que asemejan patas de elefantes fueron la razón por la cual se encargó a Meléndez este mural de relieve, que se extiende por cuatro metros de largo. En él se pueden apreciar cinco enormes elefantes, con largas y grandes patas entre troncos de árboles, lo que genera relación con las columnas.
Estación 5: Palacio Bruna
En 1916, el empresario y millonario salitrero, don Augusto Bruna Valenzuela, encargó la construcción de un palacete al arquitecto Julio Bertrand Vidal, destacado y joven arquitecto, por su refinamiento y elegancia. Lamentablemente, Bertrand murió de tuberculosis antes de terminar la construcción, por lo que Pedro Prado, queda a cargo.
¿Sabías que? : Tanto Bertrand como Prado fueron formadores del Grupo de los Diez, una importante agrupación intelectual y artística formada a principios del siglo XX, siendo la primera de este tipo en nuestro país. |
Tan majestuosa era su construcción, que el periodista Alone lo describió en 1917, antes de terminarse, como “un palacio de majestuosidad alegre, luminoso y con un caracter liviano, dados sus frisos de muchachos gordinflones. Desde su terraza, podía contemplarse una puesta de sol que podría consolarnos de todas las tristezas del invierno”
En 1921 la obra es finalizada, sin embargo la familia Bruna no pudo habitarla, al coincidir con la crisis del salitre y la quiebra de la empresa familiar, por lo que el palacio es puesto en venta en 1921. En 1939 el inmueble fue adquirido por la Embajada de Estados Unidos para la residencia de su embajador, Claude Bowers, quien la habitó durante 14 años -el periodo más largo de permanencia de un representante estadounidense en chile-, por lo que también fue conocida como la “Casa Bowers”.
Funcionó como residencia para embajadores hasta 1962, y luego como como consulado hasta 1994. En 1995, la Cámara Nacional de Comercio adquirió el edificio para transformarlo en su sede, y en 1996, fue restaurado por el arquitecto Luis Alberto Darraidou, quien adecuó las dependencias para su función, y mejoró la condición del inmueble.
Posee fuertes influencias del Renacimiento Italiano. De sus tres niveles, el segundo ofrece una serie de terrazas con vistas hacia el barrio, y entre el segundo y el tercero destaca un friso decorado que recorre todos los volúmenes.
Estación 6: Plaza Mulato Gil de Castro / Museo de Artes Visuales
- Plaza Mulato Gil de Castro
Ubicada en el corazón del barrio, esta plaza debe su nombre al pintor limeño José Gil De Castro, importante retratista que llegó a Chile alrededor del 1800, y quien se instaló en el barrio con su taller de pintura y residencia.
Esta plaza se constituyó como foco cultural, desde inicios de los años ‘80, a partir de un terreno y una casa deshabitados, los cuales fueron remodelados y acondicionados por los arquitectos Ignacio Cruz y Walter Biggeman. En este lugar surge el Laboratorio de Restauración y Conservación de Arte Ramón Campos Larenas, en torno al cual se desarrollan galerías de arte, librerías, tiendas de artesanía y cafés, otorgándole nueva vida al barrio Lastarria.
Desde ese entonces, múltiples actividades culturales, artísticas, literarias y musicales se han desarrollado en la plaza. En 1994, los creadores de la plaza, Manuel Santa Cruz López y Hugo Yaconi Merino, constituyen la Fundación Cultural Plaza Mulato Gil de Castro, con el fin de dar cobijo institucional a las propuestas culturales que se venían desarrollando en torno al espacio.
Este lugar se encuentra el Museo de Artes Visuales, el Museo Arqueológico de Santiago, un café, dos restaurantes y algunas oficinas.
- Museo de Artes Visuales / MAVI
El Museo de Artes Visuales, Colección Santa Cruz - Yaconi, fue inaugurado el 11 de abril de 2001 como un hito en el país, ya que es el primer recinto especial en el país que abre una colección privada de arte contemporáneo al público, con más de 1500 obras representativas de la actividad plástica chilena desde los años ‘60 en adelante, contando con pintura, escultura, obras gráficas y otros. Es un espacio independiente, con gran prestigio dentro del medio del arte contemporáneo nacional e internacional, presentando anualmente una diversa programación, junto a programas de educación y extensión que buscan mediar entre la comunidad y el arte contemporáneo.
Posee seis salas de exposición de arte contemporáneo, además de incluir la sala MAS (Museo Arqueológico de Santiago), cuya muestra permanente busca generar diálogo entre el arte actual, y piezas arqueológicas del país, recepción, tienda, servicios y espacios de extensión.
Horario:
- Martes a Domingo, 10:30 a 18:30hrs
Entrada:
- General $1000
- Niños $500
- Estudiantes: Entrada Liberada
- (Domingos entrada liberada)
Estación 7: Cerro Santa Lucía
Historia del Cerro Santa Lucía
Este es uno de los espacios públicos más notables de Santiago. De fácil acceso y en pleno centro de la ciudad, ofrece vistas panorámicas a sus barrios aledaños, gracias a sus casi 70 metros de altura.
Antes del arribo de los europeos el Huelén era un lugar sagrado donde los indígenas del valle del Mapocho practicaban sacrificios. Pedro de Valdivia lo renombró en honor a Santa Lucía de Siracusa (Sicilia) porque llegaron un 13 de diciembre, día en el que la santa padeció el martirio durante la persecución de Diocleciano. De acuerdo con la tradición cristiana los guardias no pudieron moverla, ni siquiera cuando la ataron a una yunta de bueyes. Luego amontonaron fardos de leña y les prendieron fuego, pero no ardieron, de modo que le clavaron una espada en la garganta.
En esa colina establecieron los conquistadores españoles sus primeras ermitas: la de la Virgen del Socorro, de Santa Lucía, y de San Saturnino.
El 11 de septiembre de 1541, a siete meses de la fundación, las huestes de Michimalonco destruyeron lo poco que había alcanzado a levantarse. Los colonos se pasaron dos años arrimados al fuerte del Santa Lucía a punta de “sabandijas u otras comidas muy ruines”. Consolaban el buche con ratas, insectos, hierbas silvestres y lo que pillaran. O robándoles provisiones a los indígenas en sus refugios andinos. Con un poco de suerte lograban cazar guanacos, a los que llamaban “carneros de la tierra”. De ropa europea solo quedaban harapos. Acabado el papel las actas cabildo se estamparon en tiras de cuero que acabaron en el estómago de los perros.
¿Sabías que? : Que el Cerro Santa Lucía fuera llamado "Huelén" por los nativos no está registrado en fuentes históricas. Es un mito que remonta a las lenguas populares. Una de las leyendas urbanas señala que por años uno de los cuidadores del cerro era de apellido Huelen (y no Huelén) y se decía que se iría de paseo al cerro “de Huelen” |
Durante la colonia, era un paseo habitual de los hombres el encaramarse por la ladera sur del Santa Lucía para observar desde la altura a las mujeres de la Casa de Recogidas. En ese lugar eran recibidas desde 1723, mujeres arrepentidas por su mala vida, enviadas por la justicia por ser “mujeres públicas”, o por sus familiares y esposos para “corregir sus costumbres”
Durante la reconquista, Casimiro Marcó del Pont —último gobernador español en Chile— mandó a construir en el lugar dos fuertes para defender la ciudad de los ataques independentistas. No fueron utilizadas.
¿Sabías que? : Diego Barros Arana inmortalizó a Casimiro Marcó del Pont con la frase más memorable de los libros escolares de historia de Chile: “de escasa intelijencia, pusilánime i afeminado”. Tras ser nombrado gobernador, desembarcó en Chile con 23 baúles y 59 cajones. Luego recibió desde España un vistoso coche y otros artículos de lujo. |
Una de las laderas del cerro fue utilizado para la sepultura ilegal de disidentes, aquellas personas no bautizadas, o que no profesaran la religión católica, a quienes les estaba vedada su sepultación en cementerios oficiales (en otra ocasión no olvides visitar el Patio de los Disidentes).
En 1824 comenzó la tradición de disparar un cañonazo a las 12 del mediodía desde el Castillo Hidalgo, herencia de la costumbre colonial de llamar a la misa de las 12, coincidente con el repicar de las campanas. Se ejecutaba también para el año nuevo. En el año nuevo de 1916 el cañón estalló en mil pedazos y mató al artillero, un anciano experimentado que había anunciado el cambio de folio ya dos decenas de medianoches. Por esos años era detonado en conexión con una señal telegráfica emitida desde el Observatorio de la Quinta Normal.
En 1852 se estableció en el cerro el primer Observatorio Astronómico Nacional, a su vez uno de los primeros observatorios astronómicos de América, y uno de los más activos en el siglo XIX. ¡Claro que era un par de pinches casitas de madera!.
La mayor y más importante transformación de lo que hasta entonces era "una doliente aglomeración de rocas, albergue de la pereza y el crimen", fue llevada a cabo por Benjamín Vicuña Mackenna, Intendente de Santiago, a partir de 1872. Fue una renovación integral, en el marco de la “Transformación de Santiago”, 20 medidas propuestas por Vicuña Mackenna destinadas a mejorar la condición urbana. Un centenar de presidiarios auxiliados por obreros especializados llevaron a cabo las obras, que incluyeron 18.000 carretadas de tierra vegetal. Los cadáveres de los disidentes fueron trasladados el Cementerio General. Se incorporaron estanques, fuentes de agua, vegetación nativa, caminos, jardines, luminarias y miradores. Las baterías del pusilánime y afeminado de Marcó del Pontt fueron convertidas en terrazas y en el Castillo Hidalgo. Hubo que trasladar tumbas de protestantes sepultadas en la ladera oriental. También pasaron a mejor vida las casuchas de la vereda oriente de calle del Bretón (hoy calle Santa Lucía) asentadas a los pies del cerro.
Los dinamitazos de los trabajos produjeron vidrios rotos y molestas varias entre los vecinos. Mientras se tramitaban las acusaciones legales el impetuoso Vicuña Mackenna ordenó intensificar las detonaciones. A fin de que los vecinos se protegieran, un policía anunciaba cada una con tres cornetazos.
Para 1874, las obras estaban finalizadas. El gran peñasco sin vegetación y de escasa vinculación a la ciudad era ahora gran paseo público con riego artificial destinado a los habitantes “de bien” de la urbe. "Tardes exquisitas. Decididamente lo artificial tiene algo de bueno a veces", escribió el usualmente crítico Alberto Malsh. El parque resultante era conocido como "jardín aéreo".
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Y eso que el proyecto original de Vicuña Mackenna era aún más extravagante. Incorporaba cascadas, varios palacios, torres, entre otros.
En la terraza sur se instaló un teatro que funcionaba entre septiembre y marzo, con zarzuelas, operetas y "otros espectáculos ligeros". En 1895 se clausuró "hasta nueva orden" a causa de "desórdenes de consideración causados, en parte, por la inmoralidad de las canciones ejecutadas",
Muchas de las obras de este periodo fueron demolidas, trasladadas, o simplemente desaparecieron. Ejemplo de esto es el Acueducto Romano, inaugurado en 1874 en el sur-poniente, una imponente arquería de ladrillo, decorada con estatuas y jarrones europeos. Permitía que las aguas elevadas descendieran para alimentar las fuentes. En esa época, la entrada principal era por el poniente. No existía el acceso por Alameda.
No se sabe con certeza qué ocurrió con esta imponente construcción. Es de suponer que los terremotos debilitaron sus arcos y forzaron el retiro. Esto ocurrió con el Balcón Volado, otro elemento desaparecido del paseo, que permitía una vista majestuosa de la ciudad. Era, como su nombre sugiere, en voladizo, lo que lo hacía frágil ante posibles movimientos telúricos.
Al comienzo se cobraba 20 centavos por la entrada. Para las celebraciones del 18 de septiembre de 1873, El Ferrocarril consignaba con satisfacción que se habían recaudado más de dos mil pesos, con cuatro mil personas. "¡Y todavía dirán que el Santa Lucía no es un milagro y un negocio!". Celebraba también la recaudación del carrusel -4.123 niños a dos centavos por niño- pero lamentaba que algunos caballos habían quedado sin orejas, y otros sin cola. Celebraba, por último, la iluminación.
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En abril de 1879, a dos meses de que Bolivia le declarara la guerra a Chile, el teatro Chalet organizó una función en el Santa Lucía que anunciaba, como parte de la parrilla, la exhibición de un boliviano. O un cuico, como se les decía entonces. Era un simple minero que desconocía los motivos de la guerra, pero reforzaba el morbo y la curiosidad en torno a los estereotipos del nuevo enemigo.
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Ocho años después, el poeta Rubén Darío llegó a vivir a Santiago y llamó al Santa Lucía "una eminencia deliciosa llena de verdores".
Entre 1897 y 1903 se levantó un acceso monumental por la Alameda, diseñada por el arquitecto Víctor de Villaneuve en estilo neoclásico, muy propio de la época. En 1902, una vez demolido el cuartel de artillería, se inauguró la plaza Vicuña Mackenna y la estatua del célebre intendente. En 1910, tras demoler varios edificios, se inauguró el acceso norte, por calle Merced (ex Calle del Regente Viejo). A comienzos del siglo XX, la época que Joaquín Edwards Bello llamó "el tiempo gordinflón", el cerro acogía uno de los mejores restaurantes de la ciudad:
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Había también un teatro y una escuela donde se impartían cursos de perfeccionamiento para profesoras, a quienes, de acuerdo con la revista Zig-Zag, "se les anublaban las pupilas" y temblaban de emoción cuando el instructor hallaba meritorias sus clases. El cañonazo de las 12 ponía fin a tales emociones y señalaba que era la hora del almuerzo.
Hoy abundan los turistas y los cimarreros. En una ocasión, uno de estos últimos se desbarrancó y perdió la vida ensartado en una de las rejas de lanza de la ladera poniente del Santa Lucía. El escritor Luis Orrego Luco y el cineasta/escritor/hipnotizador Jorge Délano se contaron también entre los cimarreros. Para capear clases en el vecino Instituto Nacional, Délano y un compañero nieto de Vicuña Mackenna abrían la capilla donde descansan los restos mortales de su abuelo. El nieto se metía al confesionario con ropa de sacerdote, y en alguna ocasión un distraído le confesaba sus malandanzas.
¿Por qué se llama como se llama? : Victoria Subercaseaux, el nombre de la calle que flanquea el Cerro Santa Lucía por el oriente, homenajea a la esposa de Benjamín Vicuña Mackenna. Don Benjamín recibió de ella no solo nueve hijos, sino también sesiones de ultratumba: doña Victoria era médium. |
El recorrido por el cerro
Se sugiere comenzar en la piedra inscrita de la esquina sureste, visible desde la vereda de Alameda. No es visiblemente muy espectacular, pero ayuda a empaparse de la historia del lugar. Luce un fragmento a una de las cartas que Pedro de Valdivia envió al rey Carlos V de España, narrando sus aventuras en este fin de mundo. La piedra fue cincelada por Agustín Letelier y grabada por Héctor Román Latorre. En la carta, Valdivia insta al rey a enviar más súbditos a Chile, ya que “no hay mejor tierra en el mundo” gracias a su clima, su abundancia, sus minas de oro y enorme cantidad de ganado. Desde luego, en estas cartas había mucho de paparrucha. Valdivia necesitaba más gente justamente porque las condiciones eran extremadamente duras. Informó que esta tierra “parece la crió Dios a posta [adrede] para poderlo tener todo a la mano”. Añadía que “tiene cuatro meses de invierno, no más, que en ellos, si no es cuando hace cuarto la luna, que llueve un día o dos, todos los demás hacen tan lindos soles, que no hay para qué llegarse al fuego”. Siglos después se iba a escribir que la calefacción del Santiago antiguo “consistía en leer la carta de don Pedro de Valdivia, donde dice que en Chile nunca hace frío”.
En qué fijarse :
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Seguir el acceso principal de Alameda. De cara a la Alameda está el Mural de Gabriela Mistral. Fue iniciativa de la Municipalidad de Santiago en la década de los ‘70. Es una pintura mural sobre placas de cerámica, de 10 metros de largo por 3,5 metros de altura, obra del destacado muralista nacional Fernando Daza Osorio. Originalmente, iba a ser un mural dedicado al político argentino Domingo Faustino Sarmiento. Daza convenció al alcalde de dedicar la composición a la poetisa. El diseño combina elementos figurativos y alegóricos, mostrando a Gabriela en el centro con su característico perfil. Sostiene un libro en exaltación a su rol de profesora (parte de su rico currículum de educadora acaeció en el Liceo de Temuco donde estudiaba un joven Pablo Neruda, a quien le recomendó la lectura de autores rusos). Ante ella se agrupan niños desnudos, como esperando cobijo en la poetisa. En el extremo derecho del mural se encuentra una mujer con un niño de rasgos indígenas, y un paisaje rocoso que según algunas interpretaciones representa la Madre Tierra de América Latina. A la izquierda se levantan estructuras alusivas a máquinas e industrias y personas que representan la clase obrera, y más atrás indígenas trabajando los campos; reforzando su asociación al discurso popular.
Tras subir las escaleras se llega inmediatamente a la terraza donde se encuentra la Fuente Neptuno, dedicada al dios romano del mar.
Posteriormente se sigue subiendo el cerro por el costado oriente hasta llegar a la Terraza Caupolicán. Para el Centenario, el consejo del Museo Nacional de Bellas Artes acordó donar “la estatua en bronce del héroe más caracterizado de la raza araucana, de Caupolicán". Menos sabido es que el escultor, Nicanor Plaza, la creó para un concurso en Estados Unidos, bajo el título El último de los mohicanos, lo que explica que en pleno centro de Santiago tengamos a un Caupolicán con plumas en la cabeza, arco y carcaj, elementos que Caupolicán no conoció ni en pintura. Hay una réplica en el Club Hípico.
¿Sabías que? : En su visita de 1968, la Reina Isabel plantó una araucaria en la Terraza Caupolicán, pero nadie tiene carajo idea de qué pasó con ella |
Desde la Terraza Caupolicán se sube hasta la Ermita de Vicuña Mackenna. Acá hay una de las campanas que sobrevivió al apocalítico incendio de la Iglesia de la Compañía.
El incendio de la Iglesia de la Compañía
La Iglesia de la Compañía se ubicaba en la esquina de Compañía y Bandera. El 8 de diciembre de 1863 más de dos mil personas aguardaban en su interior la fiesta de la Concepción y el aniversario de las Hijas de María. Predicaba el cura Ugarte, diestro cultor de la oratoria sagrada, por lo que no cabía un alfiler. Llamas de origen desconocido se expandieron con rapidez por los adornos y la iluminación, de material inflamable. Mantas de crinolina que se prendían o enganchaban con facilidad en el mobiliario y largos vestidos de la feligresía principalmente femenina entorpecían el escape y provocaban caídas. Las puertas se abrían hacia adentro, por lo que la presión de la multitud volvió imposible abrirlas. Una de cada 27 mujeres santiaguinas murió allí.
Mientras las campanas tañían clamando socorro, los espectadores observaban impotentes. 146 carretones llenos de cadáveres rociados de cal abarrotaron la fosa del Cementerio General cavada por más de 200 hombres. Cuatro días demoró el entierro. Las bisagras dobles se volvieron obligatorias en las puertas las iglesias y surgió el primer cuerpo de bomberos de Santiago (el presidente conservador Manuel Montt, del periodo 1851-1861, veía sin mucha simpatía a los bomberos, a quienes asociaba con masonería, liberalismo y herejía protestante). Las campanas sobrevivieron al incendio. La más grande fue fundida y se hicieron dos, que se instalaron en la iglesia de San Ignacio. Otra se encuentra en la ermita de Benjamín Vicuña Mackenna, en el Cerro Santa Lucía. Una tercera está en el Museo del Ejército en El Huique, región de O'Higgins. Otras tres campanas fueron vendidas como chatarra al comerciante británico William Graham. Estuvieron 145 años en la Iglesia de Todos los Santos de Gales, hasta que en 2010 fueron instaladas en los jardines del ex Congreso. Fueron entregadas por el Reino Unido como regalo por el Bicentenario. Martina Maturana, la niña que hizo sonar el gong en la isla de Juan Fernández para alertar sobre el maremoto del 2010, fue la primera en tañirlas. |
Desde la ermita se sigue a la cima del cerro. No toma más de 20 minutos y la subida no es exigente, aunque el último tramo previo a la cima tiene escaleras pronunciadas no aptas para personas con problemas de movilidad.
En la zona de la cumbre, fíjate en las columnas basálticas. Se trata de columnas hexagonales, formadas por fractura progresiva de la roca durante el enfriamiento lento de lava basáltica. Esta formación llamó de la expedición de la Armada de los Estados Unidos, que realizaba mediciones astronómicas en el hemisferio sur entre 1849 y 1852, y que instaló sus instrumentos en el Cerro Santa Lucía. El gobierno de Chile luego compró los instrumentos, y fundó el Observatorio Astronómico Nacional en el mismo cerro. Fue uno de los primeros observatorios astronómicos en Latino América y el hemisferio sur.
¿Sabías que? : La ceremonia del Premio de Urbanismo 2003 celebrada en el jardín japonés del Cerro Santa Lucía, que ganó Germán Bannen, fue interrumpida por la agrupación Acción Ecológica, que acusaban el entonces ministro de vivienda Jaime Ravinet de expandir el suelo urbano con fines de lucro. Ravinet perdió la paciencia y lo alejó del micrófono de un famoso manotón, llamándolos "hippies trasnochados".
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¿Sabías que? : Decía el folklore popular que si dos amantes se pasaban de
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Estación 8: Edificio Santa Lucía
Estación 9: Casona Ariztía
Estación 10: Museo de Arte Contemporáneo
Estación 11: Museo Nacional de Bellas Artes
Estación 12: Parque Forestal
Recomendaciones y posible extensión de la ruta
- Si hay ánimos, se puede continuar con la ruta de Plaza de Armas
Bibliografía y Agradecimientos
Bibliografía Utilizada: