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Descripción General
En el antiguo sector de La Chimba, cercano a el casco histórico del Cementerio General y al Hospital San José, bajo el contexto urbano de las teorías higienistas del siglo XIX, las cuales hacieron relación a la relegación a la periferia de las funciones funerarias y hospitales, se ubica este cementerio, el cual es un fiel reflejo material de la división social y política a finales del siglo XIX en Chile, proyectado bajo una tipología de monasterio tomó como inspiración los modelos de cementerios italianos del siglo XVIII y del Cementerio Staglieno de Génova del siglo XIX y hoy es el segundo más grande y antiguo cementerio de la ciudad, presidido por el Cementerio General. Fue declarado Monumento Histórico y Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales el 2015.
El Cementerio Católico (Acoger) consta de una estricta política en contra de las rutas que se organizan fuera de su institución, por lo tanto esta no considera el interior del cementerio de forma explícita. Más sobre esta política aqui
Época y/o horario adecuado
Al contrario del Cementerio General, el Cementerio Católico de Recoleta consta con un menor flujo de turistas, este no es suficiente para sobrepoblar las instalaciones, pero si se desea una experiencia más íntima, se recomienda asistir los días de semana.
Horarios de atención:
- Verano: 9:00 a 17:30 hrs.
- Invierno: 9:00 a 17:00 hrs.
Acceso
En vehículo propio
El Cementerio Católico de Recoleta cuenta con estacionamientos frente a su fachada.
En transporte público y autostop
En metro: La ruta privilegia la llegada en metro mediante la estación Cementerios (línea 2) que se encuentra en el acceso lateral del cementerio por Av. Recoleta.
En Transantiago: 203, 208, B02, B17. Bajarse en Av. Recoleta frente a estación de metro "Cementerios"
Descripción de la ruta
Estación 1: El Quitapenas
El Bar-Restaurant Quitapenas es una de las picadas más antiguas de Santiago, con más de un siglo de historia. Es un clásico lugar que ofrece "consuelo" para ahogar las penas con una amplia carta de tragos y comida típica chilena. Está llamativamente decorado con imágenes y símbolos que recuerdan la historia de Chile.
Se cuenta que en el 1900 el poeta maldito Pedro Antonio González habría convertido este bar en su "dormitorio, biblioteca, cuarto de tarea y bar". González deambulaba por en los oscuros bares y las barriadas bebiendo vino al amanecer, vagando con sus manuscritos escondidos y arrugados en los bolsillos.
Luego, el 4 de abril de 1925, 16 futbolistas del club Magallanes fueron despedidos y hasta tratados de abusadores. Liderados por David Arellano, habían manifestado una serie de reclamos. En lugar de tomar el tranvía, se fueron conversando la rabia a pie caminando por Avenida Independencia desde la sede del club, en Plaza Chacabuco. Se debatía si intentar ser admitidos al club Santiago (que aún no tenía el apellido de Morning) o el Bádminton. Hasta que primó la idea de formar un club nuevo. Total, entre los 16 formaban el cuadro completo. El ánimo levantó, pero no podían conversarlo así en la calle. Entraron al Quitapenas, el local más cercano. Sus rostros entusiasmados con la idea contrastaban con los dolientes parroquianos que venían de enterrar seres queridos. Así nació Colo-Colo
Este recinto ha sido nombrado también en obras literarias, ha funcionado como ambiente en obras de teatro, etcétera. Un verdadero tesoro viviente del barrio con fragancia a arrollado huaso.
Hoy este Bar-Restaurant es un símbolo clásico de cultura y sello nacional. Aunque no es barato, bien vale desembolsar por sus platos típicos: cazuela, chorrillana, empanadas, perniles, terremoto o vino tinto. La pasada para dar el brindis final al fallecido al Quitapenas sigue siendo una tradición que ha calado en la sociedad santiaguina, y en parte de la cultura nacional. Perfecto punto para rematar la ruta. Más información en Urbatorium
Estación 2: Cementerio Católico de Recoleta
Contexto histórico:
Los antecedentes que llevan hacia la proyección y construcción de este cementerio recaen en los acontecimientos sociales y políticos del siglo XIX en Chile, iniciando desde la concepción de las ideas y proyectos de cementerios bajo la administración de Ambrosio O’Higgins, concretados bajo el mandato de Bernardo O’Higgins en 1821 con la construcción del Panteón General, este hito fue significativo, determinando los antecedentes del traslado de los espacios de entierro, que anteriormente se realizaban al interior de las iglesias, aunque se debe aclarar que esta costumbre persiste de forma clandestina incluso sobre la “Ley de cementerios” de 1883, debido a que las iglesias eran denominadas como el espacio católico de la muerte por excelencia, puntos de reunión para la oración y encontrarse en un permanente contacto con los seres queridos, de los cuales se desconocía su ubicación exacta, pero se sabía tácitamente su proximidad a los santos y a Dios.
En 1925 en Chile, se separó de forma oficial la Iglesia del Estado, intentando poner término a la larga disputa entre la Iglesia y el Estado en Chile, la cual había iniciado en los albores de la República, pero estas heridas solo se profundizaron. Los asuntos como la “cuestión del sacristán”, la modificación de la constitución de 1833, en la cual se hicieron las primeras concesiones a los disidentes y se estableció una relativa libertad de culto, las reformas a la enseñanza y el dictado de las denominadas "leyes laicas", relativas a cementerios, matrimonio y registro civil, fueron un detonante expresivo de las transformaciones sociales e ideológicas que se hicieron sentir en el Chile decimonónico.
Introduciéndonos nuevamente en la problemática de los cementerios, con la legislación del Cementerio General de Santiago, otros menores en provincia y la autorización respectiva del Cementerio de disidentes de Valparaíso, se intentó regularizar los entierros en Chile, introduciendo normas de carácter fragmentario, las cuales no se adhirieron concretamente a los problemas y dejaban abiertas falacias, estas, se reprodujeron en el reglamento y procedimiento de los rituales entre los administradores laicos y el clero católico. Estas ambigüedades tratan de ser solucionadas a través del Código Civil de 1855, que establece en su artículo 585, "Las cosas que han sido consagradas para el culto divino se regirán por el derecho canónico", manteniendo a los lugares de culto, iglesias y cementerios ajenos de intervenciones civiles, pero no fue suficiente, el estamento pierde su validez con la influencia de las corrientes liberales y la famosa polémica de la negación de sepultura católica al Coronel Manuel Zañartu, en Concepción, quien se separó de su mujer y convivió con otra pareja hasta el final de sus días, como consecuencia se clausuraron todos los camposantos católicos del país, hasta 1883 bajo el Gobierno de Domingo Santa María, en el cual se promulgó la ley de cementerios laicos, la cual deja fuera a la Iglesia de la administración de los cementerios, prohibía el entierro en iglesias, y permitió dar sepultura a personas de cualquier creencia religiosa en estos, por lo tanto todos los cementerios pasan a ser ecumenicos.
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Historia del Cementerio Católico de Recoleta:
La proyección del Cementerio Católico de Santiago surge a través de la necesidad de contar con un espacio funerario exclusivo de católicos, así se expresaba en una carta enviada el 26 de abril de 1866 por algunos curas párrocos de sus respectivas capillas de Santiago, la carta hacia el Arzobispo de Santiago, Rafael Valentín Valdivieso, quien ratificó su respuesta a los párrocos, recalcando en la idea de que el futuro cementerio hará sepultura de eclesiásticos solamente, sin embargo, en 1869 se detuvieron las gestiones a la espera de una respuesta del gobierno, junto a las debilidades económicas del Arzobispado y las carencias financieras de las parroquias de Santiago no permitieron concretar el proyecto para la compra de un terreno.
A pesar de esto, después de los incidentes ocurridos en Concepción con el Coronel Zañartu, y de la promulgación del decreto de 1871 (el cual permitía la libertad de religión en entierros o cementerios ecumenicos), se volvió un tema recurrente en las reuniones del Arzobispado el construir un cementerio parroquial. Se insistió en la continuación de las gestiones hechas en 1869, pero estas no dieron frutos debido a los escasos recursos de la organización.
La solución definitiva para este problema vendría 6 años más tarde, luego de entablarse en una serie de conversaciones desde 1877, finalmente se efectuó la compra del terreno el 22 de enero de 1878, a doña Ventura Silva, quien vendió esta propiedad a los párrocos de Santiago, quienes quedan en deuda, en la cual, para poder pagarla se tuvo que recurrir a la autorización de una Junta de Fábrica destinada a proporcionar los caudales necesarios para la obra, organizar y hacer ejecutar los trabajos que se debieron emprender, sin embargo, al término del plazo y a la falta de fondos para cancelar la deuda el Arzobispado de Santiago decide intervenir y realizar el pago.
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Bajo la administración del presbítero Ildefonso Saavedra, hecha la bendición del camposanto, se procedió de forma inmediata a realizar ventas y procesos de sepultación de los primeros cadáveres, esto se realizó sobre los precarios trazos proyectados por Paul Lathoud, ya que, en esa época aún no se gestaba formalmente el proyecto ni edificaciones. El Cementerio Católico era un plano rural y de esta manera se mantuvo funcionando desde su bendición el 3 de julio hasta el 12 de agosto del 1883, cuando fue clausurado bajo la presidencia de Santa María, debido a razones sanitarias y el incumplimiento de la ley de libre entierro.
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En 1884 las leyes laicas entraron en furor cuando se instauró la definitiva secularización legal que el gobierno había alcanzado, anexando a la ley de cementerios el matrimonio civil y registro civil. Finalmente bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda, el nuevo Arzobispo Mariano Casanova, logra un conciliacion con el Estado, y se procedió a reabrir el camposanto conforme a la ley en 1990.
Durante el tiempo que se encontraba clausurado el cementerio el arquitecto Paul Lathoud se dedicó a la proyección y construcción de sus instalaciones, basado en una ideología religiosa católica y romana, adoptando la visión de la muerte y su resurrección a través de los patios de su obra. El arquitecto usó como referencia el Cementerio Monumental de Staglieno en Génova, organizando su obra en base a la estructura monacal, estableciendo a la Iglesia como eje y elemento articulador, en sus alrededores se ramifican construcciones tipo monasterio, en base a patios y claustros, distribuidos simétricamente, estos albergarán las capillas familiares o los nichos individuales.
Luego de la administración del presbítero Ildefonso Saavedra se nombró al presbítero Ignacio Zuazagoitía para su reemplazo, quien perduró en su cargo desde 1890 hasta 1909, siendo esta la última administración realizada por miembros del clero antes de ser traspasada a personajes laicos, durante este periodo el cementerio logró consolidar su carácter y aspecto noble, en la sencillez de sus líneas de las capillas y corredores, bajo una misma tipología se procuró que sus obras se realizarán de forma sobria y sin ostentaciones.
Su administración se preocupó por la ornamentación de los patios, instaurando un programa de importación de una diversidad de obras, las cuales, se pueden apreciar a través de distintas manifestaciones artísticas: pinturas, iconos, vitrales, relieves, esculturas en mármol, bronce, maderas y policromías inspiradas en la fe católica. Fue tal su devoción que contactó a la fundición de hierro Val d’Osne en Francia (la misma que realizó la Virgen del Santuario del Cerro San Cristóbal) para la realización de cuatro esculturas de evangelistas que hoy se encuentran en su eje de escultura, junto a un monumento dedicado al presbítero Zuazagoitia y en una en el patio central.
A comienzos de la década de 1960 se demolió la antigua capilla y la fachada urbana del cementerio debido a su mala conservación, la actual entrada responde a las prioridades funcionales y del espacio necesario para la atención al público, su construcción fue encargada al escultor Peter Horn, quien redujo la simbología católica a su mínima expresión. Junto a esta remodelación se estableció un nuevo emplazamiento para la construcción de la nueva capilla, ubicándola en el Eje Procesional o de Esculturas del Cementerio.
En Octubre de 2012, se inauguró la primera etapa del Cementerio Santísima Trinidad de Recoleta, parte del proyecto de renovación del Cementerio Católico de Santiago, obra de los arquitectos Teodoro Fernández, quien ganó el Premio Nacional de Arquitectura el 2014 y Ignacio Zañartu. Esta necrópolis se encuentra ubicada de forma adyacente al actual cementerio y es parte de un plan de 7 etapas que se construirán en un plazo de 20 años.
En qué fijarse : {{{1}}} |
El patrimonio al interior del cementerio se expresa en su forma material a través del arte, relieves, los vitrales, bustos y esculturas de bronce, mármol o madera que adornan sus patios, sus mausoleos y pabellones antiguos, y de manera inmaterial, a través de sus personajes fallecidos y sepultados en sus dependencias, que evocan el recuerdo a una época pasada.
Pabellón 12 Apóstoles:
Catacumbas del cementerio:
En sus instalaciones, específicamente en su área más cercana a su acceso, la más antigua históricamente, se da alojo a las sepulturas de sus benefactores y personajes históricos, sobre estas, por lo general se ubica una escultura con fines religiosos, de madera o hierro. Entre estos personajes destacan:
- Miguel Fernández Jaraquemada y de Lucía Solar Armstrong: Padres de Santa Teresa de los Andes, religiosa católica chilena perteneciente a la Carmelitas Descalzas, canonizada por el pontífice Juan Pablo II en 1993.
- Alberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Toco: Padres del fundador del Hogar de Cristo, Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga, conocido popularmente como San Alberto Hurtado, patrono de los trabajadores en Chile, canonizado por Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005.
- José Domingo Cañas: Benefactor que introdujo al país congregaciones educacionalistas.
- Luis Calvo Mackenna: Médico chileno, precursor de la pediatría social, difusor de la puericultura, uno de los exponentes del higienismo médico y fundador del hospital pediátrico que lleva su nombre.
- Pedro Subercaseaux: Pintor e historietista chileno, célebre por sus obras que ilustran la historia y costumbres de Chile, una de sus obras “La fundación de Santiago” aparecía en el antiguo billete de 500 pesos.
- Jose Teodosio Gandarillas y Gandarillas: Pintor, dibujante y arquitecto, Instaló una de libros de moral cristiana que más tarde dio lugar a la Revista Católica, fundó la capilla Asilo del Salvador, la primera muestra gótica que conoció el país, y sobretodo fue uno de los propulsores del arte en Chile.
- Melchor Concha y Toro: Fue un empresario, abogado y político chileno, fundador de la viñedo que daría origen al actual Concha y Toro, también fue un benefactor de obras católicas, como por ejemplo la Población León XIII
- Galvarino Riveros Cárdenas: Marino Chileno que alcanzó el grado de contraalmirante, nombrado Comandante en Jefe de la Escuadra y comandante del blindado Blanco Encalada, que fue responsable de la captura del Huáscar, asegurando la victoria chilena en la Guerra del Pacífico.
- Osmán Pérez Freire: Compositor, pianista y músico chileno, famoso por sus canciones “El delantal de la china”, “La tranquera” y “Ay, ay, ay” (Reminiscencias cuyanas), sus restos se traen desde España para realizar el entierro en este cementerio.
- Nora Gregor: Uno de los personajes más célebres que alberga el cementerio, Nora Gregor, dentro del cementerio conocida como La Princesa, fue una actriz de teatro y cine en Viena, Berlín, Hollywood y París, fue la princesa de Austria (casada con el príncipe Ernst Rüdiger von Starhemberg en 1937) un corto tiempo y en sus últimos momentos residió en Viña del Mar. Para saber mas leer este reportaje de La Tercera, y en cuanto a su tumba, esta se puede acceder pidiendo autorización al administrador del cementerio.
Estación 3: Cementerio Santísima Trinidad de Recoleta
El recinto es una edificación adicional al Cementerio Católico de Recoleta, es una gran ciudadela inspirada en la Ciudad Utópica de San Agustín y el cementerio de Westwood en los Ángeles, organizado a través de patio unidos mediantes calles porticadas en torno a un parque central, su organización cuenta con un nivel superior concebido como un sistema de plazas abiertas al paisaje del valle de Santiago.
El proyecto propone una relación espacial integrada entre la luz y naturaleza, sus patios interiores son iluminados de forma natural y su espacio se completa mediante el follaje de su vegetación. Uno de sus mayores atractivos arquitectónicos será un gran jardín central compuesto por 4.700 especies, como magnolias, enredaderas, ginkgos biloba y robles americanos, entre otros.
Sus tumbas y sepultaciones siguen la tradición de las civilizaciones cristianas mediterráneas, en las cuales se instauraba la dignidad del cuerpo y del ser fallecido, realizando la sepulturas en los muros, situandolos frente a los visitantes y no debajo. En este caso, las sepulturas se realizan en nichos horizontales, cubiertos por lápidas de marmol travertino, instaladas mediante un sistema de bastidores de acero, las tumbas se enmarcan y ennoblecen, los nombres y reseñas de los fallecidos son grabadas en esta placa de mármol acompañadas de un soporte para flores o velas.
Actualmente, este proyecto consta de su acceso, el Cinerario, las salas de ventas de sepulturas y un solo pabellón que las alberga (Jardín Santa Helena) en forma de nichos, en sus dos pisos estos se encuentran en secciones intercaladas por entradas de luz de la fachada, las cuales, en el interior de la estructura, se transforman en pequeñas capillas. En sus muros de su sección central se encuentran urnas para las cenizas de los fallecidos, estos articulan dos patios centrales que aún no han florecido por completo.
El cementerio se pensó como un lugar digno y solemne, apelando a la emoción en el recuerdo comunitario, sus espacios no son lugar para exaltaciones personales, ya que, se diseña bajo la idea de que todos somos iguales ante la muerte.
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Cinerario la Recoleta:
En Chile, la cultura existente respecto a la tradición funeraria de la incineración es pobre, sin embargo, nuestro país es pionero en la incursión sobre este tema y cuenta con un crematorio desde el año 1965 (ubicado en el Cementerio General), desde entonces se establece como una práctica emergente y en sus próximos nueve años, se construyeron 7 crematorios más, entre los cuales se encuentra este cinerario en el Cementerio Católico de Santiago. Hoy en día el proceso de incineración se considera como un servicio de sepultación moderno, en espacio, costo y condiciones ecológicas. Las familias que optan por la incineración reconocen en ella un proceso simple y expedito, menos complejo que la sepultación tradicional, y que permite a la familia abordar de forma efectiva el duelo.
En esta institución la ceremonia se inicia en la Capilla del Cinerario, con la recepción del cuerpo y el sonido de las Campanas de duelo, el proceso es acompañado por una liturgia de exequias a cargo de un diácono y la cobertura del féretro con el Manto del Resucitado, para luego finalizar la ceremonia con las Campanas de la esperanza. Estas ceremonias se realizan con el fin de mostrar la cremación como una alternativa real, de fácil acceso, transparente y de confianza para despedir a nuestros seres queridos.
Recomendaciones
- Se pide no realizar esta ruta en grandes grupos, al contrario del Cementerio General el Cementerio Católico es un lugar mucho más íntimo y cerrado.
- Se recomienda discreción si hay familiares visitando tumbas, recordar que es un lugar de culto.
- Si es que se visita en la tarde, se debe tener precaución a sus alrededores, ya que, el barrio se puede considerar inseguro al caer la noche.
Galería de fotos
Interior de la capilla del Cementerio Católico - Acoger Santiago Futuro S.A
Antiguo patio interior del Cementerio Católico. - Acoger Santiago Futuro S.A
Antiguo pasillo al interior del Cementerio Católico. - Acoger Santiago Futuro S.A
Capillas entre nichos. - Cementerio Santísima Trinidad.