Plantilla:Palacio Bruna

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Fotografía de archivo de la fachada del Palacio
Fachada actual del Palacio. Lamentablemente tiene poca visibilidad por sus árboles.

En 1916, el senador, empresario salitrero y confundador del diario La Nación Augusto Bruna Valenzuela, encargó la construcción de un palacete "con tantos departamentos como hijos tenía". El mandato recayó en el arquitecto Julio Bertrand Vidal, destacado y joven arquitecto, por su refinamiento y elegancia. Lamentablemente, Bertrand murió de tuberculosis antes de terminar la construcción. Pedro Prado quedó a cargo, pero se negó a que su nombre figurara en el frontis junto al del finado, amigo suyo. Ricardo Valdés, a quien Bertrand le proyectó una casa hoy demolida en el mismo barrio, recuerda al arquitecto como un joven "blondo" que ofrecía "cierto contraste entre la gravedad de sus maneras, rara a sus años, y la esmerada elegancia de sus vestidos, reveladora de afanes juveniles".

Dato.png ¿Sabías que? : Tanto Bertrand como Prado fueron formadores del Grupo de los Diez, una importante agrupación intelectual y artística formada a principios del siglo XX, la primera de este tipo en nuestro país.

La Casa Bruna marca el primer auge de la zona del Parque Forestal. Era tan fastuosa que el periodista y crítico literario Alone la describió antes de que se acabara la construcción en los siguientes términos:

Comillas 1.png
Un palacio de majestuosidad alegre, luminoso y con un carácter liviano, dados sus frisos de muchachos gordinflones. Desde su terraza, podía contemplarse una puesta de sol que podría consolarnos de todas las tristezas del invierno
Comillas 2.png
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Alone, 1917

En 1921 la obra fue finalizada. Sin embargo, la familia Bruna no pudo habitarla pues sobrevino la crisis del salitre, que fue reemplazado por sucedáneos sintéticos perfeccionados por los alemanes como consecuencia de la pérdida de la oferta chilena durante la Primera Guerra Mundial. La empresa familiar quebró y el palacio es puesto en venta en 1921. En 1939 el inmueble fue adquirido por la Embajada de Estados Unidos para la residencia de su embajador, Claude Bowers, quien la habitó durante 14 años -el periodo más largo de permanencia de un representante estadounidense en Chile-, por lo que se hizo conocida como la Casa Bowers. El embajador escribió un famoso libro titulado Misión en Chile, unos de cuyos capítulo se titula —y esto no debiera sorprender a nadie— "Santiago, ciudad que desaira al pasado".

Funcionó como residencia para embajadores hasta 1962, y luego como como consulado hasta 1994. En 1995, la Cámara Nacional de Comercio adquirió el edificio para transformarlo en su sede, y en 1996, fue restaurado por el arquitecto Luis Alberto Darraidou, quien adecuó las dependencias para su función, y mejoró la condición del inmueble. Agusto Bruno Vargas, nieto del magnate salitrero, calificó la iniciativa de "gesto noble, inteligente y generoso".

Posee fuertes influencias del Renacimiento Italiano. De sus tres niveles, el segundo ofrece una serie de terrazas con vistas hacia el barrio, y entre el segundo y el tercero destaca un friso decorado que recorre todos los volúmenes. Lamentablemente el Palacio se encuentra cerrado a público, pero al recorrer la manzana se puede apreciar su envergadura y sus detalles en fachada.