1961
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{{dato|[[File:Puente_de_Calicanto.jpg|thumb|450px|Puente de Cal y Canto en 1863]][[File:puente-cal-y-canto-1888.jpg|thumb|Puente de Cal y Canto tras la crecida de 1888, después de la cual se demolió]]
Las obras del '''Puente Cal y Canto''' se iniciaron con reos, en calidad de mano de obra forzada. Fueron acollarados en parejas, con cadenas por los pies. De noche se recogían en galpones adaptados como presidios junto a la obra misma. Luis Manuel de Zañartu, corregidor de Santiago, recorría bodegones, casas de juego, chinganas y otros reductos de mala muerte y apresaba a los que no conseguían huir. Los dueños de esclavos los enviaban por unos días a las obras cuando debían ser castigados. Los presidiarios que sucumbían a los latigazos, la insolación u otros males —Zañartu mató a uno con su propia mano— eran enviados a una "sala de presos convalecientes" en el Hospital San Borja, actual [[Santiago_centro-oriente#Estaci.C3.B3n_11:_San_Borja|Remodelación San Borja]].
Por supuesto, hubo quejas múltiples y consultas enviadas a España por este impuesto. Escribe Vicuña Mackenna que "los santiaguinos consentían en ahogarse con tal de tomar mate a poco precio. La mezquindad tiene también su heroísmo".
La obra tomó quince años, trabajando desde que se insinuaba "el canto de la diuca" hasta la puesta de sol. El puente se inauguró el año posterior a la imposición del impuesto. Benavides y otros notables invitaron entonces a Zañartu a una cena en la que le cocinaron lo mismo que él daba a sus obreros: una sopa achocolatada donde flotaban papas podridas y charqui con gusanos. El corregidor montó en su caballo y se fue pasar la ira a su quinta de La Cañadilla, actual [[Barrio Independencia|Independencia]].
Una vez concluid, el puente: