1961
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{{Puente Cal y Canto}}
En paralelo, en las riberas del río se constituyeron espacios de intercambio comercial. En parte, por los diversos molinos que se construyeron en sus orillas. Más importante, por la '''Plaza de Abastos''', donde se concentraban los vendedores ambulantes y tenderos, y por la “''Vega del Mapocho''”. Estos dos espacios comerciales abastecían de alimentos a la ciudad, y en ellos convergían bodegueros, carretilleros, mercaderes y consumidores. Esto propició el desarrollo de locales comerciales en sus calles. Como la calle Puente, así llamada porque conducía al Puente Cal y Canto, que se especializaba en talabarterías (trabajo en cuero).
{{cita|En la parte del río que defendían los pretiles o tajamares, estaba la Plaza de Abastos o Mercado, que consistía en un cuadrado de edificios bajos construidos en la misma disposición sencilla que todo el resto de los edificios viejos de Santiago. Allí se vendía carne, legumbres, pescado y todos los artículos de alimentación. También se cocinaban y expendían, en medio del humo y del olor penetrante de la grasa derretida, los picarones, sopaipillas y empanadas fritas. Los puestos de mote y huesillos, de empanadas caldeas y de tortillas de rescoldo, alternaban con la venta de pajaritos vivos, jilgueros, tordos, y de frutas frescas y secas, todo en grande, pintoresca y sabrosa variedad”|'''Ramón Subercaseux''', sobre sus recuerdos de infancia hacia 1860.}}
De acuerdo con el intendente '''Benjamín Vicuña Mackenna''', el sector “''siempre fue plebeyo''”. Decía que mantuvo un desarrollo autónomo del resto de la ciudad, marcado fuertemente por los riesgos del río sin canalizar y por la apropiación de “''lo popular''” como elemento que definía a los habitantes, de forma antagónica a los aristócratas. A inicios del siglo XIX, comenzaron a aumentar las viviendas y el hacinamiento, así como ramadas, almacenes, bares y prostíbulos. Surgieron también, pese a la alta tasa de analfabetismo, imprentas y talleres tipográficos donde se publicaban periódicos.
En 1872, Vicuña Mackenna propuso su proyecto de ''Transformación de Santiago''. Uno de los principales puntos era la '''canalización del río''' con el objetivo de generar una sola ciudad, incluyendo al relegado sector del Mapocho. Mackenna creía que existían dos ciudades: la ciudad propia de la gente de bien, opulenta, ilustrada y cristiana, y la ciudad bárbara de los arrabales. Este proyecto ponía en valor el poder “''civilizatorio''” del espacio público, creando nuevas calles, estaciones ferroviarias y un nuevo paseo público donde yacían los basurales del lecho del río. Tras un incendio que afectó la Plaza de Abastos esta se clausuró, y se erigió en su lugar el '''Mercado Central''' a fin de rehabilitar el sector y de regular el comercio.
Para desembocar en esta ciudad única se requería de mejores puentes. De este modo emergió el sacrilegio: cuestionar la idoneidad del viejo y vapuleado Cal y Canto. Además de deteriorado carecía de anchura suficiente, y formaba un dique que retenía las aguas y propiciaba inundaciones.
Hacia mediados de siglo la migración campo ciudad -que trajo numerosos peones y sus familias, en situación de pobreza- y una serie de epidemias impulsaron reformas sanitarias. Se definió finalmente la canalización del Mapocho, con el objetivo de transformar una zona “pestilente y sucia” en un paseo atractivo y salubre. En 1857 se aprobó la ley que autorizó la canalización, y en 1888 comenzaron las obras -basadas en el proyecto del ingeniero '''Valentín Martínez'''- que conllevaron el derrumbe del puente Cal y Canto. El barrio abandonó sus ropajes coloniales a cambio de otros modernos: se buscaba crear un “nuevo barrio”, a la altura de los mejores barrios de París y Londres. Habría alcantarillado, se expropiarían los terrenos de las riberas donde existían viviendas populares, y se pondría punto final a los basurales.
A esto se sumó el desarrollo de vías de tranvías y el advenimiento del ferrocarril urbano, con núcleos en torno al mercado. En 1880, se añadió al mercado una línea férrea circunvalatoria, que conectaba este espacio con el resto de la ciudad. En 1890 se erigieron tres puentes metálicos a lo largo del río, de modo que el puente “de los Carros” quedó como conector entre el lado sur y norte del río, y aumentó aún más el tráfico del sector. Eran habituales los desórdenes y escándalos callejeros, ya que existían no menos de 20 hoteles parejeros o “''cafes chinos''”, asociados al comercio sexual y regentados habitualmente por asiáticos (de ahí el nombre). La prostitución en el sector alcanzó proporciones enormes para la época, junto a las cantinas clandestinas.
Finalmente, la inauguración de la '''Estación Mapocho''' en 1912, generó la última explosión en la creación de bares, hoteles y boliches durante el resto del siglo XX. En el barrio además de estos establecimientos podían encontrarse restaurantes, boîtes, cafés, salones de baile, cabarets y fuentes de soda.
En sus calles abundaba el comercio de sopaipillas, tortillas, huevos duros y pan amasado hasta la madrugada. Un sinnúmero de artistas, pintores, poetas y literatos reconocidos pasaron pos estos lugares: ''Neruda, Plath, Paschín, de La Vega, Recabarren, Rojas Jiménez, Nicómedes Guzman, de Rokha, Mundt''' y tantos otros, que compartieron espacios con maleantes, cuidadores de carros, copetineras y prostitutas.
Ya a mediados y fines de siglo no se registraron mayores cambios en el barrio, considerando el contexto de dictadura en la cual no se desarrolló inversión pública en el sector. El barrio se “''ordenó''” debido a las fuertes regulaciones de las autoridades, lo cual sumado a los toques de queda provocó que los bares y antros recreativos fueron extinguiéndose lentamente durante la década de los ‘80 y ‘90. Sin embargo, al día de hoy aún prevalece el imaginario y el carácter popular del sector, así como unos pocos bares que han mantenido sus tradiciones.
==Época y/o horario adecuado==
Esta calle, que se es una continuación del Paseo Estado y se extiende desde la Plaza de Armas hasta el Río Mapocho (llegando al Mercado Central), destaca por la gran cantidad de comercio que contiene. La calle es peatonal entre las calles Monjitas y Rosas.
En sus orígenes coloniales fue llamada la “''Calle de la Pescadería''”, ya que los jueves los mercaderes se instalaban a vender pescado a sus habitantes. Posteriormente pasó a llamarse “''Calle de la Caridad''”, debido a la construcción del Cementerio de la Caridad, donde eran enterrados los reos fallecidos.
En el siglo XIX cambió su nombre a “''Calle de la Nevería''”, debido a los múltiples vendedores de nieve establecidos en el lugar, que la traían durante el verano desde la Cordillera de Las Condes en mula, y era utilizada para la elaboración de helados y la conservación de alimentos.
Su actual nombre tiene por objetivo homenajear el '''Combate Naval de Iquique''', ocurrido el 21 de Mayo de 1879 durante la Guerra del Pacífico.
Esta tienda, ubicada en el Nº707 de la calle 21 de Mayo, es una de las sombrererías más antiguas de la capital. La tienda-taller fue fundada por el asturiano José González Noriega y su familia en 1915, bajo el nombre de '''Fábricas Unidas Americanas de Sombreros''', y conserva hasta hoy el estilo de tiendas de principio de siglo, con altas repisas, lámparas colgantes, espejos de elaborados marcos, mostradores de atención y dos vitrinas de vidrios biselados.
Su nombre se debe a la adquisición de una marioneta mecánica parisina que realizaron los dueños en 1922. Esta es un pequeño muñeco vestido de “botones”, que golpea con su bastón el vidrio del escaparate. Originalmente habría sido una figura afroamericana , lo que explicaría el grueso de sus labios y sus orejas (un chiste racial, muy común y no considerado de mal gusto en la época). El personaje fue toda una novedad en la época, convirtiéndose en una característica del barrio. Y como en chile existe la costumbre de llamar “monito” a cualquier figura caricaturesca, la gente comenzó a referirse al lugar como aquel “donde golpea el monito”. En un acierto de los propietarios, el nombre de la tienda se cambió a “'''Aquí Golpea el Monito'''", que más tarde derivó a '''Donde Golpea el Monito''', nombre que se mantiene hasta hoy.
La tienda tiene una inimaginable variedad de sombreros, para cuya venta se le mide la cabeza al cliente, y rápidamente los vendedores aparecen con un sombrero o gorro a la medida exacta. A esto se sumaron vestimentas de tipo folclórico, como mantas huasas, cinturones, ponchos, suspensores, etc.
Lentamente fue decayendo, y alrededor de los 1900 pasó a funcionar como un taller industrial, además de locales comerciales. El conjunto existió hasta 1931, cuando finalmente fue demolido para construir una pequeña explanada que sirviera como plaza para la iglesia.
Posteriormente con la instalación del tranvía, se ensanchó la calle de Santo Domingo, y se adoquinó la plaza, además de trasladar una fuente de agua decorada con niños con aspecto de querubines, fue fundida en la compañía francesa '''J.J Ducel et fils''', una antigua firma de metalurgia artística, y posee características clásicas y renacentistas francesas. A los pies de la pieza puede leerse una inscripción que reza “''J.J Ducel, maître de forges à Paris''”.
{{dato|La fuente de la Plazuela de Santo Domingo tiene un doble en Francia. En la Plaza de la '''Iglesia de Saint-Benoît''' existe una exactamente igual, lo que demuestra que el modelo nunca fue un diseño exclusivo para el país.}}
{{fijarse|
* Su fachada principal posee molduras y pilastras, con cuatro esculturas que representan a los domínicos '''Pío V, Santa Catalina de Siena, Tomás de Aquino''' y '''Santa Rosa de Lima'''.
* Posee también una inscripción que dice “'''Hic est domus Domini firmiter aedificata. Anno Domini 180'8” (Esta es la casa del Señor sólidamente edificada. Año del Señor 1808).
* El ático presenta tres esculturas; al centro una de la '''Virgen del Rosario''', y a los costados las de '''San Francisco de Asís''' y '''Domingo de Guzmán'''. Todas estas esculturas fueron realizadas por el escultor italiano '''Carlucci''' en 1878.
* En la nave lateral izquierda se encuentran las figuras de la '''Virgen del Carmen''' y '''San Martín de Porres'''.
===Estación 4: Calle Rosas===
[[File:Mapocho11.jpg|thumb|Fachada del "''Pasaje Rosas''", en calle Rosas.]]
Esta calle debe su nombre a un “''beaterío''”, o grupos de mujeres piadosas reunidas en oración alrededor de 1680. Estas mujeres eran llamadas “''rosas''”, y su lugar de residencia era conocido como la “''Calle de las Rosas''”.
El beaterío dio origen a un monasterio en 1754, cuando llegaron del monasterio de '''Santa Rosa de Lima''', monjas dominicas. A principios del siglo XX, producto de un fraude, la comunidad perdió su casa, y finalmente se establecieron en la comuna de las Las Condes. Es desde ese momento que comienza a modificarse el uso de los predios, hasta llegar al uso comercial que se conoce hasta hoy.
[[Archivo:MercadoCentral.jpg|1000px|center]]
Este Mercado, que fue declarado el 2012 como uno de los “''Mejores Cinco Mercados del Mundo''” según '''National Geographic'''. En él se concentran 241 locales, entre los que se cuentan marisquerías, pescaderias, fruterias, yerberia, carnicerías, botillerías, fiambrerías, panaderías, queserías, farmacias, una joyería, y restaurantes. Estos últimos son reconocidos por su gastronomía, conservando recetas tradicionales criollas, y entre sus especialidades destacan platos típicos basados en productos del mar, como el mariscal, la paila marina y el pescado frito, constituyendo al mercado como un lugar clave del patrimonio culinario chileno.
La manzana donde se encuentra emplazado, fue una cancha de desperdicios en sus inicios coloniales, llamada “''Basural de los Domínicos''”. Es por orden de Bernardo O’Higgins en 1817 que el terreno es limpiado y acondicionado para trasladar al mercado original de la Plaza de Armas, debido al desorden y suciedad que los vendedores generaban en el sector. La explanada fue destruida en un incendio en 1864, lo que llevó a las autoridades a decidir levantar un proyecto definitivo; la '''Plaza de Abastos de Santiago'''.
El nuevo proyecto consistía en dos partes; una plaza interior, diseñada por el arquitecto '''Manuel Aldunate''', y el diseño del edificio que la contenía, por '''Edward Woods''' y '''Charles Henry Driver'''. El edificio fue proyectado en base a hierro y acero, recientemente introducidos en el país. Así, se define un núcleo central techado, con una compleja armazón metálica -forjada en Inglaterra- y sustentada en albañilería de ladrillo y arcos de medio punto, que permitía el ingreso de luz interior y un sistema de ventilación cruzada, y definía en su centro un cuadrilátero con una fuente de agua.
[[File:Mapocho7.jpg|thumb|Fachada actual de La Piojera]]
[[File:Piojera_SantiagoTurismo.jpg|thumb|Fotografía interior del local. Fuente: SantiagoTurismo]]
Este afamado local se ha establecido como la tradicional chichería-restaurante de Barrio Mapocho, y se encuentra ubicado en la calle Aillavilú 1030. En su interior podemos encontrar tragos y comida criolla, además de una estética que pareciera salir de una ramada o chingana, banderas y escarapelas patriotas entre pipas y barriles, así como letreros pintados a mano. Cabe señalar, que su imagen en los últimos años cambió al convertirse en un atractivo turístico y a la moda de “''lo guachaca''”, lo cual cambió a su público y sus características originales de “''picada''” tipo antro, sin embargo sus dueños, la familia Benedetti, lo ha conservado por más de tres generaciones.
{{dato|La palabra guachaca, de raíz quechua proviene de “''huachaca''”, que eran cierto tipo de mendigos y ebrios callejeros que quedaban en la calle, y que caían en la vagancia consumidos por el mismo vicio. Se cree que tiene relación también con las expresiones “''huacho''”, usado peyorativamente para huérfano o bastardo, y también con el “''huachacai''”, una bebida similar al aguardiente pero de pésima calidad, que se bebía en lo más bajo de la sociedad chilena, siendo muy común en La Chimba, La Vega y el Mercado Central, territorio de curados.}}
La historia del establecimiento esta fuertemente enlazada a la de la calle Aillavilú, llamada antiguamente "''Calle de Zañartu''" por haber tenido precisamente frente a la chichería, la casa de vigilancia de las obras del Puente de Cal y Canto el corregidor '''Luis Manuel de Zañartu''', en el siglo XVIII.
{{cita|Pasada la calle de San Pablo, frente al Mercado Central, se alzaba solitario, con aspecto de ruina romana, un alto y grueso muro de cal y ladrillo, de unos cincuenta metros de largo. Nacía bajo, casi a ras de suelo, junto a una calleja oblicua, e iba a rematar su reciedumbre de unos diez metros de altura muy cerca de las márgenes del Mapocho. La calleja se llamaba Zañartu. ¿Fue acaso en homenaje al famoso Corregidor?, y estaba compuesta por sucios bodegones en cuyas murallas se leía: ¡¡¡Llegó la rica chicha de Quilicura!!!... ¡¡¡Aquí se vende la auténtica rubia de Curacaví!!!|'''Lautaro García'''. Novelario del 900.}}
No tenemos cómo saber si este mismo local sería el que después ocupase la piojera, pero da a entender que esta calle desde sus inicios fue dominada por los bares y cantinas, además de casas de remolienda. '''Oreste Plath''' en “''El Santiago que se Fue''” indica que los orígenes de la cantina se pueden remontar a los tiempos de la Guerra del Pacífico, y que el restaurante actual nace hacia 1916, sobre un boliche que ya llevaba 60 años de vida.
Existen diversas teorías sobre el nombre del local, una de ellas indica que se llamaba así porque efectivamente “''en la chichería picaban piojos grandes y chicos''”, y la más famosa se remite a un berriche que habría tenido el presidente '''Arturo Alessandri Palma''' en 1922, al ser llevado a ese local tras una ceremonia en la Escuela de Detectives. Se cuenta que apenas entró y vio a su alrededor, rugió iracundo “''Y a esta piojera me trajeron!''”
El trago más famoso del local es el “''terremoto''”, trago nacional hecho en base a pipeño, helado de piña, fernet o granadina. A esto se ha sumado la versión con menta o “''maremoto''”. Sin embargo, antes del boom del terremoto y sus variedades, se vendían vinos y chichas de San Javier, así como pipeños blancos, borgoñas, colas de mono y ponches de culén; tradicional bebida campesina muy popularizada en las picadas de barrio de los mercados santiaguinos. Por muchos años los locales del barrio no poseían cocinerías propias, por lo que el callejón se llenaba de comerciantes que ofrecían tortillas, pequenes, pan amasado y huevos duros. Otra opción era comprar mariscos en el Mercado Central, y llevarlos al local para desconcharlos y comerlos con limón. Posteriormente el local incorporaría una cocinería, por lo que hoy abundan en el menú preparaciones como el pernil, prietas y longanizas, huevos duros, empanadas de horno y bifes a lo pobre.
Se cuenta también que además de Alessandri Palma, otros jefes de estado pasaron por el lugar, como '''Juan Antonio Ríos, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens''' y '''Eduardo Frei Ruiz-Tagle'''. A esa lista se suman el cantante de ópera '''Ramón Vinay''', el pintor '''Arturo Pacheco Altamirano''', el escritor '''Francisco Coloane''', y diversos clubes como la Hermandad de los Patos, conjuntos musicales y agrupaciones deportivas, visitas capturadas en fotografías que son parte de la decoración tras la barra.
La Piojera ha logrado sobrevivir pese a los cambios de su entorno y el acoso de los proyectos de torres de altura y “''progresistas''”: ejemplo de ello fue el intento de cierre del local el año 2003, para demolerlo y construir un centro comercial, el cual fue repelido por las organizaciones vecinales y los dueños. En ese momento el '''Movimiento Guachaca''', en una parodia a Monumentos Históricos Nacionales tituló al sitio como “''Monumento de los Sentimientos de la Nación''”
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En la época en la que el tranvía atravesaba el río Mapocho por el puente de los Carros, la estación era un punto central en el intercambio y conectividad de esto. La '''Compañía de Ferrocarril Urbano''' estableció corrales y talleres para sus tranvías. Y en la plaza, de cara a la imponente fachada de la estación se hizo instalar una casa techada que llegó a ser un simbolo del barrio: la '''Garita Mapocho'''. Era una especie de cobertizo con kiosko interior para informaciones. Los pasajeros esperaban aquí los tranvías, que seguían por avenida Cardenal Caro o hacia la Chimba.
Alrededor del paradero existían carteles luminosos que decían “''Venga, tome aquí su tranvía''”. '''Juan Luis Espejo''' en sus “''Relatos del Santiago de Entonces''” narra la existencia de un enorme cartel de neon con una langosta. promocionando el restaurant “El Martini”, de calle Bandera. Se vendían en el lugar también cervezas y bocadillos como hot dogs para los usuarios, la versión antigua de la venta de chocolates y helados en el transporte público hoy.
La garita comenzó a deteriorarse pasada la edad dorada del tranvía, incapaz de enfrentarse a la locomoción movida por motores, y convirtiéndose en un punto peligroso para los pasajeros al tener que convivir con automóviles. Esta terminó siendo retirada a mediados de siglo, y tristemente no existe huella alguna de su presencia en este lugar, ni de la vida que se generó en torno a ella.
El puente fue construido bajo el mando del corregidor, con la ayuda de los ingenieros '''José Antonio Birt, Juan Garland''' y '''Leandro Badarán''' y sus trabajos iniciaron en 1767. Zañartu, conocido por ser un hombre despiadado, ordenó la utilización de 80 reos de la cárcel para la construcción de la obra. Sin embargo, para contar con mejores operarios, ordenó arrestar a los hombres que se encontraban en lugares de diversión los días lunes, obligándolos a trabajar en el puente, y llegando a tener 200 trabajadores; en su mayoría mulatos, aborígenes y criollos.
Tan barbáricos fueron los trabajos forzados a los que fueron sometidos los reclusos, (quienes debieron realizarlos encadenados y bajo la fusta y el látigo) que incluso el Procurador de los Pobres realizó una queja ante la Real Audiencia ante “''los implacables gemidos del continuo padecer de estos miserables que se hallan trabajando al rigor del sol con una vergonzosa desnudez, mal comidos, enfermos y ultrajados''”. Esto sin embargo, no impidió la realización del plan del corregidor.
{{dato|Tan centrado en lograr la construcción del puente se encontraba Zañartu, que mandó a construir una casa de dos pisos en el lado sur del Mapocho, desde donde podía acceder fácilmente a la construcción, y corregir los errores de los operarios. Al final de cada jornada se acercada a inspeccionar los trabajos.}}