Plantilla:Teatro Municipal

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Panorámica: fachada actual del Teatro

El Municipal de Santiago - Ópera Nacional de Chile es uno de los centros culturales más importantes del país, y el más antiguo. Ha jugado un rol clave en el desarrollo cultural de Chile. Brillan sus funciones de ópera, ballet, conciertos sinfónicos, y de cámara y teatro.

Teatro municipal en 1860
Teatro municipal en 1870, tras el incendio
Teatro municipal reparado tras el incendio
Teatro municipal en 1930

La construcción del teatro se inició con un decreto del presidente Manuel Montt en 1853. Diseñado sobre el predio que originalmente ocupó la Real Universidad de San Felipe, el edificio es obra del arquitecto Francisco Brunet des Baines en conjunto al ingeniero civil Philippe-Auguste Charme de L’Isle, en estilo neoclásico francés. Tras el deceso de Brunet en 1855, la obra fue continuada por los arquitectos Lucien Hénault y Manuel Aldunate, con contribuciones de Charles Garnier, autor del Teatro de la Ópera de París.

Fue inaugurado en 1857 con la ópera Ernani de Giuseppe Verdi, a cargo de una compañía italiana especialmente contratada. Rápidamente se convirtió en el centro cultural y social de Santiago. La aristocracia sentía predilección por la ópera, bailes y tertulias.

En diciembre de 1870 el edificio sufrió un incendio; una vez terminada la función de la cantante lírica Carlota Patti, el telón al caer rompió con sus extremos una cañería del alumbrado, en ese entonces de gas, cuya fuga entró en contacto con un farol. Los elementos inflamables del escenario ocasionaron que el incendio se propagara con rapidez.

Don Germán Tenderini, conocido artista, comerciante fue el primero en ingresar ante la emergencia, seguido de Arturo Villaroel, ambos miembros de la Compañía de Bomberos Salvadores. El humo provocó la asfixia de ambos. Una vez sofocado el fuego, durante la inspección del teatro fue encontrado el cuerpo calcinado de Tenderini entre los escombros. De esta forma, se convirtió en mártir. Su nombre fue inmortalizado en la calle del costado oriente del teatro, hoy paseo peatonal y sede de un busto de Mozart, conocido como la “calle de los repuestos”.

El teatro fue reconstruido por un grupo de arquitecto liderado por Hénault y reabierto en 1873. Gracias al apoyo del intendente don Benjamín Vicuña Mackenna, la obra fue levantada con aún mayor magnificencia, aumentando la capacidad de espectadores y nuevas dependencias.

El terremoto de 1906 causó severos daños: destruyó el foyer y la sala principal. Las reparaciones quedaron a cargo de Emilio Doyere, quien además reemplazó las secciones de adobe por ladrillos cimentados en piedra. Además, en el frontis se instalaron pilares y una escala imperial en mármol blanco.

La letanía de calamidades no ha acabado. En 1924, otro incendio provocó daños en el escenario, lo que exigió repararlo y modificarlo. Junto con ello se intervino el foyer, de manera de ampliar la entrada principal. Entre 1947 y 1952 el teatro fue modernizado, con motivo de su centenario. En 1974 fue declarado Monumento Nacional.

En noviembre de 2013 sufrió ¡otro incendio más! Este maltrató la bodega de vestuario del segundo piso y el salón de ensayos del ballet en el tercero. Dieciséis compañías de bomberos trabajaron por tres horas para apaciguar las llamas. La magnitud de los daños bordeó los $2650 millones, y el proceso de reconstrucción tomó cerca de 18 meses.

A lo largo de los siglos XX y XXI, esta catedral de las artes escénicas albergó a importantes artistas de talla mundial, como los bailarines Rudolf Nureyev, Alicia Alonso, Mijail Baryshnikov, Margot Fonteyn o Anna Pavlova; los cantantes Ramón Vinay, Plácido Domingo o Luciano Pavaroti; los pianistas Arthur Rubinstein, Claudio Arrau y Yevgueni Kissin, los violinistas Yehudi Menuhin e Isaac Stern; y las actrices Sarah Bernhardt y Adelaida Ristori. Acogió también grandes exponentes del folclor latinoamericano, como la chilena Margot Loyola y la peruana Eva Ayllón.

Desde los años ‘50 alberga instituciones como la Orquesta Filarmónica de Santiago, el Ballet de Santiago y el Coro del Municipal de Santiago, además de un cuerpo técnico que integra los talleres de realización escénica (construcción, vestuario, escultura entre otros). Una verdadera fábrica de arte. Algunos creen que recintos más modernos como el Teatro Municipal de Las Condes le hacen collera, pero lo cierto es que el Municipal es el único que presenta espectáculos tales como óperas con producción propia. Todos los demás solo ofrecen espacio para producciones externas.

Junto a su programación anual, el Municipal organiza actividades permanentes para acercar la cultura a la población. Hay presentaciones de pequeño formato destinadas al público infantil y juvenil, y Ciclos de Mediodía.

Lupa.png En qué fijarse :
  • El escudo de Chile del salón interior muestra un CABALLO en lugar de un huemul 🤦🏽‍♂.
  • En su cúpula con alegorías, obra de Ernesto Kirbach.
  • Las diversas cariátides en su interior (incluso en la misma sala principal)
  • Su gran lámpara de cristal de 14.300 cristales y 4 metros de alto.
  • Su telón, el cuarto en su historia, pesa más de 1200 kilos. En terciopelo rojo, tal como el original.
  • Las esculturas son de Nicanor Plaza, el mismo del erróneo Caupolicán del Cerro Santa Lucía: “Prólogo” y “Epílogo” en el foyer principal.

Horarios:

  • Según programación.
  • También se realizan visitas guiadas, previa inscripción en la página web.

Entrada:

  • Según programación.
Dato.png ¿Sabías que? : Cuenta un fotógrafo estadounidense que durante el auge salitrero la alta sociedad asistía al Teatro Municipal “no a ver la actuación sino que a lucirse”. Las luces se dejaron encendidas durante las funciones hasta 1910, de manera de que la vida social de los palcos, con antesala y buffet, complementara el atractivo del número artístico. El pavoneo continuaba a la salida con los carruajes. Los porteros municipales clamaban a viva voz “¡El coche de la señora X!”, que luego arribaba con caballos de capa y conductor de librea, para recorridos que en ocasiones no superaban las tres o cuatro cuadras.

En 1911 un palco se remató por 17 mil pesos y se rumoreaba que el negocio de quien se lo adjudicó pasaba por un pésimo momento. Era una inversión publicitaria, porque al día siguiente los prestamistas pensaban: "bueno, no está tan mal como creíamos"

Dato.png ¿Sabías que? : Una presentación de El trovador de Giuseppe Verdi Teatro Municipal tuvo que suspenderse porque el tenor de Manrico, al abrir ampliamente su boca para cantarle a su amada Leonora, se atoró al tragar una pluma de una paloma que anidaba en el escenario
Dato.png ¿Sabías que? : En marzo de 1925 sesionó en el Teatro Municipal la Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales (la “constituyente chica”), destinada a reemplazar la Constitución de 1833. La conformaron miembros del Partido Comunista, la Federación Obrera de Chile, anarquistas, demócratas, radicales, sindicalistas independientes, mutualistas, feministas e intelectuales. Entre ellos el poeta Pablo de Rokha, el pintor Benito Rebolledo, la pedagoga Amanda Labarca, y la líder estudiantil Elena Caffarena
En el cine :
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El Teatro Municipal de Santiago figura en la película El baile de la victoria (2009). Acá el exterior

En el cine :
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El baile de la victoria, escena en el interior

En ruta.png En ruta :
Bill Clinton, a la entrada del ex-San Remo

En abril de 1998 se celebró en Santiago de Chile la segunda Cumbre de las Américas. María Ximena Provoste, quien ese día trabajaba como garzona en el San Remo, en el costado poniente del Municipal, cuenta que cuando vio a Bill Clinton empecé a gritarle "Presidente, Presidente, venga a comer lentejas con nosotros", porque eso había de almuerzo para el personal. Él, para nuestra total sorpresa, avanzó, saludó de besos y más besos y vino hacia nosotros en medio de un mar de gente, periodistas y fotógrafos. Él pidió una Coca Light que yo corrí a servirle, después de saludarlo como tres veces. Me acuerdo que limpié el vaso con un paño que ni siquiera estaba muy limpio, pero él, todo relajado, igual se tomó la bebida, aunque no dejó propina". La "San Remo" capitalizó el minuto de fama y ahora se llama La Picá de Clinton. Al entrar al lugar hay fotos del paso del hombre más poderoso del mundo de ese momento, y en un estante de vidrio está la botella de Coca Cola y el vaso que usó.