Plantilla:Puente Cal y Canto

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Puente de Cal y Canto en 1863

Las obras del Puente Cal y Canto se iniciaron con reos, en calidad de mano de obra forzada. Fueron acollarados en parejas, con cadenas por los pies. De noche se recogían en galpones adaptados como presidios junto a la obra misma. Luis Manuel de Zañartu, corregidor de Santiago, recorría bodegones, casas de juego, chinganas y otros reductos de mala muerte y apresaba a los que no conseguían huir. Los dueños de esclavos los enviaban por unos días a las obras cuando debían ser castigados. Los presidiarios que sucumbían a los latigazos, la insolación u otros males —Zañartu mató a uno con su propia mano— eran enviados a una "sala de presos convalecientes" en el Hospital San Borja, actual Remodelación San Borja.

En 1779 se estableció un impuesto al mate para financiar el puente. Ocurre que el mate era la más popular de las infusiones. Algunos años después la británica María Graham escribió que el desayuno chileno “Consiste a veces en caldo, o carne y vino, pero todos toman mate y chocolate junto a la cama”. Sería más tarde en el siglo XIX que, por influencia británica, el té desplazó al mate.

Por supuesto, hubo quejas múltiples y consultas enviadas a España por este impuesto. Escribe Vicuña Mackenna que "los santiaguinos consentían en ahogarse con tal de tomar mate a poco precio. La mezquindad tiene también su heroísmo".

El Puente de Cal y Canto se inauguró el año posterior a la imposición del impuesto. Se escribió de la obra:

Comillas 1.png
Fue un jigante que miró siempre por la union de los barrios norte i sur del rio, por medio de sus once ojos i diez piernas, fabricadas con sólidas piedras i ladrillos, todo unido con mezcla diabólica de sudor de negros i mulatos i, ademas, con la clara de medio millón de huevos producidos por todas las gallinas i pavas de Santiago.
Comillas 2.png
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Justo Abel Rosales

La fabricación de esta argamasa se le llamaba “hacer la pega”, en referencia a sus propiedades adhesivas. Era la tarea más dura, lo que explica que hasta hoy hablemos de “la pega” como sinónimo de trabajo.

Una crecida de 1888 puso fin al puente, tras 106 años de servicio