Plantilla:Ex Congreso

De Wikiexplora
Saltar a: navegación, buscar
Iglesia de la Compañía en 1614. Ilustración del padre Alonso de Ovalle
Fotografía del Incendio de la Iglesia

Historia del predio e Iglesia de la Compañía

Si bien el edificio data del siglo XIX, como la mayoría de los de esta ruta, exhibe una interesante historia anterior a la construcción hoy en pie. Parte de los terrenos pertenecieron a la mítica Iglesia de San Miguel Arcángel, más conocida como la Iglesia de la Compañía de Jesús. La historia del predio se puede trazar desde 1595, cuando empieza la construcción de una capilla de adobe y teja consagrada a San Miguel.

Tras el terremoto magno de 1647 el templo se derrumbó hasta sus cimientos. Fue reconstruido en cal y canto y, a diferencia del templo anterior, con características mucho más ostentosas: torre de campanario, bóvedas sepulcrales y un enorme reloj. Este templo volvió a ser derrumbado por el siguiente terremoto, de 1730.

Utilizando las estructuras aún en pie, se re-edificó una nueva y más grande iglesia, con influencias del barroco colonial. Esta decisión agravaría el incendio que selló su destino. En la fachada se definieron tres accesos, pero para ingresar era necesario pasar por una pequeña habitación intermedia, que ralentizaba el paso. En la fachada se grabaron los números romanos MDCCLX (1760), fecha de reconstrucción del templo, que según palabras de Benjamín Vicuña Mackenna era solo una ruina disfrazada. Para sumar las desgracias, en 1767 se hizo efectiva la expulsión de la orden Jesuita en Chile, decretada por el rey Carlos III. Sus bienes, incluyendo la iglesia, fueron confiscados.

Dato.png ¿Sabías que? : Por muchos años, corrió el rumor de que los Jesuítas habían cavado túneles donde escondieron parte de sus tesoros tras su expulsión. Algunos se negaban a creer que los objetos que dejaron atrás fuesen tan sencillos. Se rumoreaba que esos túneles les permitían recorrer la ciudad en forma subterránea desde la Iglesia de la Compañía, hasta las calles San Pablo, la Ollería (hoy Portugal) y San Borja. Uno de estos, se presumía, pasaba bajo el río Mapocho y llegaba a Quilicura. Si bien estos fantásticos túneles nunca existieron, durante las obras de restauración del ex-Congreso Nacional sí fue encontrada una galería subterránea abovedada bajo el Salón de Honor.

Tras la expulsión la iglesia dejó de funcionar. Eso hasta 1769, cuando se rehabilitó producto de un incendio en la Catedral que en el momento se construía, y comenzó a galletear como Catedral.

En 1841, colegiales del Instituto Nacional soltaron un chuncho en llamas, el ave se posó en el campanario y desató un voraz incendio consumió la torre principal y derrumbó parte de las estructuras. Su reparación tomó seis años, pero al parecer no se consideró ninguna precaución para evitar un nuevo desastre. En 1858, el ingeniero Eduardo Hanson propuso al Presbítero Ugarte, quien estaba a cargo de la iglesia, instalar redes de abastecimiento de gas hidrógeno para la iluminación interior. El sacerdote sólo hizo colocar el sistema en algunos sitios, optando por una iluminación con velas y candelas de gas y aceite, otra decisión que luego se lamentaría.

El 8 de diciembre de 1863, 2000 a 3000 personas celebraban adentro el día de la Purísima, último del Mes de María. En el templo se habían encendido imprudentemente más de 7 mil luces (se llegó a hablar incluso de 15 mil). Solo el altar mostraba más de 2 mil luces. Aparentemente, la ruptura de un quemador de gas líquido cuando se iniciaba la ceremonia provocó la tragedia. El fuego se propagó a toda velocidad lo que produjo la estampida de los fieles mientras las llamaradas ascendían a la cúpula, y comenzaban a caer las tablas y vigas del techo. Los aparatosos vestidos de las mujeres, la inmensa mayoría de la feligresía, dificultaron aún más el escape. Lo peor es que las puertas se abrían hacia adentro, de manera que la masa humana que presionaba por salir impedía a quienes estaban en primera fila abrirlas. Murieron alrededor de 2.000 personas encerradas, mientras numerosos testigos impotentes contemplaban la hecatombe a pocos metros de distancia.

Largo tiempo permanecieron las ruinas sin ser intervenidas, hasta que pasaron a manos del Congreso Nacional.

Historia del Congreso Nacional

Ilustración del Congreso durante la Guerra Civil, en 1891
Fotografía del Congreso en 1920
Fotografía de la fachada actual

El diseño de un nuevo Congreso -que hasta entonces operaba donde hoy está el Palacio de Tribunales- fue encargado al arquitecto francés Claude-François Brunet de Baines, y las obras quedaron a cargo de Lucien Hénault. En 1863 debieron ser interrumpidas por los daños del incendio de la vecina Iglesia de la Compañía de Jesús. El impacto no pudo ser resueltos de inmediato debido a falta de recursos. Diez años después, el ingeniero chileno Manuel Aldunate prosiguió con las obras, que fueron finalizadas por el arquitecto italiano Eusebio Chelli. El edificio fue inaugurado aún inconcluso, el 1 de junio de 1876, durante el gobierno del presidente Federico Errázuriz Zañartu.

El ala poniente fue ocupada por el Senado, y el ala oriente por la Cámara de Diputados. En el centro, se encuentra el Salón de honor, lugar de reunión del Congreso Pleno.

En 1895 un incendio (¡otro más!) destruyó gran parte del edificio. Fue restaurado al año siguiente por los arquitectos Carlos Bunon, Emilio Doyère, Eugenio Joannon y Carlos von Moltke. Fue reinaugurado en 1901, bajo el gobierno del presidente Federico Errázuriz Echaurren.

El terremoto de 1906 causó severos daños al edificio, por lo que debió ser reacondicionado nuevamente, esta vez bajo el liderazgo del arquitecto Alberto Cruz Montt. Desde esa fecha, y hasta el golpe de estado de 1973, el Senado y la Cámara de Diputados sesionaron aquí. Durante la dictadura, el edificio fue utilizado por el Ministerio de Justicia. Fue declarado Monumento Histórico en 1976.

Dato.png ¿Sabías que? : Las lenguas populares, en vista de la sucesión de desgracias que padeció el edificio, señalaron por mucho tiempo que la maldición de la Iglesia de la Compañía se había pegado al Congreso, dado que utilizaba su antiguo terreno como jardines. A esto se suman muchas historias de fantasmas, aparecidos, poltergeist, libros que se mueven solos, máquinas de escribir que teclean en la noche, y la más espeluznante: la de un sacerdote jesuita sin cabeza que se aparece en las noches por el Salón de Honor.

Tras el retorno a la democracia en 1990, el Congreso fue trasladado a la ciudad de Valparaíso (circula un rumor, imposible de probar, de que Pinochet, consciente de que sería senador vitalicio, quería pasar sus últimos años a orillas del mar). Tomó posesión del edificio la cancillería hasta 2006, cuando pasó a manos del Ministerio de bienes Nacionales. En mayo de 2006, fue restituido nuevamente el edificio al Congreso, y desde entonces los parlamentarios celebran sesiones ocasionales en el lugar, se realizan sesiones de la Cámara de Diputados, y en su Salón de Honor se realizan nombramientos.

De planta cuadrada, luce arquitectura neoclásica francesa. Su acceso principal por calle Catedral posee columnas corintias y frontones rectos, que configuran la fachada de ingreso. El gran salón es rectangular, y conecta a la derecha con el Senado y a la izquierda con la Cámara de Diputados.

Los jardines fueron originalmente diseñados por el paisajista Guillermo Renner (el mismo que remodeló el trazado de la Plaza de Armas). En los accesos al Salón de honor hay estatuas de hierro fundido: figuras humanas que sostienen lámparas en sus manos. Entre las especies vegetales que se pueden encontrar en el jardín hay palmeras, cedros, castaños y copihues.

Entrada:

  • (Solo a la biblioteca del Congreso) Lunes a viernes: 10:00 - 17:30 hrs.
Lupa.png En qué fijarse :
Ministra de Cultura y ministro de Obras Públicas durante la inauguración del "campanario invertido", 2018
En los jardines, en la esquina suroriente, hay una depresión cónica de color azul. Ahí se ubican dos campanas de la Iglesia de la Compañía que sobrevivieron al incendio. Fueron llevadas a una iglesia de Gales, donde permanecieron hasta 2010, cuando fueron retornadas con motivo del Centenario. Se tocan cada día a mediodía. La principal está en el Cerro Santa Lucía, otra está en el Cuartel General de Bomberos de Santiago (que nació fruto del incendio) y otra en la 14° Compañía de Bomberos