Galerías de Cine de Concepción
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Descripción general
Concepción tiene una historia estrecha con las salas de espectáculos. Se remonta al menos al Teatro Galán, incendiado en 1882. La pérdida de este espacio gatilló la construcción del magno Teatro Concepción, coliseo de las artes escénicas abierto al público en 1890. Desde las primeras décadas del siglo XX comenzó a proyectar películas en medio del furor de este nuevo arte que llamaban cine.
El Teatro Concepción fue adquirido más tarde por la Universidad de Concepción, una movida que apuntaló la cartelera fílmica de la ciudad. En ese contexto surgieron algunas salas, austeras y discretas, cuya única finalidad era exhibir esta maravilla de la modernidad. Cines de barrio y proyecciones en clubes y sociedades mutualistas fueron la dinámica. Se construyeron además las primeras salas como el Edén o el Splendid. Salas de colegios también dijeron presente, tales como el Aula Magna del Liceo de Hombres, hoy en estado de ruina frente al Parque Ecuador. En varios colegios se proyectaron películas.
Tras la transición al cine sonoro Concepción sumó llamativas salas. Ahí estaban el Rialto, el Prat y el Central, que se engalanaron la pencósfera con los films de Chaplin, Carlos Gardel y Marlene Dietrich. En la década de 1930 emergieron enormes construcciones alhajadas con finos detalles y mobiliarios, y equipadas con tecnología de punta para la época. Deslumbraban el nuevo Teatro Central frente a la Plaza Independencia con su magnífica sala de hormigón armado, el Roxy con sus vanguardistas líneas y el Ideal con su marquesina curva y líneas navieras que auguraban un cambio en la arquitectura y en la forma de concebir el mismo acto de ir a disfrutar de una secuencia de 24 fotogramas por segundo.
Los cines comenzaron a articular una dinámica en torno a ellos. Brotaron comercio, pastelerías y confiterías que lubricaban el intercambio social. En una época sin televisión, el cine se integró como una actividad urbana casi cotidiana. No era un mero acto de ocio: era vivir la ciudad, deambular por sus calles y generar panoramas complementarios antes o después de la misma película.
El terremoto de 1939 dañó la infraestructura de Concepción pero no su espíritu (mal que mal, la ciudad era veterana de varios siglos de destructiva Guerra de Arauco). De inmediato se dio la orden de reabrir las salas. En primer lugar, porque sus modernas estructuras no cayeron. Además porque traían un respiro y un descanso en medio de tanto quebranto. Aguantaron los modernos Central, Roxy e Ideal, (que posteriormente se llamó Rex) además del ya viejo Teatro Prat, vestigio de los inicios. No solo hubo sobrevivientes, sino que se abrieron salas adicionales, que en un lapso de dos décadas formarían un nuevo circuito de salas de espectáculos, asociado al pujante comercio céntrico. Entre 1940 y 1960 aparecieron el Explanade, (posterior Astor), el Cervantes, el Lux, el Windsor y el Alcázar. Este último es un ejemplo típico de un cine anclado a una galería comercial, tipología arquitectónica arraigada en Concepción que conjugada una multiplicidad de actos y funciones en pleno centro.
1960 trajo consigo un nuevo terremoto, y la destrucción despertó un ideario moderno de rearmarse. Quedó plasmado en estilizadas torres insertas en placas comerciales de uno o dos pisos que incluían galerías comerciales. Algunas de ellas, faltaba más, equipadas con cines. Emulando el patrón del cine subterráneo como el Alcázar/Plaza, entre 1960 y 1970 abrieron el Regina (en Galería Carlos Akel), Lido (en Galería ICONSA) y Romano (en Galería Romano).
¿Sabías que? : El terremoto de 1960 es el más potente jamás registrado instrumentalmente. Tan potente, que liberó el 22% de la energía sísmica de todo un siglo, y generó un tsunami que provocó la muerte de 61 personas en un lugar tan lejano como Japón. Claro que, aunque este ensañamiento de la corteza es conocido coloquialmente como "el terremoto de Valdivia", su epicentro fue en Capitán Pastene, más cerca de Concepción que de Valdivia |
La década de 1960 fue el punto máximo de la cinefilia. Las nuevas tres salas se codeaban con los anteriores: el ya viejo Roxy redenominado Ducal, el Ideal ya conocido como Rex, el Central (Teatro Universidad de Concepción tras la inhabilitación del antiguo). Todo esto además del Astor, Cervantes, Lux, Windsor y Alcázar. Once salas deleitaban con estrenos, clásicos del ayer, rotativos para niños y, porque no todo en la vida puede ser celuloide, actos asociados: conciertos, recitales de poesía, shows de revistas y vedettes y orquestas en vivo.
La actividad declinó desde las décadas de 1970 por la televisión abierta, luego los videoclubs y ya más tarde el cable e Internet.
A inicios de la década de 1990 varios cines habían cerrado. Solo aguantaban al pie del cañón el Teatro UdeC, el Ducal, el Lido, el Romano y el Regina con cartelera todo espectador, y el Windsor y el Plaza (ex Alcázar) con películas para adultos (if you know what I mean). En los albores del siglo XXI, el Ducal ya había sido demolido, el Lido había cerrado al igual que el Regina y el Romano. Similar situación con el Windsor y el Plaza. Solo el Teatro UdeC pervive en el centro, además de las multisalas de los tres malls.
Ruta
Teatro Explanade
Barros Arana 1356. Arquitectos: Santiago Aguirre e Inés Frey, 1940
Como vimos en la intro, tras el tremebundo terremoto de 1939, las salas de espectáculos se consolidaron como importantes centros de ocio y distensión. Los dueños de los cines, como la familia Brieva, expandieron sus recursos construyendo nuevas salas con un perfil y vanguardista, esta vez asociado a al contexto de renovación urbana que siguió al sismo. Es en este escenario en que apareció el Teatro Explanade, en calle Barros Arana entre Paicaví y Janequeo.
Con una distribución simple y una imagen sencilla, fue la primera sala de espectáculos proyectada por el matrimonio de arquitectos Santiago Aguirre e Inés Frey, dupla que se destacó en la ciudad con pocos pero importantes proyectos en medio de la reconstrucción tras ramalazo de 1939. Tras el cierre como cine, el inmueble se destinó a discoteca, hoy el ya clásico Havana Club.
Teatro Concepción
Barros Arana esquina Orompello. Arquitecto: Juan Eduardo Fehrmann, 1890
Inaugurado en 1890 y proyectado por Juan Eduardo Fehrmann, el Teatro Concepción fue el coliseo de las artes locales, una joya arquitectónica construida con una marcada influencia europea. Tenía capacidad para dos mil personas. Similar a otros teatros como el Municipal de Santiago o el Victoria de Valparaíso, el Teatro Concepción gozó de prestigio por su impecable acústica y elegancia. Era la primera parada de compañías artísticas que, antes que existiera el Canal de Panamá, pasaban primero por el hemisferio sur. Recalaban en Talcahuano y deslumbraban a los penquistas, como ocurrió Anna Pavlova, una prima ballerina rusa que hacía babear a todo hombre que la contemplara.
En 1928 el majestuoso teatro comenzó a ser administrado por la Universidad de Concepción y se incluyó el cine dentro de la parrilla de espectáculos como un mecanismo de sustento económico. Dañado por el terremoto de 1939 y reinaugurado en 1946, el teatro mantuvo una oferta de eventos considerable, acrecentada con la formación en la década de 1950 del TUC, la compañía de teatro de la Universidad de Concepción. Quedó en desuso tras el calamitoso terremoto de 1960 y fue hasta fue usado como bodega. En 1973 sufrió un incendio que condujo a su demolición en 1976.
Cine Lux
Barros Arana 1055. Atribuido a los arquitectos: Santiago Aguirre e Inés Frey, 1945
Barros Arana se perfiló como un importante eje de salas de espectáculos. Hacia mediados de la década de 1940 se proyectó una nueva que cumplió la función de cine y sala de eventos que siguió la distribución del edificio de renta y oficinas hacia la calle y la sala de cine en el fondo, tal como ocurrió con el Roxy y el Cervantes. El cine se inauguró en 1950, exhibió lo mejor que el celuloide tenía para ofrecer y fue utilizada como salón de espectáculos.
La arquitectura lucía sus plumas. Poseía detalles enmarcados en su composición modernista, como escaleras de caracol y curvas que contrastaban con la rectitud de las líneas racionales que marcaban su estética. Un proyecto atribuido a los arquitectos Santiago Aguirre e Inés Frey por sus cualidades similares al Cervantes y al Explanade, exhibía un espacio central de doble altura con cubierta vidriada y circulaciones curvas que daban un sencillo dinamismo.
Durante la década de 1960 se celebraron espectáculos radiales en los que se invitaban estrellas musicales empapadas por el boom por la “Nueva Ola”. Tras el cierre como cine, el edificio fue ocupado como bodega de algunas casas comerciales y pasó sus últimos días como sucursal de una tienda por departamentos, la misma que determinó su demolición el año 2012. Se destruyó todo el inmueble y se perdió para siempre una de las salas con la mejor acústica y arquitectura del sur de Chile.
Cine Romano
Barros Arana esquina Colo Colo, Galería Romano. Arquitectos: Gabriela González, Pedro Tagle y Ernesto Vilches
Tras el terremoto de 1960 y la puesta en marcha de un nuevo Plan Regulador, Concepción se vio invadida de una serie de edificaciones en altura que seguían el formato de una plataforma comercial de uno o dos pisos, en su mayoría conformados por una galería comercial. En la esquina de Barros Arana con Colo Colo se proyectó uno de los edificios que siguió esa línea, proyecto de los arquitectos Gabriela González, Pedro Tagle y Ernesto Vilches.
La galería comercial proyectada en la placa se concibió con un cine que siguió el formato subterráneo: el Cine Romano. Tal como ocurrió con el Cine Regina, su capacidad era modesta pero su ubicación privilegiada. Se volvió uno de los más populares entre las décadas de 1960 y 1990, a pesar de ser vecino inmediato del Cine Ducal. Mientras muchas salas cayeron entre 1970 y 1990, el Romano se mantuvo con funciones y con proyecciones de estrenos hasta los albores del siglo XXI. Cerró por un tiempo y volvió brevemente con algunas proyecciones. De nuevo cerró y la sala fue utilizada por una secta con fines de culto. Al cabo de unos años una iniciativa denominada Teatro Romano le devolvió el carácter de sala de espectáculos pero tampoco aprobó con distinción el paso del tiempo. Hoy es una sala de eventos.
Teatro Roxy (Ducal)
Barros Arana 770. Arquitecto: Guillermo Schneider, 1938
Ubicado en calle Barros Arana, casi en la esquina con Colo Colo, en pleno centro comercial de Conce, el Teatro Roxy se alzó en 1938 como un moderno salón de espectáculos que reemplazó al antiguo Teatro Splendid. De los mismos dueños del Central, el Roxy se proyectó de avanzada arquitectura y aspectos técnicos y acústicos. En medio de un ambiente de alta competencia, estas delicias lo posicionaron como el más importante cine de la ciudad.
Como proyecto del arquitecto Guillermo Schneider el Roxy era, llamativamente, un inmueble de renta hacia la calle Barros Arana con la sala de espectáculos al fondo.
Desde su apertura, el Roxy exhibió una nutrida cartelera, marcada por alta presencia de estrenos de Hollywood, junto con la presentación de artistas nacionales, desde orquestas a músicos de la talla de Claudio Arrau. Los terremotos poco o nada afectaron a la estructura. Desde 1960 se conoció como Cine Ducal, nombre emblemático bajo el cual continuaron los estrenos hasta inicios de la década de 1990. Fue uno de los últimos grandes en permanecer con esa función y en 1997 el edificio fue demolido para dar paso a locales comerciales. Los nombres Roxy y Ducal perduran en la memoria colectiva de Tropiconce.
Teatro Rialto
Aníbal Pinto 556. Ingeniero: Cayo Pandolfi, 1924
A principios de la década de 1920, la cartelera local era bastante escasa y las salas de espectáculos (fuera del Teatro Concepción) se caracterizaban por ser austeras y discretas. En 1924 se inauguró en calle Aníbal Pinto entre Freire y Barros Arana el Teatro Rialto, una gran edificación de líneas neoclásicas y recargadas a cargo del ingeniero Cayo Pandolfi. Los dueños de la sala fueron la Compañía Cinematográfica Ítalo – Chilena. De inmediato el Rialto se destacó por sobre las otras salas y comenzó a exhibir las películas del momento con estrellas como Imperio Argentina, Greta Garbo o Marlene Dietrich. Fue sede de encuentros políticos y espectáculos de variedades, manteniendo un uso flexible hasta el año 1939, cuando el terremoto del 24 de enero determinó su demolición y pérdida. Posteriormente se construyó la Galería Rialto, edificio que hasta el día de hoy se mantiene y es parte del circuito de galerías comerciales de la ciudad.
Cine Lido
Aníbal Pinto 341, Galería ICONSA. Arquitectos: Osvaldo Cáceres y Gabriela González
Con la construcción del edificio de la Galería ICONSA, en calle Aníbal Pinto entre O’Higgins y San Martín, se proyectó en su interior una sala de cine, un proyecto de los arquitectos Osvaldo Cáceres y Gabriela González, quienes trabajaron en la refacción del Teatro Central tras el traspaso a la Universidad de Concepción y realizaron a su vez reparaciones en el Roxy tras el terremoto de 1960, preparándolo para ser el Cine Ducal.
El Lido, se conformó como una sala anexa a la galería al mismo nivel de la misma, de sencillo lenguaje y ejecución, configurándose mediante planos plegados e intercalados con un amplio escenario y cómodas ubicaciones. Fue inaugurado en enero de 1962 con la película “Hiroshima, mi amor” y mantuvo una cartelera de estrenos y de éxitos internacionales.
Tras el declive de la industria cinematográfica, pasó brevemente una época como la Sala 2 de la Corporación Cultural de la Universidad de Concepción y posteriormente la sala se arrendó para eventos varios incluyendo la serie de tocatas “Tras Bambalinas”, sesiones musicales que revitalizaron tanto la sala como la galería que la incluye. Actualmente está en desuso.
- A modo de complementar, se recomienda ver el siguiente material documental donde Proyecto Vermut recopiló diferentes testimonios de personas que han trabajado y visitaron el Cine Lido:
Teatro Central (Teatro Universidad de Concepción)
O’Higgins 650. Atribuido al arquitecto Guillermo Schneider, 1936
Similar en su génesis con respecto al Teatro Rialto, el Teatro Central fue una sala ubicada en el centro comercial más importante de Concepción, el Portal Cruz, ubicado en calle O’Higgins frente a la Plaza Independencia. Propiedad de Juan José y Benito Brieva, el Central complementó la diversidad de comercios ubicados en el portal (hotel, banco, farmacia, peluquería y cafés).
En sus inicios se conformó una sala de sencillas características pero con gran relevancia al exhibir grandes estrenos y películas sonoras. El Teatro Central original dejó de funcionar por un breve período de tiempo para dar paso a una nueva sala, de modernas y audaces líneas, pasando a ser la primera sala de espectáculos con avances técnicos y arquitectónicos en la zona. El nuevo Central se inauguró en 1935 contrastando con lo clásico del edificio del Portal Cruz, el cual sufrió daños de consideración con el terremoto de 1939.
El Teatro Central permaneció incólume rodeado por el herido portal hasta 1950, cuando un incendio terminó por liquidar lo poco que quedaba del histórico edificio. Posteriormente se construyó el edificio Olivieri y el conjunto de edificios de oficinas más el Banco Concepción, quedando la sala integrada a ellos. En 1962, la Universidad de Concepción adquirió el Teatro Central para destinarlo a sus propios usos, permaneciendo con esa función hasta nuestros días, siendo conocido por todos como el Teatro Universidad de Concepción.
Cine Windsor (L 09)
San Martín esquina Caupolicán. Arquitecto: Jorge Velasco Urzúa, 1946
En la esquina de las calles San Martín con Caupolicán, se construyó a mediados de la década de 1940 un cine bastante sencillo acompañado de un edificio de renta, como era lo usual en la época. El cine se conoció como Windsor y pasó a nutrir la ya intensa y abultada cartelera local.
Su edificio se caracterizó por estar inserto en una línea arquitectónica extendida en las décadas de 1940 y 1950 cuando ocurre un revival de elementos clásicos y academicistas en la arquitectura. Su fachada de San Martín, por ejemplo, expone columnas con aires jónicos y compuestos así como motivos florales y orgánicos, detalles que rompieron con la propagación de los preceptos modernos ocurrida desde 1940. El Windsor se caracterizó en sus inicios por exhibir estrenos de cartelera y con el tiempo se perfiló como un cine en que se proyectaron films europeos y alternativos que no solían ser exhibidos en el resto de las salas de cine de la ciudad. Terminó sus días en la década de 1990, tras varios años de exhibición de películas de carácter pornográfico, situación que tocó a varias de la ciudad y del país.
Cine Alcázar (Plaza)
Caupolicán 556, Galería Ramos. Arquitecto Fernando Moscoso, 1958
En 1958 se construyó la Galería Ramos, proyecto del arquitecto Fernando Moscoso y que fue concebido como un pasillo con locales comerciales laterales dispuestos en dos niveles incluyendo una doble altura. Los locales del segundo nivel quedaron abalconados con una circulación perimetral que transformó a esta galería en un espacio único en la ciudad, conectándose además con la Galería Universitaria y en la década siguiente con las galerías Montserrat y Banco Español, (actual Santander). La galería se planteó con una sala de cine integrada como un recinto subterráneo con una limitada capacidad pero que a diferencia de otros, era mucho más cómodo para los asistentes, con recintos de permanencia como un hall y servicios sanitarios de fácil acceso.
El Cine Alcázar se destacó por la exhibición de películas mexicanas y españolas, en tiempos en que Sarita Montiel y Carmen Sevilla eran las ídolas de la gran pantalla. Tras el decaimiento de la industria de las salas de cine en la década de 1970, cambió de nombre a Cine Plaza y pasó sus últimos días hasta la década de 1990 como cine pornográfico, tal como ocurrió con el Windsor. Si bien está actualmente abandonado, es una de las pocas salas que se mantienen en su estado original, conservando el espacio de la sala y parte del mobiliario original.
- A modo de complementar, se recomienda ver el siguiente material documental donde Proyecto Vermut recopiló diferentes testimonios de personas que han trabajado y visitaron el Cine Alcázar:
Teatro Ideal (Rex/Ópera)
Rengo 850. Arquitecto: Edmundo Enríquez del Pozo, 1938
A sólo meses de la apertura del Teatro Roxy, en noviembre de 1938, se inauguró otra sala de espectáculos, la tercera sala moderna de Concepción, esta vez a cargo de los señores Ruiz y Conde, quienes decidieron invertir en un nuevo teatro para la ciudad. Ubicado en Rengo entre Las Heras y Los Carrera, esta sala se destacó por su avanzada tecnología con equipos Phillips de última generación y una acústica envidiable.
El arquitecto Edmundo Enríquez del Pozo desarrolló el proyecto que resultó en un claro antecedente de la arquitectura moderna de la ciudad, una sólida estructura y una dominante presencia en medio de un sector barrial que se consolidó desde la década de 1930 con hitos próximos como el Cerro Amarillo. Esta sala ayudó a impulsar un comercio asociado al cine mismo, como pastelerías y confiterías. Desde la década de 1950 se denominó Rex y ya en la década de 1970, en el contexto del decaimiento de las salas de cine, terminó sus días fílmicos como Ópera. Posteriormente fue transformado en pista de patinaje, conociéndose como Rollerskate Concepción y desde la década de 1980 se conoce como Vega El Esfuerzo, tras ser adquirido por un grupo de comerciantes.
Cine Cervantes
Barros Arana 541, Galería Irazábal. Arquitectos: Santiago Aguirre e Inés Frey, 1943
Desde la década de 1940, la idea de galerías comerciales se masifica en la ciudad con interesantes y renovadas propuestas. Tal es el caso de la Galería Irazábal, ubicada en Barros Arana entre Rengo y Caupolicán. Una galería proyectada dentro de un edificio de renta que si bien no tuvo una gran cantidad de locales comerciales, sí tuvo una rica espacialidad expresada en un espacio central de triple altura con escaleras cuyas rampas cruzan el vacío.
Proyecto de los mismos arquitectos del Explanade, Santiago Aguirre e Inés Frey, la Galería Irazábal contó con una sala de cine ubicada en el fondo, el Cine Cervantes. Discreto y sencillo, sin mayores pretensiones espaciales y arquitectónicas que tenía la particularidad de tener su acceso de forma lateral, situación que incomodaba y molestaba a los asistentes, ya que quien llegaba tarde a la función era visto por todos interrumpiendo la proyección. En cualquier caso, es una de las salas más recordadas y que complementó el circuito de cines ubicado en calle Barros Arana. Posteriormente dio pasó a la discoteque Gatsby y una serie de tiendas que pasaron por el recinto. Actualmente es un ciber y tienda de artículos electrónicos.
- A modo de complementar, se recomienda ver el siguiente material documental donde Proyecto Vermut recopiló diferentes testimonios de personas que han trabajado y visitaron el Cine Cervantes:
Cine Regina
Barros Arana 340, Galería Akel. Arquitecto: Julio Ramos Lira, 1960
La familia Akel, asociada a la industria de las salas de espectáculo en la ciudad, decidió construir un edificio residencial y comercial que incluyó un cine en calle Barros Arana casi en la esquina con Angol. El edificio se planteó con una galería comercial en el primer nivel que siguió el patrón de la planta en “L”, teniendo una salida hacia calle Angol.
La Galería Akel, como se denominó, se remató en la esquina con el Cine Regina, que siguió la idea de los cines subterráneos. Una sala austera y acorde a una nueva fase de cines en la década de 1960, asociada a una modernidad arquitectónica que alcanzó un álgido punto tras el terremoto de 1960.
El Cine Regina tuvo una limitada capacidad de asistentes pero no por ello fue menos importante, al contrario, fue uno de los más populares y uno de los que se salió del perímetro del centro penquista. Asimismo, fue de los últimos cines en exhibir estrenos de cartelera hasta mediados de la década de 1990. Tras varios años de estar la sala en desuso, se convirtió en el Salón de Eventos del Hotel El Dorado, entidad que adquirió parte del edificio.
- A modo de complementar, se recomienda ver el siguiente material documental donde Proyecto Vermut recopiló diferentes testimonios de personas que han trabajado y visitaron el Cine Regina:
Teatro Prat
Prat esquina O’Higgins, (Interior ex recinto ferroviario). Arquitecto indeterminado, ca. 1920
Ubicado en pleno recinto ferroviario en calle Prat, casi en la esquina con calle O’Higgins, el Teatro Prat fue un edificio de líneas neoclásicas no ostentosas. No está claro quién fue su arquitecto o cuándo fue su apertura, probablemente en los albores de la década de 1920. Si bien estaba asociado a los trabajadores de ferrocarriles, este teatro exhibió espectáculos para el público en general, desde últimos estrenos en cartelera de la época a conciertos y recitales de artistas de renombre e incluso shows de revistas con vedettes internacionales.
A principios de la década de 1960 su edificio se reacondiciona para dar paso al gimnasio del equipo Arturo Fernández Vial, función que mantendría hasta finales de los años ’90 cuando es demolido junto a todo el conjunto de edificios pertenecientes a ferrocarriles en medio de la renovación del sector y la planificación del Barrio Cívico.
Recomendaciones
A 15 minutos caminando de la ultima parada en la ruta (Teatro Prat), hacia la ribera del Rio Biobío, se encuentra el Parque Costanera, parte de un plan de recuperación urbana de la ribera norte. En el sector se encuentra:
- Teatro Regional de Biobío, inaugurado el 7 de marzo de 2018, edificio diseñado por el arquitecto Smiljan Radic. Este teatro materializa los más de cincuenta años de espera de la ciudadanía por un teatro de esta escala, generando expectativas no solo a nivel regional si no también a nivel país, como un punto de atracción de la cultural y las artes a nivel nacional. El teatro cuenta con una sala principal de 1.200 butacas, una sala menor de 250, salas de ensayo, cafetería, espacios para acoger actividades teatrales y musicales, además de espacios anexos.
- Al costado norte del Teatro Regional se encuentra el Memorial Conmemorativo de las Víctimas del Terremoto y Posterior Tsunami del 27 de febrero de 2010, inagurado el día miercoles 23 de Octubre de 2013. A través de un concurso público organizado por el Colegio de Arquitectos con ayuda de la Comisión Bicentenario, siendo adjudicado por los arquitectos Agustín Soza y Ricardo Atanacio, recibiendo la ayuda del artista Fernando Feureisen. El memorial se compone de ocho monolitos de entre 20 y 25 metros de altura construidos de hormigón armado y recubiertos de piedra de Cobquecura, a modo de símbolo por ser ésta la localidad más cercana al epicentro del terremoto del 27 de febrero. Las torres buscan generar una experiencia entre el espacio vertical y el contraste entre la luz y la sombra. En su interior se define un espacio habitable que permite reflexionar al visitante. En el interior de las torres se encuentran los nombres de las victimas fatales y desaparecidos producto de la catástrofe, nombres de las localidades y testimonios de sobrevivientes. Por último, un poema de la cantautora Violeta Parra respecto a un hecho similar, el Terremoto de Valdivia de 1960.
Proyecto Vermut
Proyecto Vermut es una iniciativa que nace en el año 2011 como una manera de ampliar el circuito de actividades culturales y como una respuesta a la escasa oferta de espacios para la exhibición de propuestas audiovisuales en la ciudad. Así es como a modo de rescate/ejercicio de memoria, en octubre de 2012 se realizó una primera versión bajo la forma de un ciclo de cine chileno en galerías del centro de Concepción donde antes hubo cines, re-activando un circuito de salas hasta ese entonces casi olvidado y ofreciendo además un espacio de exhibición alternativo a los cines ya relegados a un lugar dentro de un mall. También Proyecto Vermut ha documentado en formato audiovisual la historia de los cines más emblemáticos que existieron en Concepción, extendiendo esta investigación a parte de estos espacios que existieron en la Región del Biobío, como Tomé, Lebu y Coronel.
Conoce más información de Proyecto Vermut en su página web