Barrio Mapocho
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Descripción General
El Mapocho es, además de un barrio histórico con calles que se remontan a épocas pre-coloniales, un espacio clave de la cultura popular de la ciudad. Los límites del barrio no son precisos y hay distintas posturas al respecto. Acá se definió como el sector ubicado entre Plaza de Armas y Avenida Santa María. Hacia el lado sur del Mapocho confluye un menjunje de edificios históricos, establecimientos de entretenimiento popular, tiendas y comercio ambulante.
Contenidos de la Ruta
Lo que sigue es la historia de uno de los barrios más importantes de la cultura popular capitalina. Barrio arrabalero, suele ser pasado por alto, sin embargo guarda una rica tradición, como espacio de refugio de los migrantes del campo a la ciudad, portadores de nuevas costumbres y nuevas formas de habitar la urbe. Estos rasgos han dejado su legado hasta hoy y viven en sus habitantes: las dinámicas del mercado y las relaciones que se forman en torno a este, las ferias y puestos callejeros, los vendedores ambulantes, y los vecinos, quienes conviven en un colorido y vivaz caos.
Historia del Barrio
El territorio del Mapocho trasciende a épocas pre-coloniales, ya que formaba parte del Camino del Inca.
Durante el siglo XVI, se establecieron guangualíes, poblaciones de indios y mestizos, quienes establecieron sus ranchos y talleres en el cauce del Mapocho. Fueron los primeros asentamientos en las riberas del río, espontáneos y sin regulación. Con el pasar del tiempo estos se masificaron pese a la persecución de las autoridades, para quienes tales comunidades no eran dignas del lugar y las declararon ilegales.
Durante siglos XVIII y XIX, los mismos vecinos construyeron al sur del río calles situadas en las rampas de acceso y salida de los puentes de Cal y Canto, especialmente la vía de las Ramadas -hoy calle Esmeralda-, calle Puente y calle Sama -hoy General Mackenna-. Durante 1820, las autoridades destruyeron la mayoría de los ranchos construidos en las riberas, trasladando de forma masiva a los pobres al sur y poniente de la ciudad.
¿Sabías que? :
Las obras del Puente Cal y Canto se iniciaron con reos, en calidad de mano de obra forzada. Fueron acollarados en parejas, con cadenas por los pies. De noche se recogían en galpones adaptados como presidios junto a la obra misma. Luis Manuel de Zañartu, corregidor de Santiago, recorría bodegones, casas de juego, chinganas y otros reductos de mala muerte y apresaba a los que no conseguían huir. Los dueños de esclavos los enviaban por unos días a las obras cuando debían ser castigados. Los presidiarios que sucumbían a los latigazos, la insolación u otros males —Zañartu mató a uno con su propia mano— eran enviados a una "sala de presos convalecientes" en el Hospital San Borja, actual Remodelación San Borja. El procurador de pobres, Diego Toribio de la Cueva, denunció "los implacables gemidos del continuado padecer de estos miserables, que se hallan trabajando al rigor del sol, con una vergonzosa desnudez, mal comidos, enfermos y ultrajados". Zañartu contestó entre otras cosas que recibían tres panes y una libra de charqui al día "con que viven fornidos y lozanos". En 1779 se estableció un impuesto al mate para financiar el puente. Ocurre que el mate era la más popular de las infusiones. Algunos años después la británica María Graham escribió que el desayuno chileno “Consiste a veces en caldo, o carne y vino, pero todos toman mate y chocolate junto a la cama”. Sería más tarde en el siglo XIX que, por influencia británica, el té desplazó al mate. Por supuesto, hubo quejas múltiples y consultas enviadas a España por este impuesto. Escribe Vicuña Mackenna que "los santiaguinos consentían en ahogarse con tal de tomar mate a poco precio. La mezquindad tiene también su heroísmo". La obra tomó quince años, trabajando desde que se insinuaba "el canto de la diuca" hasta la puesta de sol. El puente se inauguró el año posterior a la imposición del impuesto. Benavides y otros notables invitaron entonces a Zañartu a una cena en la que le cocinaron lo mismo que él daba a sus obreros: una sopa achocolatada donde flotaban papas podridas y charqui con gusanos. El corregidor montó en su caballo y se fue pasar la ira a su quinta de La Cañadilla, actual Independencia. Una vez concluid, el puente:
La fabricación de esta argamasa se le llamaba “hacer la pega”, en referencia a sus propiedades adhesivas. Era la tarea más dura, lo que explica que hasta hoy hablemos de “la pega” como sinónimo de trabajo. La historia del puente llegó a su fin con una crecida de 1888. Tan calamitosa, que hasta el presidente Balmaceda se apostó a contemplar. El Mapocho arrastraba faroles, árboles, casuchas, animales y por un momento se cubrió de miles de cebollas escamoteadas a un depósito. A eso de las 17:15 crujió. Era el fin. Dice Rosales que:
Quedó tan maltrecho que fue demolido, tras 106 años de servicio |
En paralelo, en las riberas del río se constituyeron espacios de intercambio comercial. En parte, por los diversos molinos que se construyeron en sus orillas. Más importante, por la Plaza de Abastos, donde se concentraban los vendedores ambulantes y tenderos, y por la Vega del Mapocho. Estos dos espacios comerciales abastecían de alimentos a la ciudad, y en ellos convergían bodegueros, carretilleros, mercaderes y consumidores. Esto propició el desarrollo de locales comerciales en sus calles. Como la calle Puente, así llamada porque conducía al Puente Cal y Canto, que se especializaba en talabarterías (trabajo en cuero).
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De acuerdo con el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, el sector siempre fue plebeyo. Decía que mantuvo un desarrollo autónomo del resto de la ciudad, marcado fuertemente por los riesgos del río sin canalizar y por la apropiación de lo popular como elemento que definía a los habitantes, de forma antagónica a los aristócratas. A inicios del siglo XIX, comenzaron a aumentar las viviendas y el hacinamiento, así como ramadas, almacenes, bares y prostíbulos. Surgieron también, pese a la alta tasa de analfabetismo, imprentas y talleres tipográficos donde se publicaban periódicos.
En 1872, Vicuña Mackenna propuso su proyecto de Transformación de Santiago. Uno de los principales puntos era la canalización del río con el objetivo de generar una sola ciudad, incluyendo al relegado sector del Mapocho. Mackenna creía que existían dos ciudades: la ciudad propia de la gente de bien, opulenta, ilustrada y cristiana, y la ciudad bárbara de los arrabales. Este proyecto ponía en valor el poder civilizatorio del espacio público, creando nuevas calles, estaciones ferroviarias y un nuevo paseo público donde yacían los basurales del lecho del río. Tras un incendio que afectó la Plaza de Abastos esta se clausuró, y se erigió en su lugar el Mercado Central a fin de rehabilitar el sector y de regular el comercio.
Para desembocar en esta ciudad única se requería de mejores puentes. De este modo emergió el sacrilegio: cuestionar la idoneidad del viejo y vapuleado Cal y Canto. Además de deteriorado carecía de anchura suficiente, y formaba un dique que retenía las aguas y propiciaba inundaciones.
Hacia mediados de siglo la migración campo ciudad -que trajo numerosos peones y sus familias, en situación de pobreza- y una serie de epidemias impulsaron reformas sanitarias. Se definió finalmente la canalización del Mapocho, con el objetivo de transformar una zona “pestilente y sucia” en un paseo atractivo y salubre. En 1857 se aprobó la ley que autorizó la canalización, y en 1888 comenzaron las obras -basadas en el proyecto del ingeniero Valentín Martínez- que conllevaron el derrumbe del puente Cal y Canto. El barrio abandonó sus ropajes coloniales a cambio de otros modernos: se buscaba crear un “nuevo barrio”, a la altura de los mejores barrios de París y Londres. Habría alcantarillado, se expropiarían los terrenos de las riberas donde existían viviendas populares, y se pondría punto final a los basurales.
A esto se sumó el desarrollo de vías de tranvías y el advenimiento del ferrocarril urbano, con núcleos en torno al mercado. En 1880, se añadió al mercado una línea férrea circunvalatoria, que conectaba este espacio con el resto de la ciudad. En 1890 se erigieron tres puentes metálicos a lo largo del río, de modo que el puente “de los Carros” quedó como conector entre el lado sur y norte del río, y aumentó aún más el tráfico del sector. Eran habituales los desórdenes y escándalos callejeros, ya que existían no menos de 20 hoteles parejeros o cafes chinos, asociados al comercio sexual y regentados habitualmente por asiáticos, origen del nombre. La prostitución en el sector alcanzó proporciones enormes para la época, junto a las cantinas clandestinas.
Finalmente, la inauguración de la Estación Mapocho' en 1912, propició la última explosión de bares, hoteles y boliches. Medraban también restaurantes, boîtes, cafés, salones de baile, cabarets y fuentes de soda. En las calles abundaba el comercio de sopaipillas, tortillas, huevos duros y pan amasado hasta la madrugada. Un sinnúmero de artistas, pintores, poetas y literatos reconocidos pasaron por estos lugares: Neruda, Plath, Paschín, de La Vega, Recabarren, Rojas Jiménez, Nicómedes Guzmán, de Rokha, Mundt y tantos otros, que compartieron espacios con maleantes, cuidadores de carros, copetineras y prostitutas.
Desde mediados del siglo XX no se registraron mayores cambios en el barrio, y en dictadura no hubo mayor inversión pública. El barrio se "pacificó" debido a las fuertes regulaciones de las autoridades, lo que en conjunto con los toques de queda provocó que bares y antros recreativos se extinguieran durante los ‘80 y ‘90. Sin embargo, aún prevalece el imaginario y el carácter popular, así como unos pocos bares sobrevivientes que han mantenido sus tradiciones.
Época y/o horario adecuado
Se puede ir en cualquier época del año pues es un espacio público, abierto, sin restricción horaria. Se recomienda visitar de día, desde las 10, cuando todos los lugares abiertos a público. De noche el área es algo delicada, con una tasa no despreciable de hurtos, pero no impedimento para empinar unas copas en La Piojera.
Acceso
En vehículo propio
No es aconsejable transitar en auto en vista de la congestión del sector, y la dificultad para encontrar estacionamientos disponibles (incluso en los municipales).
En bicicleta
Hay bicicleteros en el sector, pero no usarlos sin protección del tipo anti holocaustos nucleares. En el sector abundan los hurtos.
En transporte público y autostop
Considerando que la ruta parte en Plaza de Armas, se sugiere utilizar el Metro. Estación Plaza de Armas es combinación de las líneas 5 y 3, y cuenta con acceso/salida que da directamente hacia la plaza. Es de lejos la mejor opción para la mayoría de los casos.
Descripción de la ruta
Nota previa: Plaza de Armas ofrece muuuucha historia. Sin embargo, la ruta parte justo al norte de ésta. Ver el artículo respectivo si se quiere conocer más sobre este espacio fundacional de Santiago.
Estación 1: Calle Veintiuno de Mayo
Esta calle, continuación del Paseo Estado, se extiende desde Plaza de Armas hasta el Río Mapocho, donde desemboca junto al Mercado Central. Es peatonal entre Monjitas y Rosas, de alma decididamente comercial.
En sus orígenes coloniales fue llamada la Calle de la Pescadería, ya que los jueves los mercaderes se instalaban a vender productos del mar. Posteriormente pasó a llamarse Calle de la Caridad, debido a la construcción del Cementerio de la Caridad, donde eran enterrados los reos fallecidos.
En el siglo XIX cambió su nombre a Calle de la Nevería, debido a los múltiples vendedores de nieve establecidos en el lugar, que la traían durante el verano desde la Cordillera, arriba de Las Condes, a lomo de mula. Un producto preciado en la era pre-refrigerador, utilizado para la elaboración de helados y la conservación de alimentos (recomendado el documental sobre la última persona que aún practica esta actividad en Ecuador).
Su actual nombre tiene homenajea el Combate Naval de Iquique, ocurrido el 21 de Mayo de 1879, durante la Guerra del Pacífico, en el que murió en forma heroica Arturo Prat.
¿Sabías que? : los cinco buques del Combate Naval de Iquique eran:
Juntos, forman la palabra CHILE |
- Calle de las Lanas
El triángulo conformado por las calles 21 de Mayo y Diagonal Cervantes es un tradicional núcleo de lanerías y cordonerías. No solo acuden los santiaguinos, sino también habitantes de regiones por su gran variedad y precios. Se puede adquirir lanas de distintos tipos y artículos para el bordado y costura, así como círculos de tejido y talleres. En fin, carretes para el mundo.
El año 2016 los locatarios fueron informados que tendrían que desalojar antes de fin de año para dar paso a la construcción de un centro comercial. Ya se imagina la grande que se armó, dada la tradición del rubro y el hecho de ser históricos negocios familiares. La comunidad de tejedoras se movilizó con talleres de tejido gratuitos en el barrio y se organizaron con locatarios y vecinos. Finalmente, la congregación dueña del predio (las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul) desistieron de vender los locales a la inmobiliaria interesada y se logró preservar este tradicional rincón de la ciudad.
- Donde Golpea el Monito
Esta tienda, ubicada en el Nº707 de la calle 21 de Mayo, es una de las sombrererías más antiguas de la capital. La tienda-taller fue fundada por el asturiano José González Noriega y familia en 1915 como Fábricas Unidas Americanas de Sombreros. Conserva hasta hoy el estilo de tiendas de principio de siglo, con altas repisas, lámparas colgantes, espejos de elaborados marcos, mostradores de atención y dos vitrinas de vidrios biselados.
El nombre se debe a una marioneta mecánica parisina que los dueños adquirieron en 1922. Era un pequeño muñeco vestido de “botones”, que golpea con su bastón el vidrio del escaparate. Al parecer representaba una figura afroamericana, lo que explicaría el grueso de sus labios y sus orejas. Ya se ve, en esa época la sensibilidad racial no estaba de moda. El personaje fue toda una novedad y rasgo distintivo del barrio. La gente comenzó a referirse al lugar como aquel “donde golpea el monito”. En una maniobra publicitaria, la tienda fue redenominada a Aquí Golpea el Monito", que más tarde derivó a Donde Golpea el Monito.
La tienda se jacta de una inimaginable variedad de sombreros. Se mide la cabeza del cliente, y rápidamente los vendedores se dejan caer como moscas a la miel, con un sombrero o gorro a la medida exacta. A esto se suman vestimentas de tipo folclórico, como mantas huasas, cinturones, ponchos, suspensores, etc.
Donde Golpea el Monito está a cargo de la cuarta generación de la familia fundadora. El conserje mecánico luce ya destartalado; su mano golpeadora está fracturada y torcida. Sin embargo, sigue funcionando, y es engalanado según la época: es vestido de huaso en fiestas patrias, o de viejo pascuero en Navidad. La tienda casi cumple cien años, y el monito más de 80, aún descolocando a los paseantes del sector (salvo a los que van premunidos de la reseña de Wikiexplora).
Estación 2: Plazoleta de Santo Domingo
La pequeña plazoleta de la calle 21 de Mayo esquina Santo Domingo, guarda una historia mucho más interesante de lo que se podría conjeturar a primera vista. Fue uno de los primeros puntos precisados en el mapa del campamento semi-militar establecido en el siglo XVI, que hoy conocemos como Santiago.
En 1565 se estableció en este sitio el compañero de expedición de Pedro de Valdivia, don Juan Hurtado, quien construyó una casa en el sitio de la plazuela, frente a la cual se instaló circa 1552 el convento de los frailes dominicos. La casona fue luego traspasada a su yerno, Andrés Hernández de la Serna.
Durante la Colonia y la República, funcionó en el lugar la histórica Posada de Santo Domingo. La casona fue reconstruida múltiples veces, debido a los terremotos y a la inundación de 1783, una de las varias veces en que el Mapocho se desbordó sobre la ciudad. Es tras este último evento que se edificó el edificio tal y como aparece en las fotografías de archivo.
Durante la reconquista española (1814-1817), las fondas y casas de jolgorio cerraron de súbito, ante el miedo a la represión de las autoridades realistas. Solo la Posada de Santo Domingo se mantuvo abierta, recibiendo a los patriotas que oraban por el país en la vecina iglesia y luego entraban al establecimiento. Tras la independencia, la casa volvió a ser sede de grandes celebraciones, centro de recreación y hospedaje.
¿Sabías que? : La Posada de Santo Domingo es mencionada por Alberto Blest Gana en su novela Martín Rivas. Es donde el protagonista se aloja en Santiago. |
Lentamente la posada fue decayendo, y alrededor de los 1900 derivó en taller industrial, además de locales comerciales. El conjunto existió hasta 1931, cuando finalmente fue demolido para construir una pequeña explanada que sirviera como plaza para la iglesia.
Posteriormente con la instalación del tranvía, se ensanchó la calle de Santo Domingo, y se adoquinó la plaza. Se trasladó una fuente de agua decorada con niños con aspecto de querubines, fue fundida en la compañía francesa J.J Ducel et fils, una antigua firma de metalurgia artística. La pieza posee características clásicas y renacentistas francesas. A sus pies se lee J.J Ducel, maître de forges à Paris.
Actualmente, el lugar es conocido por sus locales de comida rápida y comerciales, además de su ubicación frente a la Iglesia de Santo Domingo. Posee asientos de roca, por lo que pueden verse trabajadores del centro descansando al horario de almuerzo, a la sombra de los edificios aledaños. Por las noches vagabundos suelen dormir allí, además de ser usada para transacciones medias turbias y prostitución. Pese a todo esto, sigue siendo un rincón de enorme valor histórico para la ciudad.
Estación 3: Iglesia de Santo Domingo
Este templo se encuentra dedicado a la Virgen del Rosario, y pertenece a la Orden de los Dominicos. Estos fueron la tercera congregación en llegar a Chile, tras los Mercedarios y los Franciscanos.
El primer templo fue construido en 1557 en ladrillo y cal. Quedó totalmente destruido tras el terremoto de 1575. El segundo templo fue construido en 1606 por Juan González en estilo colonial. Poseía tres naves separadas por arcos de ladrillo, muros de piedra y techumbre de madera, pero se derrumbó tras el terremoto magno de 1647. El tercer templo corrió la misma suerte: fue inaugurado en 1677 y destruido por el terremoto de 1730.
La cuarta y definitiva iglesia inició su construcción en 1747, con el diseño del cantero Juan de los Santos Vasconcellos. Aun cuando fue inaugurada en 1771 las obras prosiguieron por el arquitecto Joaquín Toesca entre 1795 y 1796. Tras el levantamiento de las dos torres de ladrillo estucado, las obras se dieron por finalizadas en 1808.
La iglesia posee un estilo neoclásico con detalles neobarrocos. La construcción es de bloques de piedra sin recubrimiento, extraídas desde el Cerro Blanco. La planta es de tipo basilical, con tres naves. La central, construida con una bóveda de cañón, es más amplia y cuenta con un ábside y crucero. Las naves laterales están construidas con dinteles de madera a la vista, y poseen ventanas abocinadas para facilitar la iluminación.
El templo fue declarado Monumento Nacional en 1951.
Horario misas:
- Lunes a viernes: 08:00 y 11:30 hrs.
- Jueves: 18:00 y 19:30 hrs.
- Sábado: 11:30 hrs.
- Domingo: 09:00 y 11:30 hrs.
Estación 4: Calle Rosas
Esta calle debe su nombre a un beaterío. Alrededor de 1680 un grupos de mujeres piadosas reunidas en oración eran apodadas rosas. Su lugar de residencia era, por tanto, conocido como la Calle de las Rosas.
El beaterío dio origen a un monasterio en 1754, cuando llegaron del monasterio de Santa Rosa de Lima, monjas dominicas. A principios del siglo XX, producto de un fraude, la comunidad perdió su casa, y finalmente se establecieron en la comuna de las Las Condes. Es desde ese momento que comienza a modificarse el uso de los predios, hasta llegar al uso comercial que se conoce hoy.
Desde hace varias décadas, esta calle es conocida como el distrito de las manualidades de Santiago. Se pueden encontrar botonerías, bisutería, pintura, librerías, papelerías, encintados, telas y bordado, entre otros. Desde la calle se puede acceder a las Galerías Las Rosas (más conocida como la de los botones) y Las Flores, que cobijan una multiplicidad de pequeñas tiendas en su interior. Un paraíso para cachurear.
Horario:
- Lunes a Viernes: 10:00 - 19:00hrs
- Sábado: 10:00 - 15:00hrs
Estación 5: Mercado Central
El Mercado Central concentran 241 locales de casi cualquier cosa que termine en "ía": marisquerías, pescaderías, fruterías, yerberías, carnicerías, botillerías, fiambrerías, panaderías y queserías. Para dar variablidad fonética hay también farmacias, una joyería, y restaurantes. Estos últimos son reconocidos por sus recetas tradicionales criollas. Entre las especialidades destacan platos típicos basados en productos del mar, como el mariscal, la paila marina y el pescado frito. Un lugar clave del patrimonio culinario chileno (y de quienes necesitan de un lugar abierto al amanecer para pasar la resaca).
La manzana donde se encuentra emplazado fue durante la colonia una cancha de desperdicios llamada Basural de los Domínicos. De hecho, se escogió como lugar para edificar el Palacio de La Moneda hasta que descubrieron que los siglos de desechos habían vuelto del terreno un flan. Es por orden de Bernardo O’Higgins en 1817 que el terreno fue limpiado y acondicionado para trasladar al mercado original de la Plaza de Armas, debido al desorden y suciedad que los vendedores generaban en el sector. La explanada fue destruida en un incendio en 1864, lo que condujo a las autoridades a levantar un proyecto definitivo: la Plaza de Abastos de Santiago.
El nuevo proyecto consistía en dos partes: una plaza interior, diseñada por el arquitecto Manuel Aldunate, y el diseño del edificio que la contenía, por Edward Woods y Charles Henry Driver. El edificio fue proyectado en base a hierro y acero, recientemente introducidos en el país. Así, se define un núcleo central techado, con una compleja armazón metálica -forjada en el Reino Unido- y sustentada en albañilería de ladrillo y arcos de medio punto, que permitía el ingreso de luz interior y un sistema de ventilación cruzada. Definía en su centro un cuadrilátero con una fuente de agua.
En qué fijarse : En la arquitectura de hierro forjado destacan los adornos de los pilares y arcos, y sus puertas de hierro fundido, decoradas con motivos de hojas y tallos entrelazados. |
En 1868 comenzaron las obras a cargo del arquitecto Fermín Vivaceta y el contratista Juan Stefani. Fue inaugurado el año 1872 por el presidente Federico Errázuriz Zañartu. Se lo consideró en el momento como uno de los edificios públicos más hermosos, por su escala, uso y aplicación tecnológica.
En 1884, la Municipalidad inició la construcción de un anillo perimetral con nuevos locales, siguiendo la línea de edificación de la manzana. En ese anillo se encuentran los locales de pescados y mariscos.
Alrededor del 1900 se instaló luz eléctrica, servicios higiénicos y lavadores para las pescaderías. Entre 1927 y 1930 se demolió el frente norte del segundo anillo, según la ley de canalización del Mapocho. En 1983, se llevó a cabo una restauración general del edificio, y fue declarado Monumento Nacional el año siguiente. En 1990 fue vendido por la Municipalidad a los locatarios, quienes organizaron una copropiedad obligada a respetar el estatus de Monumento Nacional, estatus que demanda especial cuidado con el mantenimiento, uso e intervenciones.
En 2004 el entorno del Mercado Central fue intervenido a fin de realzar su valor patrimonial y revitalizar la vida urbana del sector.
¿Sabías que? : El Mercado Central fue declarado en 2012 como uno de los Mejores Cinco Mercados del Mundo según National Geographic |
Horario:
- Lunes a Jueves: 06:00 - 17:00hrs
- Viernes: 06:00 - 20:00hrs
- Sábado: 06:00 - 18:00hrs
- Domingo: 06:00 - 17:00hrs
Estación 6: La Piojera
Este afamado local de Aillavilú 1030 se ha establecido como la tradicional chichería-restaurante de Barrio Mapocho. Sus dueños, la familia Benedetti, lo ha conservado por más de tres generaciones.Dentro de este tugurio hay tragos y comida criolla, y un look' que pareciera extractado de una ramada o chingana, con banderas y escarapelas patriotas entre pipas y barriles, así como letreros pintados a mano. En años recientes se volvió un atractivo turístico y buque insignia de la puesta en valor de la cultura guachaca, con lo que cambió el público y sus características originales de picada tipo antro.
La historia del establecimiento esta fuertemente enlazada a la de la calle Aillavilú, llamada antiguamente "Calle de Zañartu" porque en el siglo XVIII precisamente frente a la chichería se emplazaba la casa de vigilancia de las obras del Puente de Cal y Canto del corregidor Luis Manuel de Zañartu.
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No hay cómo saber si este local sería el que después ocupase la piojera, pero da a entender que esta calle desde sus inicios fue dominada por los bares y cantinas, además de casas de remolienda. Oreste Plath en El Santiago que se Fue indica que los orígenes de la cantina se remontan a la Guerra del Pacífico, y que el restaurante actual nace hacia 1916, sobre un boliche que ya llevaba 60 años de vida.
La versión más aceptada sobre el nombre del local, y que es la que registra la web oficial del tugurio, remite a un berriche del presidente Arturo Alessandri Palma. En 1922, al ser llevado a ese local tras una ceremonia en la Escuela de Detectives rugió iracundo apenas entró ¡¡Y a esta piojera me trajeron!. Otra versión sugiere que en la chichería picaban piojos grandes y chicos
El trago más famoso del local es el terremoto, copete nacional extraoficial. Esta bomba gastrointestinal está conformada por vino pipeño, helado de piña, fernet o granadina. A esto se ha sumado la versión con menta o maremoto. Antes del boom del terremoto y sus variedades, se vendían vinos y chichas de San Javier, así como pipeños blancos, borgoñas, colas de mono y ponches de culén. Esta última, tradicional bebida campesina muy popular en las picadas de barrio de los mercados santiaguinos. Por muchos años los locales del barrio no poseían cocinerías propias, por lo que el callejón se llenaba de comerciantes que ofrecían tortillas, pequenes, pan amasado y huevos duros. Otra opción era comprar mariscos en el Mercado Central, y llevarlos al local para desconcharlos y comerlos con limón. Posteriormente La Piojera incorporaría una cocinería, por lo que hoy abundan en el menú preparaciones como el pernil, prietas y longanizas, huevos duros, empanadas de horno y bifes a lo pobre.
Además de Alessandri Palma, otros jefes de estado pasaron por el lugar, como Juan Antonio Ríos, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens y Eduardo Frei Ruiz-Tagle. A esa lista se suman el cantante de ópera Ramón Vinay, el pintor Arturo Pacheco Altamirano, el escritor Francisco Coloane, y diversos clubes como la Hermandad de los Patos, conjuntos musicales y agrupaciones deportivas. Estas visitas están capturadas en fotografías que decoran el muro tras la barra.
La Piojera ha logrado sobrevivir pese a los cambios de su entorno y al acoso de proyectos inmobiliarios. Tal fue el caso del intento de cierre en 2003, para demolerlo y construir un centro comercial. El piojicidio fue repelido por las organizaciones vecinales y los dueños. En ese momento el Movimiento Guachaca, en una parodia a Monumentos Históricos Nacionales tituló al sitio como Monumento de los Sentimientos de la Nación
Estación 7: Ex - Hotel Bristol
La construcción de este edificio data de 1913, cuando fue encargado por el comerciante Humberto Quennette al arquitecto español José Forteza Ubach, reconocido por el diseño del desaparecido Palacio Undurraga, mansión neogótica proyectada a semejanza del City Hall de Múnich, demolida en 1975 y reemplazada por una mole borrosa y fome.
Este inmueble hunde sus raíces en el furor comercial y hotelero que trajo consigo la revolución ferroviaria de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Estas obras fueron a su vez resultado del proyecto Circunvalación de Santiago, impulsadas por el programa para "La transformación de Santiago" del antiguo intendente Vicuña Mackenna. El espacio se consolidó con la construcción y posterior inauguración de la Estación Mapocho en 1914.
El edificio proyectado se caracteriza tanto por su emplazamiento como por su volumetría,. Actúa como un "edificio rótula", que articula la trama geométrica del damero en su encuentro con el Río Mapocho y el Parque Forestal. Su estilo es representativo de la arquitectura chilena Neoclásica de comienzos del siglo XX. Logra integrar a la Estación Mapocho a través de su escala, el tratamiento de su fachada y el ritmo de sus vanos, estableciendo en conjunto un umbral para los inicios de la Avenida Presidente Balmaceda.
En 1934 el edificio cambió de propietario y quedó en manos del empresario León Durandin, quien lo reinauguró bajo el nombre de Hotel Bristol. Era un elegante recinto donde culminaban los viajes de pasajeros y turistas del tren que provenía desde Valparaíso. Sus reconocidos bar y restaurante chileno-italiano eran una invitación a pasar, tal como lo eran los influyentes locales comerciales del primer piso que atendían a los transeúntes a través de los vanos de su fachada.
La proximidad del edificio a la Estación Mapocho, fueron la clave del éxito, que lo convirtió en uno de los hoteles más reconocidos de la capital, receptor de una flujo constante de clientes nacionales e internacionales. Sin embargo, con el cese de funciones de la Estación Mapocho en 1987 perdió clientela en forma brusca. El comercio del primer piso migró y sus vanos se convirtieron en ventanas exteriores. Las actividades hoteleras finalizaron cuatro años más tarde, año en que el edificio fue adquirido por la Ilustre Municipalidad de Santiago y sus dependencias destinadas a la administración de divisiones municipales.
¿Sabías que? : En el 2002, en una iniciativa promovida por el entonces alcalde de Santiago Joaquín Lavín, se concibió un concurso con miras al Bicentenario, con el fin de establecer una suerte de "segunda Plaza de Armas, junto a una torre monumental.
Entre los concursantes estuvo el arquitecto Alejandro Aravena quien ganó el Pritzker en 2016 junto a Fernando Pérez O.. Diseñaron una torre muy liviana, al punto que la maqueta se hizo en base a tela e hilo. Otra propuesta era una "torre hacia abajo", o gran exavación. Otra idea era un gran globo más liviano que el aire que jalaba de los cables que lo sostenían al piso en lugar de cargar su peso sobre ellos. El ganador fue el arquitecto Nicolás Loi, quien diseñó una torre de 257 metros que habría eclipsado los 128 metros de la Torre Entel, y que proporcionaba una ventana urbana en su cúspide como punto central de observación. Ver detalles. La obra fue descartada por el sucesor de Lavín, Raúl Alcaíno, debido la falta de recursos y falta de consenso. |
Siguieron numerosos intentos de intervención. Hubo concursos e iniciativas de restauración, entre las que destaca una colaboración de la Municipalidad con la Universidad Católica, de Chile y Diego Portales. Esta buscó recuperar el Ex Hotel Bristol reorientando sus funciones para dotarlo de vigencia a través de la adición de elementos modernos, sin alterar en demasía el edificio original. Ninguna intervención se concretó y el Ex Hotel Bristol fue declarado Monumento Nacional en 2007 por el Consejo de Monumentos Nacionales.
Estación 8: Fantasma de la Ex-Garita Mapocho
Esta estación no existe ya más. Cierre los ojos e imagine...
¡Pero no todavía, pedazo de bruto! Lee el texto primero.
En la época en la que el tranvía atravesaba el río Mapocho por el puente de los Carros, la estación era un punto central en el intercambio de pasajeros. La Compañía de Ferrocarril Urbano estableció corrales y talleres para sus tranvías. En la plaza, de cara a la imponente fachada de la estación, se hizo instalar una casa techada que se volvió símbolo del barrio: la Garita Mapocho. Era una especie de cobertizo con kiosko interior para informaciones. Los pasajeros esperaban aquí los tranvías, que seguían por avenida Cardenal Caro o hacia la Chimba.
Alrededor del paradero carteles luminosos anunciaban: Venga, tome aquí su tranvía. Juan Luis Espejo en sus Relatos del Santiago de Entonces narra la existencia de un enorme cartel de neón con una langosta promocionando el restaurant “El Martini”, de calle Bandera. Se vendían cervezas, bocadillos y hot dogs al paso, la versión de la época de los chocolates y helados que sazonan el transporte público hoy.
La garita comenzó a deteriorarse pasada la edad dorada del tranvía, incapaz de enfrentarse a la locomoción movida por motores. La convivencia con los autos la volvió un punto peligroso para los pasajeros. Acabó retirada a mediados de siglo. Por desgracia no existe huella alguna de su ajetreada presencia, ni de la vida que se generó en torno a ella.
Estación 9: Estación Mapocho
Durante la segunda mitad del siglo XIX, durante la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna, Santiago vivió un complejo cambio urbanístico. Era necesario mejorar la infraestructura y equipamiento de las emergente población periférica que trajo consigo el proceso de industrialización. Se estableció un programa llamado “La transformación de Santiago” que fijó una “cintura de hierro" (o "camino de cintura") que ceñía a la capital. El trazado de la línea de ferrocarril de la Circunvalación de Santiago definió los límites de la ciudad de la época y estableció las líneas de conectividad a través de las cuales se distribuían los insumos y se desplazaba la mano de obra para la actividad productiva. Se volvió un elemento clave para el desarrollo periférico y económico de la urbe.
La inauguración del Ferrocarril Santiago-Valparaíso en 1863 en conjunto con las obras de la Circunvalación de Santiago impulsaron vigorosamente el comercio periférico. Si bien el ferrocarril llegaba solo hasta Estación Central, los bienes que transportaba eran repartidos desde esta y desde su estación anexa en el Barrio Yungay. La estación de Yungay alimentaba a su vez al antiguo Mercado de Abastos ubicado al norte de Santiago, en la ribera del Río Mapocho. En 1872 se edificó sobre ese viejo recinto el Mercado Central de Santiago, y en sus alrededores se asentó una zona libre de comercio y mercaderes. La actividad impulsó la construcción de una nueva estación, más cercana a este nodo comercial, que se concretó en 1888 bajo el nombre de Estación Mercado. Era un ramal de la Estación Yungay, localizada entre Teatinos y Avenida Presidente Balmaceda, a cuatro cuadras del mercado.
Junto a las obras de transformación de Santiago impulsadas por el incansable Mackenna tuvo lugar la canalización del Río Mapocho (1886 - 1891), desarrolladas por el ingeniero Valentín Martínez. El trabajo involucró el espacio entre el camino de cintura oriente -hoy Plaza Italia- y el puente de Ovalle-Hornillas, hoy Vivaceta. Las quintas y peladeros en los que se desarrollaban robos y otros delitos se convirtieron en un terreno apto y razonablemente seguro para la construcción de futuro equipamiento para la ciudad. Esto dio pie, entre otras cosas, al Parque Forestal, originado a partir de los jardines del Museo de Bellas Artes diseñado por Emile Jecquier e inaugurado en 1910.
En 1904, favorecido por la canalización del Mapocho y el embrionario Parque Forestal, se decidió remodelar el antiguo ramal ferroviario de la Estación Mercado trasladándose hacia unos nuevos terrenos frente a la calle Bandera. Esta nueva estación estuvo a cargo del arquitecto Emile Jecquier, quien inició la construcción en 1905 con el propósito de inaugurarla con motivo del Centenario de la Independencia en 1910. Se comisionaron estructuras metálicas diseñadas por el arquitecto a la Compagnie Centrale de Construcciones Hayne Saint Pierre en Bélgica. Fueron necesarias para el levantamiento de las bóvedas interiores del hall de distribución y las marquesinas laterales.
¿Por qué se llama como se llama? : Para el primer aniversario de la independencia, una época anterior a AliExpress, las telas eran caras y escasas. Había pocas banderas dando vueltas. El gobierno tuvo que pedir prestada una al Gobernador de Valparaíso para poder izarla en la Plaza de Armas, en esquema pierde-paga. Un comerciante de textiles llamado Pedro Chacón Morales, futuro diputado y abuelo de Arturo Prat, aprovechó la carestía para dar un golpe publicitario e izó un enorme pabellón en el frontis de su tienda, en esquina de Huérfanos con De Las Capuchinas. La gente comenzó a hablar de la Calle de la Bandera... y nunca dejó de hacerlo |
¿Sabías que? : Para comprobar la resistencia de la estructura belga, se colgó una locomotora desde los arcos que conformaban la nave principal. Si bien resistieron, se aplicaron correcciones mínimas para asegurar su resistencia. |
No se cumplió la meta del Centenario. Conjuraron la mala calidad del terreno, dificultades técnicas y atrasos en la habilitación de los servicios ferroviarios anexos. Se inauguró parcialmente en 1912, sin público y con pocas autoridades. La obra fue recibida de forma oficial en 1914 e inició funciones que se prolongaron por siete largas décadas.
En diciembre de 1976, la Estación Mapocho fue declarada Monumento Nacional. Esto facilitó hacia 1985 un proceso de restauración a cargo del arquitecto Cristian Besseler. Tras estudiar las obras de Emile Jecquier intentó devolver la gloria y distinción originales. Se rasparon las nobles maderas, cuyas vetas figuraban sumergidas bajo sucesivas capas de pintura, se recubrieron los zócalos exteriores con piedra rosada de Pelequén. El realce la volvió un remate justo y lógico del Parque Forestal.
Durante la remodelación la estación fue cerrada al público. Los servicios ferroviarios fueron desviados hacia la Estación Alameda a través del Túnel Matucana, lo que ocasionó retrasos y con ello una significativa baja del número de pasajeros. En febrero de 1986, el trágico Accidente de Queronque provocó la suspensión definitiva de los servicios a Valparaíso. Esta tragedia ocurrió a cuatro kilometros de Estación Limache, cuando en una curva el convoy AES-9, se incrustó cinco metros en el tren que venía en sentido contrario. Los pasajeros de los asientos delanteros de ambas máquinas perecieron en el acto. Hubo 58 muertos y 510 heridos, 111 de ellos graves. Fue el broche de plomo a las funciones ferroviarias en la Circunvalación de Santiago.
En 1987, la Empresa de Ferrocarriles del Estado paralizó la remodelación y la Estación Mapocho cesó definitivamente sus operaciones de 73 años. El año siguiente se vendió a la CORFO, institución que la convirtió en un espacio cultural. En 1991 se constituyó la Corporación Cultural de la Estación Mapocho. Se llamó luego a un concurso nacional para el rescate y reacondicionamiento del emblemático edificio.
La propuesta ganadora fue de autoría de un grupo de arquitectos conformado por Teodoro Fernández, Montserrat Palmer, Rodrigo Pérez de Arce y Ramon López. Se cambió de color blanco a ladrillo y se construyó la Plaza de la Cultura sobre el antiguo estacionamiento ubicado en el frontis, que conformó un nuevo espacio para las artes, para la cultura y para el Metro de Santiago. También se restauró la gran nave interior, las salas del segundo nivel y las salas subterráneas, además de las instalaciones y terminaciones del costado sur, los andenes y la escalera de la gran nave.
Hoy la Estación Mapocho es uno de los centros de eventos más importantes de Santiago. Aloja toda clase de eventos y exposiciones, desde programas arquitectónicos, literarios, deportivos, de diseño y geeks, entre otros. Ve si estás de suerte en la Cartelera.
¿Sabías que? : Hay un túnel ferroviario, aún en uso, que conecta Estación Central con Estación Mapocho, pasando a un costado del Parque Quinta Normal. Es el llamado Túnel Matucana |
Estación 10: Ex - Puente de Cal y Canto
El puente de Calicanto, o de Cal y Canto, fue un puente construído sobre el río Mapocho, con la finalidad de conectar ambas laderas e integrar el sector de La Chimba (ladera norte, actuales comunas de Recoleta e Independencia) a la ciudad de forma segura, ya que los puentes anteriormente construidos (uno de cal y ladrillo, y otro de madera) fueron destruidos con las crecidas del río.
Obra del corregidor Luis Manuel de Zañartu, es considerada una de las mayoras obras arquitectónicas en la historia de Santiago, y fue un símbolo y paseo de esta hasta su demolición.
El puente fue construido bajo el mando del corregidor, con la ayuda de los ingenieros José Antonio Birt, Juan Garland y Leandro Badarán y sus trabajos iniciaron en 1767. Zañartu, conocido por ser un hombre despiadado, ordenó la utilización de 80 reos de la cárcel para la construcción de la obra. Sin embargo, para contar con mejores operarios, ordenó arrestar a los hombres que se encontraban en lugares de diversión los días lunes, obligándolos a trabajar en el puente, y llegando a tener 200 trabajadores; en su mayoría mulatos, aborígenes y criollos.
Tan barbáricos fueron los trabajos forzados a los que fueron sometidos los reclusos, (quienes debieron realizarlos encadenados y bajo la fusta y el látigo) que incluso el Procurador de los Pobres realizó una queja ante la Real Audiencia ante los implacables gemidos del continuo padecer de estos miserables que se hallan trabajando al rigor del sol con una vergonzosa desnudez, mal comidos, enfermos y ultrajados. Esto sin embargo, no impidió la realización del plan del corregidor.
¿Sabías que? : Tan centrado en lograr la construcción del puente se encontraba Zañartu, que mandó a construir una casa de dos pisos en el lado sur del Mapocho, desde donde podía acceder fácilmente a la construcción, y corregir los errores de los operarios. Al final de cada jornada se acercada a inspeccionar los trabajos. |
Inaugurado en 1780, medía 202 metros de largo, elevándose más de 12 metros sobre la altura del río, y contando con nueve arcos de 9 metros de altura. Su estructura estaba hecha de cal y rocas traídas de las canteras del Cerro Blanco, y para pegarlos se utilizaron miles de claras de huevo. La utilización de cal y cantos fueron los que le otorgaron el nombre al puente.
Con el paso del tiempo se volvió un símbolo para la ciudad, y conector de núcleos comerciales. A los costados del puente se instalaron garitas con tiendas, donde se podían encontrar frutas, baratijas, dulces y otras confecciones. Llegó a contar con cinco boticas, dos panaderías, bodegas de vinos, relojerías, sombrererías, talabarterías y hasta la imprenta del periódico La Estrella de Chile.
El año 1888 fue minado y derrumbado, con la finalidad canalizar el río, y construir nuevos puentes que permitieran la construcción de vías de tranvía. El derrumbe de este impactó tanto a la sociedad de la época, que Joaquin Edwards Bello llegó a señalar la demolición del puente como una de las grandes catástrofes de nuestra historia.
Hasta hoy se pueden encontrar vestigios de este puente, principalmente en la estación de Metro que lleva su nombre, ya que a mediados de los ‘80, durante la construcción de dicha estación, se encontraron restos de su estructura.
Recomendaciones y posible extensión de la ruta
- Evitar permanecer hasta muy tarde, en especial si se está solo.
- Si hay ánimos, se puede continuar con la ruta de Independencia, o Iglesias de Recoleta y sector La Chimba
Bibliografía y Agradecimientos
- La Vida en las Riberas. Cristián Salazar Nandín. Ediciones Urbatorivm.
- El barrio Mapocho y el parque Forestal: Espacio público y representaciones de ciudad en Santiago de Chile (1885-1900). Simón Castillo Fernández.
- Santiago de Chile: Ciudad propia, Ciudad Bárbara. Francisca Márquez.
- Urbatorivm
- Cultura Mapocho