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Barrio Mapocho

Revisión del 18:49 15 may 2019 de MariaJoseSepulveda (discusión | contribuciones) (Bibliografía y Agradecimientos)


Imagen de murales del barrio, Get Lost Magazine.



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Cuadro Resumen (editar)
Ubicación Santiago
Belleza Atractiva
Atractivos Arquitectura interesante, Gastronomía llamativa, Hito(s) histórico(s)
Duración 3 horas
Desniveles +7, -11
Distancia (metros) 1350
Primer autor María José Sepúlveda Páez
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Descripción General

El Mapocho además de un barrio histórico -cuyas calles llegan a retroceder hasta periodos pre-coloniales- es un espacio clave de la cultura popular de la ciudad. Es un poco difícil establecer exactamente sus límites ya que el barrio es difuso y hay distintas posturas por los autores que lo han estudiado, sin embargo en wikiexplora decidimos definir un paño que contempla el sector norte de Plaza de Armas hasta Santa María. En este territorio, que da hacia el lado sur del Mapocho, podemos encontrar edificios históricos, establecimientos de entretenimiento popular, tiendas y comercio ambulante.

Contenidos de la Ruta

La presente ruta permite conocer la historia de uno de los barrios más importantes en lo que respecta a la cultura popular de la capital. Barrio arrabalero, suele ser pasado por alto, sin embargo guarda una rica historia, al haber sido el espacio donde se refugiaron los migrantes del campo a la ciudad, trayendo consigo sus costumbres y generando nuevas formas de habitar la urbe. Estas formas de han heredado de alguna u otra forma hasta hoy, y se mantienen presentes en sus habitantes: las dinámicas del mercado y las relaciones que se forman en torno a este, las ferias y puestos callejeros, los vendedores ambulantes, y los vecinos, quienes conviven de forma caótica, llenando las calles de vida.

Historia del Barrio

 
Imagen de Mapocho Colonial; vista hacia Puente Cal y Canto y Tajamares.
 
Puente de Palos sobre el río, alrededor de 1870. Fuente: EnTerreno
 
Trabajos de canalización del río, por 1880. Fuente: EnTerreno
 
Vista del Barrio desde la Estación, alrededor de 1920.
 
Vista del Barrio Mapocho hacia 1920. Fuente: Archivo Chilectra
 
Vista desde la Estación Mapocho hacia el oriente, en 1930. Fuente: EnTerreno

El territorio del Mapocho trasciende a épocas pre-coloniales, ya que formaba parte del Camino del Inca.

Durante la colonia (siglo XVI), se establecieron “guangualíes”, o poblaciones de indios y mestizos quienes establecieron sus ranchos y talleres en el cauce del Mapocho. Estos fueron los primeros asentamientos en las riberas del río (que es importante mencionar, eran espontáneos y sin regulación), y con el pasar del tiempo, estos se fueron masificando, pese a la persecución de las autoridades que consideraban que afeaban el lugar, y los declararon ilegales.

Durante siglos posteriores (XVIII y XIX), al sur del río, los mismos vecinos construyeron calles situadas en las rampas de acceso y salida de los puentes de Cal y Canto, especialmente la vía de las Ramadas -hoy calle Esmeralda-, calle Puente y calle Sama -hoy General Mackenna-. Durante 1820, las autoridades destruyeron la mayoría de los ranchos construídos en las riberas, trasladando de forma masiva a los pobres al sur y poniente de la ciudad.

En paralelo a esto, en las riberas del río se constituyeron espacios de intercambio comercial, en parte por los diversos molinos que se construyeron en sus orillas, pero sobre todo gracias a la Plaza de Abastos, donde se concentraban los vendedores ambulantes y tenderos, y a la “Vega del Mapocho”. Estos dos espacios comerciales abastecían de alimentos a la ciudad, y en ellos se encontraban bodegueros, carretilleros, mercaderes y consumidores, lo que propició el desarrollo de locales comerciales en sus calles; como por ejemplo la calle Puente, que se especializaba en talabarterías, o trabajo en cuero.

En la parte del río que defendían los pretiles o tajamares, estaba la Plaza de Abastos o Mercado, que consistía en un cuadrado de edificios bajos construidos en la misma disposición sencilla que todo el resto de los edificios viejos de Santiago. Allí se vendía carne, legumbres, pescado y todos los artículos de alimentación. También se cocinaban y expendían, en medio del humo y del olor penetrante de la grasa derretida, los picarones, sopaipillas y empanadas fritas. Los puestos de mote y huesillos, de empanadas caldeas y de tortillas de rescoldo, alternaban con la venta de pajaritos vivos, jilgueros, tordos, y de frutas frescas y secas, todo en grande, pintoresca y sabrosa variedad”
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Ramón Subercaseux, sobre sus recuerdos de infancia hacia 1860.

Según el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, el sector “siempre fue plebeyo”, y mantuvo un desarrollo autónomo del resto de la ciudad, marcados fuertemente por los riesgos del río sin canalizar y la apropiación de “lo popular” como elemento que definía a los habitantes de forma antagónica a los aristócratas. A inicios del siglo XIX, comenzaron a aumentar las viviendas y la convivencia hacinada, así como ramadas, almacenes, bares y prostíbulos. Surgieron también, pese al gran número de analfabetos, imprentas y talleres tipográficos donde se publicaban periódicos.

En 1872, Vicuña Mackenna propone su proyecto de Transformación de Santiago, siendo uno de los principales puntos la canalización del río con el objetivo de generar una sola ciudad, incluyendo al sector del Mapocho que se encontraba relegado (Mackenna creía que existían dos ciudades, la ciudad propia de la gente de bien, opulenta, ilustrada y cristiana, y la ciudad bárbara de los arrabales). Este proyecto ponía en valor el poder “civilizatorio” del espacio público, creando un nuevo paseo público al eliminar los basurales del lecho del río, así como la creación de nuevas calles, y estaciones ferroviarias. Tras un incendio que afectó la Plaza de Abastos, esta se clausura, y se erige el Mercado Central a fin de cambiar la cara al sector y regular el comercio que allí se desarrollaba.

Para generar esta ciudad única era necesario contar con mejores puentes. De este modo comenzó a cuestionarse la necesidad del puente de Cal y Canto, que se encontraba deteriorado, además de tener poca anchura lo que formaba un dique que detenía las aguas, y generaba inundaciones.

Hacia mediados de siglo la migración campo ciudad -que trajo numerosos peones y sus familias, en situación de pobreza- y una serie de epidemias impulsaron reformas sanitarias. Se definió finalmente la canalización del Mapocho, con el objetivo de transformar una zona “pestilente y sucia” a un paseo atractivo y salubre. En 1857 se aprueba la ley que autoriza su canalización, y en 1888 comienzan las obras -basadas en el proyecto del ingeniero Valentín Martínez- que conllevaron el derrumbe del puente Cal y Canto, transformando un barrio colonial en uno moderno: se buscaba crear un “nuevo barrio” que estuviera a la altura de los mejores barrios de París y Londre, incorporando alcantarillado, la expropiación de los terrenos de las riberas donde existían viviendas populares, y la eliminación de basurales.

A esto se sumó el desarrollo de vías de tranvías y ferrocarril urbano -con núcleos en torno al mercado-. En 1880, se añadió al mercado una línea férrea circunvalatoria, que conectaba este espacio con el resto de la ciudad. En 1890 se erigen tres puentes metálicos a lo largo del río, quedando el puente “de los Carros” como conector entre el lado sur y norte del río, y aumentando aún más el tráfico del sector. En esta época eran habituales los desórdenes y escándalos callejeros, ya que existían no menos de 20 hoteles parejeros o “cafes chinos”, asociados al comercio sexual y regentados habitualmente por asiáticos (de ahí el nombre). La prostitución en el sector alcanzó numeros enormes para la época, junto a las cantinas clandestinas.

Finalmente, la inauguración de la Estación Mapocho en 1912, generó la última explosión en la creación de bares, hoteles y boliches durante el resto del siglo XX. En el barrio además de estos establecimientos podían encontrarse restaurantes, boîtes, cafés, salones de baile, cabarets y fuentes de soda. En sus calles abundaba el comercio de sopaipillas, tortillas, huevos duros y pan amasado hasta la madrugada. Un sinnúmero de artistas, pintores, poetas y literatos reconocidos pasaron pos estos lugares: Neruda, Plath, Paschín, de La Vega, Recabarren, Rojas Jiménez, Nicómedes Guzman, de Rokha, Mundt' y tantos otros, que compartieron espacios con maleantes, cuidadores de carros, copetineras y prostitutas.

Ya a mediados y fines de siglo no se registraron mayores cambios en el barrio, considerando el contexto de dictadura en la cual no se desarrolló inversión pública en el sector. El barrio se “ordenó” debido a las fuertes regulaciones de las autoridades, lo cual sumado a los toques de queda provocó que los bares y antros recreativos fueron extinguiéndose lentamente durante la década de los ‘80 y ‘90. Sin embargo, al día de hoy aún prevalece el imaginario y el carácter popular del sector, así como unos pocos bares que han mantenido sus tradiciones.

Época y/o horario adecuado

Se puede ir en cualquier época del año pues es un espacio público, abierto, sin restricción horaria. Se recomienda visitar preferentemente de día (idealmente desde las 10, horario en el que todos los lugares abiertos a publico se encuentran en funcionamiento), ya que de noche es una área bastante peligrosa; se registra alta concentración de robos y asaltos en el sector.

Acceso

En vehículo propio

No recomendamos transitar en auto en vista de la congestión del sector, y la dificultad para encontrar estacionamientos disponibles (incluso en los municipales).

En bicicleta

No hay bicicleteros en el sector, pero no usarlos sin protección del tipo anti holocaustos nucleares. En el sector abundan los hurtos.

En transporte público y autostop

Considerando que la ruta parte en Plaza de Armas, se sugiere utilizar el metro. Su estación (Plaza de Armas) es combinación de las líneas 5 y 3, y cuenta con acceso/salida que da directamente hacia la plaza. Es de lejos la mejor opción para la mayoría de los casos.

Descripción de la ruta

Estación 1: Calle Veintiuno de Mayo

 
Fotografía de Archivo, Calle Veintiuno de Mayo

Esta calle, que se es una continuación del Paseo Estado y se extiende desde la Plaza de Armas hasta el Río Mapocho (llegando al Mercado Central), destaca por la gran cantidad de comercio que contiene. La calle es peatonal entre las calles Monjitas y Rosas.

En sus orígenes coloniales fue llamada la “Calle de la Pescadería”, ya que los jueves los mercaderes se instalaban a vender pescado a sus habitantes. Posteriormente pasó a llamarse “Calle de la Caridad”, debido a la construcción del Cementerio de la Caridad, donde eran enterrados los reos fallecidos.

En el siglo XIX cambió su nombre a “Calle de la Nevería”, debido a los múltiples vendedores de nieve establecidos en el lugar, que la traían durante el verano desde la Cordillera de Las Condes en mula, y era utilizada para la elaboración de helados y la conservación de alimentos.

Su actual nombre tiene por objetivo homenajear el Combate Naval de Iquique, ocurrido el 21 de Mayo de 1879 durante la Guerra del Pacífico.

  • Calle de las Lanas

El triángulo conformado por las calles 21 de Mayo y Diagonal Cervantes, destaca por ser un tradicional núcleo de lanerías y cordonerías, donde no solo acuden los santiaguinos, sino que habitantes de regiones por su gran variedad y precios. En el interior de sus locales no solo se pueden adquirir lanas de distintos tipos y artículos para el bordado y costura, sino que también se pueden encontrar círculos de tejido y talleres.

El año 2016 los arrendatarios de los locales fueron informados que debían desalojar antes de fin de año para la construcción de un centro comercial, lo que causó una gran polémica debido a lo tradicional de las tiendas en el sector, la tradición que ellas implican, y el hecho de ser históricos negocios familiares. La comunidad de tejedoras se movilizó con talleres de tejido gratuitos en el barrio además de organizarse con los locatarios y vecinos. Finalmente, la congregación dueña del predio (las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul) desistieron de vender los locales a la inmobiliaria interesada, por lo que se logró preservar este tradicional rincón de la ciudad.

  • Donde Golpea el Monito

Esta tienda, ubicada en el Nº707 de la calle 21 de Mayo, es una de las sombrererías más antiguas de la capital. La tienda-taller fue fundada por el asturiano José González Noriega y su familia en 1915, bajo el nombre de Fábricas Unidas Americanas de Sombreros, y conserva hasta hoy el estilo de tiendas de principio de siglo, con altas repisas, lámparas colgantes, espejos de elaborados marcos, mostradores de atención y dos vitrinas de vidrios biselados.

Su nombre se debe a la adquisición de una marioneta mecánica parisina que realizaron los dueños en 1922. Esta es un pequeño muñeco vestido de “botones”, que golpea con su bastón el vidrio del escaparate. Originalmente habría sido una figura afroamericana , lo que explicaría el grueso de sus labios y sus orejas (un chiste racial, muy común y no considerado de mal gusto en la época). El personaje fue toda una novedad en la época, convirtiéndose en una característica del barrio. Y como en chile existe la costumbre de llamar “monito” a cualquier figura caricaturesca, la gente comenzó a referirse al lugar como aquel “donde golpea el monito”. En un acierto de los propietarios, el nombre de la tienda se cambió a “Aquí Golpea el Monito", que más tarde derivó a Donde Golpea el Monito, nombre que se mantiene hasta hoy.

La tienda tiene una inimaginable variedad de sombreros, para cuya venta se le mide la cabeza al cliente, y rápidamente los vendedores aparecen con un sombrero o gorro a la medida exacta. A esto se sumaron vestimentas de tipo folclórico, como mantas huasas, cinturones, ponchos, suspensores, etc.

  ¿Sabías que? : En la tienda también se pueden encontrar artículos para proyectos fílmicos o históricos. Es posible encontrar quepis de la Guerra del pacífico (el actor y director Kevin Costner se llevó varios después de una visita a Chile) y sombreros tipo Cowboy entre otras cosas.

Actualmente, la administración de la tienda está a cargo de la cuarta generación de la familia fundadora. Su conserje mecánico luce destartalado; su mano golpeadora está fracturada y torcida. Sin embargo, sigue funcionando, siendo engalanado según la época (vestido de huaso en fiestas patrias, o de viejo pascuero en navidad). La tienda casi cumple cien años, y el monito más de 80, llamando la atención de los paseantes del sector.

Estación 2: Plazoleta de Santo Domingo

 
Posada de Santo Domingo. Fotografía de Eduardo Secchi
 
Plaza de Santo Domingo en 1952. Fuente: EducarChile

La pequeña plazoleta de la calle 21 de Mayo esquina Santo Domingo, guarda una historia mucho más interesante de lo que se podría creer a primera vista. Este de hecho, fue uno de los primeros puntos precisados en el mapa del campamento semi-militar establecido en el siglo XVI, que hoy conocemos como Santiago.

En 1565 se estableció en este sitio el compañero de Pedro de Valdivia, don Juan Hurtado, construyendo una casa en el sitio de la plazuela, frente a la cual se instaló el convento de los frailes dominicos hacia 1552. La casona fue luego traspasada a su yerno, Andrés Hernández de la Serna.

Durante la Colonia y la República, funcionó en el lugar la histórica Posada de Santo Domingo. La casona fue reconstruida múltiples veces, debido a los terremotos y a la inundación de 1783, cuando el Mapocho se desbordó sobre la ciudad. Según René León Echaíz, es tras este último evento que se construyó el edificio de la Posada de Santo Domingo como aparece en las fotografías de archivo.

Durante la reconquista española, las fondas y casas de jolgorio cerraron de súbito, ante el miedo a la represión de las autoridades realistas. Sólo la Posada de Santo Domingo se mantuvo abierta, recibiendo a los patriotas que oraban por el país en la vecina iglesia y luego pasaban al establecimiento. Tras la independencia, la casa volvió a ser sede de grandes celebraciones, centro de recreación y hospedaje.

  ¿Sabías que? : La Posada de Santo Domingo es mencionada por Alberto Blest Gana en su novela Martín Rivas, siendo retratada como el lugar donde el protagonista se aloja en Santiago.

Lentamente fue decayendo, y alrededor de los 1900 pasó a funcionar como un taller industrial, además de locales comerciales. El conjunto existió hasta 1931, cuando finalmente fue demolido para construir una pequeña explanada que sirviera como plaza para la iglesia.

Posteriormente con la instalación del tranvía, se ensanchó la calle de Santo Domingo, y se adoquinó la plaza, además de trasladar una fuente de agua decorada con niños con aspecto de querubines, fue fundida en la compañía francesa J.J Ducel et fils, una antigua firma de metalurgia artística, y posee características clásicas y renacentistas francesas. A los pies de la pieza puede leerse una inscripción que reza “J.J Ducel, maître de forges à Paris”.

  ¿Sabías que? : La fuente de la Plazuela de Santo Domingo tiene un doble en Francia. En la Plaza de la Iglesia de Saint-Benoît existe una exactamente igual, lo que demuestra que el modelo nunca fue un diseño exclusivo para el país.

Actualmente, el lugar es conocido por sus locales de comida rápida y comerciales, además de su ubicación frente a la Iglesia de Santo Domingo. Posee asientos de roca, por lo que pueden verse trabajadores del centro descansando al horario de almuerzo, a la sombra de los edificios aledaños. Por las noches vagabundos suelen dormir allí, además de ser usada para transacciones medias turbias y prostitución. Pese a todo esto, sigue siendo un rincón de enorme valor histórico para la ciudad.

Estación 3: Iglesia de Santo Domingo

 
Fotografía de Archivo de la Fachada. Fuente: ChileNostálgico

Este templo se encuentra dedicado a la Virgen del Rosario, y pertenece a la Orden de los Dominicos. Estos fueron la tercera congregación en llegar a Chile, tras los Mercedarios y los Franciscanos.

El primer templo fue construido el año 1557 ladrillo y cal, y quedó totalmente destruido tras el terremoto de 1575. El segundo templo fue construido en 1606 por Juan González en estilo colonial. Poseía tres naves separadas por arcos de ladrillo, muros de piedra y techumbre de madera, pero se derrumbó tras el terremoto de 1647. El tercer templo corrió la misma suerte, siendo inaugurado en 1677 y destruido por el terremoto de 1730.

La cuarta y definitiva iglesia inició su construcción en 1747, con el diseño del cantero Juan de los Santos Vasconcellos. Fue inaugurada en 1771, sin embargo las obras prosiguieron por el arquitecto Joaquín Toesca entre 1795 y 1796. Tras el levantamiento de las dos torres de ladrillo estucado, se dieron por finalizadas las obras en 1808.

La iglesia posee un estilo neoclásico con detalles neobarrocos, y su construcción es de bloques de piedra sin recubrimiento, extraídas desde el Cerro Blanco. Su planta es de tipo basilical, con tres naves. La nave central es más amplia y cuenta con un ábside y crucero, además de estar construida con una bóveda de cañón. Las naves laterales están construidas con dinteles de madera a la vista, y tienen ventanas abocinadas para la iluminación.

El templo fue declarado Monumento Nacional en 1951.

  En qué fijarse :
  • Su fachada principal posee molduras y pilastras, con cuatro esculturas que representan a los domínicos Pío V, Santa Catalina de Siena, Tomás de Aquino y Santa Rosa de Lima.
  • Posee también una inscripción que dice “Hic est domus Domini firmiter aedificata. Anno Domini 180'8” (Esta es la casa del Señor sólidamente edificada. Año del Señor 1808).
  • El ático presenta tres esculturas; al centro una de la Virgen del Rosario, y a los costados las de San Francisco de Asís y Domingo de Guzmán. Todas estas esculturas fueron realizadas por el escultor italiano Carlucci en 1878.
  • En la nave lateral izquierda se encuentran las figuras de la Virgen del Carmen y San Martín de Porres.
  • En la nave lateral derecha se encuentran las figuras de la Crucifixión, Pancracio de Roma y Teresa de los Andes.
  • En el altar mayor se encuentra una figura de Nuestra Señora del Rosario.
  • Junto al altar mayor se encuentran las figuras de San Francisco, Santa Rosa de Lima y Santo Domingo.

Horario misas:

  • Lunes a viernes: 08:00 y 11:30 hrs.
  • Jueves: 18:00 y 19:30 hrs.
  • Sábado: 11:30 hrs.
  • Domingo: 09:00 y 11:30 hrs.

Estación 4: Calle Rosas

Esta calle debe su nombre a un “beaterío”, o grupos de mujeres piadosas reunidas en oración alrededor de 1680. Estas mujeres eran llamadas “rosas”, y su lugar de residencia era conocido como la “Calle de las Rosas”.

El beaterío dio origen a un monasterio en 1754, cuando llegaron del monasterio de Santa Rosa de Lima, monjas dominicas. A principios del siglo XX, producto de un fraude, la comunidad perdió su casa, y finalmente se establecieron en la comuna de las Las Condes. Es desde ese momento que comienza a modificarse el uso de los predios, hasta llegar al uso comercial que se conoce hasta hoy.

Desde hace varias décadas, esta calle es conocida como el distrito de las manualidades en Santiago. Aquí se pueden encontrar materiales para actividades manuales: botonerías, bisutería, pintura, librerías, papelerías, encintados, telas y bordado, entre otras cosas. Desde la calle se puede acceder a las Galerías Las Rosas (más conocida como la de los botones) y Las Flores, que cobijan muchas pequeñas tiendas en su interior, por lo que es interesante de recorrer y ver los distintos cachureos y materiales que exhiben en sus mostradores.

Horario:

  • Lunes a Viernes: 10:00 - 19:00hrs
  • Sábado: 10:00 - 15:00hrs

Estación 5: Mercado Central

Este Mercado, que fue declarado el 2012 como uno de los “Mejores Cinco Mercados del Mundo” según National Geographic. En él se concentran 241 locales, entre los que se cuentan marisquerías, pescaderias, fruterias, yerberia, carnicerías, botillerías, fiambrerías, panaderías, queserías, farmacias, una joyería, y restaurantes. Estos últimos son reconocidos por su gastronomía, conservando recetas tradicionales criollas, y entre sus especialidades destacan platos típicos basados en productos del mar, como el mariscal, la paila marina y el pescado frito, constituyendo al mercado como un lugar clave del patrimonio culinario chileno.

La manzana donde se encuentra emplazado, fue una cancha de desperdicios en sus inicios coloniales, llamada “Basural de los Domínicos”. Es por orden de Bernardo O’Higgins en 1817 que el terreno es limpiado y acondicionado para trasladar al mercado original de la Plaza de Armas, debido al desorden y suciedad que los vendedores generaban en el sector. La explanada fue destruida en un incendio en 1864, lo que llevó a las autoridades a decidir levantar un proyecto definitivo; la Plaza de Abastos de Santiago.

El nuevo proyecto consistía en dos partes; una plaza interior, diseñada por el arquitecto Manuel Aldunate, y el diseño del edificio que la contenía, por Edward Woods y Charles Henry Driver. El edificio fue proyectado en base a hierro y acero, recientemente introducidos en el país. Así, se define un núcleo central techado, con una compleja armazón metálica -forjada en Inglaterra- y sustentada en albañilería de ladrillo y arcos de medio punto, que permitía el ingreso de luz interior y un sistema de ventilación cruzada, y definía en su centro un cuadrilátero con una fuente de agua.

  En qué fijarse : En su arquitectura de hierro forjado destacan los adornos de los pilares y arcos, y sus puertas de hierro fundido, decoradas con motivos de hojas y tallos entrelazados.

En 1868 comenzaron las obras a cargo del arquitecto Fermín Vivaceta y el contratista Juan Stefani, y fue inaugurado el año 1872 por el presidente Federico Errázuriz Zañartu, constituyéndose como un hito arquitectónico en la ciudad. Se consideró en su época uno de los edificios públicos más hermosos, por su escala, uso y aplicación tecnológica.

En 1884, la Municipalidad inicia la construcción de un anillo perimetral con nuevos locales, siguiendo la línea de edificación de la manzana. En ese anillo actualmente se encuentran los locales de pescados y mariscos.

Alrededor del 1900 se instala luz eléctrica, servicios higiénicos y lavadores para las pescaderías. Entre 1927 y 1930 se demuele el frente norte del segundo anillo, según la ley de canalización del Mapocho. En 1983, se hace una restauración general del edificio. Fue declarado Monumento Nacional en 1984. El año 1990, el Mercado es vendido por la municipalidad a los locatarios, lo que ha significado que estos se organicen en una copropiedad que debe respetar el estatus de Monumento Nacional, siendo cuidadosos con el mantenimiento, uso e intervenciones del edificio.

El año 2004, el entorno del Mercado Central fue intervenido a fin de realzar su valor patrimonial y revitalizar la vida urbana del sector.

  En ruta :
  • Un local destacado del mercado son las empanadas chilenas del Emporio Zunino, fábrica de dos hermanos inmigrantes italianos que data de 1930, ubicada en la esquina suroeste del mercado (Puente 801). Dichas empanadas han sido ya varias veces premiadas por el Círculo de Cronistas Gastronómicos de Chile, con el galardón de las “5 mejores empanadas chilenas”. Encontrar un espacio en la barra en la hora de almuerzo es toda una hazaña, pero vale totalmente la pena. En el local también se pueden encontrar pastas y quesos.
  • La Tostaduría Puerto Rico es la más antigua de Santiago, con más de 90 años en funcionamiento a su haber. Allí se puede encontrar una gran variedad de hierbas, condimentos, té, café, mate y frutos secos, entre otros ingredientes.

Horario:

  • Lunes a Jueves: 06:00 - 17:00hrs
  • Viernes: 06:00 - 20:00hrs
  • Sábado: 06:00 - 18:00hrs
  • Domingo: 06:00 - 17:00hrs

Estación 6: La Piojera

 
Calle Aillavilú el año '60. Se puede apreciar una carreta detenida delante de La Piojera
 
Fotografía de La Piojera el año '63. Fuente: Revista En Viaje

Este afamado local se ha establecido como la tradicional chichería-restaurante de Barrio Mapocho, y se encuentra ubicado en la calle Aillavilú 1030. En su interior podemos encontrar tragos y comida criolla, además de una estética que pareciera salir de una ramada o chingana, banderas y escarapelas patriotas entre pipas y barriles, así como letreros pintados a mano. Cabe señalar, que su imagen en los últimos años cambió al convertirse en un atractivo turístico y a la moda de “lo guachaca”, lo cual cambió a su público y sus características originales de “picada” tipo antro, sin embargo sus dueños, la familia Benedetti, lo ha conservado por más de tres generaciones.

  ¿Sabías que? : La palabra guachaca, de raíz quechua proviene de “huachaca”, que eran cierto tipo de mendigos y ebrios callejeros que quedaban en la calle, y que caían en la vagancia consumidos por el mismo vicio. Se cree que tiene relación también con las expresiones “huacho”, usado peyorativamente para huérfano o bastardo, y también con el “huachacai”, una bebida similar al aguardiente pero de pésima calidad, que se bebía en lo más bajo de la sociedad chilena, siendo muy común en La Chimba, La Vega y el Mercado Central, territorio de curados.

La historia del establecimiento esta fuertemente enlazada a la de la calle Aillavilú, llamada antiguamente "Calle de Zañartu" por haber tenido precisamente frente a la chichería, la casa de vigilancia de las obras del Puente de Cal y Canto el corregidor Luis Manuel de Zañartu, en el siglo XVIII.

Pasada la calle de San Pablo, frente al Mercado Central, se alzaba solitario, con aspecto de ruina romana, un alto y grueso muro de cal y ladrillo, de unos cincuenta metros de largo. Nacía bajo, casi a ras de suelo, junto a una calleja oblicua, e iba a rematar su reciedumbre de unos diez metros de altura muy cerca de las márgenes del Mapocho. La calleja se llamaba Zañartu. ¿Fue acaso en homenaje al famoso Corregidor?, y estaba compuesta por sucios bodegones en cuyas murallas se leía: ¡¡¡Llegó la rica chicha de Quilicura!!!... ¡¡¡Aquí se vende la auténtica rubia de Curacaví!!!
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Lautaro García. Novelario del 900.

No tenemos cómo saber si este mismo local sería el que después ocupase la piojera, pero da a entender que esta calle desde sus inicios fue dominada por los bares y cantinas, además de casas de remolienda. Oreste Plath en “El Santiago que se Fue” indica que los orígenes de la cantina se pueden remontar a los tiempos de la Guerra del Pacífico, y que el restaurante actual nace hacia 1916, sobre un boliche que ya llevaba 60 años de vida.

Existen diversas teorías sobre el nombre del local, una de ellas indica que se llamaba así porque efectivamente “en la chichería picaban piojos grandes y chicos”, y la más famosa se remite a un berriche que habría tenido el presidente Arturo Alessandri Palma en 1922, al ser llevado a ese local tras una ceremonia en la Escuela de Detectives. Se cuenta que apenas entró y vio a su alrededor, rugió iracundo “Y a esta piojera me trajeron!

El trago más famoso del local es el “terremoto”, trago nacional hecho en base a pipeño, helado de piña, fernet o granadina. A esto se ha sumado la versión con menta o “maremoto”. Sin embargo, antes del boom del terremoto y sus variedades, se vendían vinos y chichas de San Javier, así como pipeños blancos, borgoñas, colas de mono y ponches de culén; tradicional bebida campesina muy popularizada en las picadas de barrio de los mercados santiaguinos. Por muchos años los locales del barrio no poseían cocinerías propias, por lo que el callejón se llenaba de comerciantes que ofrecían tortillas, pequenes, pan amasado y huevos duros. Otra opción era comprar mariscos en el Mercado Central, y llevarlos al local para desconcharlos y comerlos con limón. Posteriormente el local incorporaría una cocinería, por lo que hoy abundan en el menú preparaciones como el pernil, prietas y longanizas, huevos duros, empanadas de horno y bifes a lo pobre.

  ¿Sabías que? :
  • La Piojera mantiene una disputa sobre la creación del terremoto con el famoso bar El Hoyo de Estación Central, al cual se le ha adjudicado el nacimiento y bautizo del trago tras una anécdota con periodistas extranjeros que reporteaban las consecuencias del terremoto de 1985. La disputa llegó incluso a un enfrentamiento legal por los derechos de propiedad intelectual.
  • Otro detalle interesante de este boliche, es su fachada que tiene un ángulo extraño en relación a la calzada. Esto se debe al cambio de forma de la calle Aillavilú, que originalmente tenía distinto ángulo, modificado tras las renovaciones urbanas. Es por eso que el frontis del local no calza con la línea de edificación del resto de los edificios de la manzana.

Se cuenta también que además de Alessandri Palma, otros jefes de estado pasaron por el lugar, como Juan Antonio Ríos, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens y Eduardo Frei Ruiz-Tagle. A esa lista se suman el cantante de ópera Ramón Vinay, el pintor Arturo Pacheco Altamirano, el escritor Francisco Coloane, y diversos clubes como la Hermandad de los Patos, conjuntos musicales y agrupaciones deportivas, visitas capturadas en fotografías que son parte de la decoración tras la barra.

La Piojera ha logrado sobrevivir pese a los cambios de su entorno y el acoso de los proyectos de torres de altura y “progresistas”: ejemplo de ello fue el intento de cierre del local el año 2003, para demolerlo y construir un centro comercial, el cual fue repelido por las organizaciones vecinales y los dueños. En ese momento el Movimiento Guachaca, en una parodia a Monumentos Históricos Nacionales tituló al sitio como “Monumento de los Sentimientos de la Nación

Estación 7: Ex - Hotel Bristol

 
Caluga publicitaria del Bristol Hotel en 1937 - Revista Viaje.
 
Hotel Bristol - Rian Farías
 
Pablo de Rokha.
 
Actual Fachada Ex Hotel Bristol.

La construcción de este edificio data de 1913, cuando fue encargado por el comerciante Humberto Quennette al arquitecto español José Forteza Ubach, reconocido por el diseño del desaparecido Palacio Undurraga, mansión neogótica proyectada a semejanza del City Hall de Múnich, demolida en 1975 y reemplazada por una mole borrosa y fome.

Este inmueble hunde sus raíces en el furor comercial y hotelero que trajo consigo la revolución ferroviaria de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Estas obras fueron a su vez resultado del proyecto Circunvalación de Santiago, impulsadas por el programa para "La transformación de Santiago" del antiguo intendente Vicuña Mackenna. El espacio se consolidó con la construcción y posterior inauguración de la Estación Mapocho en 1914.

El edificio proyectado se caracteriza tanto por su emplazamiento como por su volumetría,. Actúa como un "edificio rótula", que articula la trama geométrica del damero en su encuentro con el Río Mapocho y el Parque Forestal. Su estilo es representativo de la arquitectura chilena Neoclásica de comienzos del siglo XX. Logra integrar a la Estación Mapocho a través de su escala, el tratamiento de su fachada y el ritmo de sus vanos, estableciendo en conjunto un umbral para los inicios de la Avenida Presidente Balmaceda.

En 1934 el edificio cambió de propietario y quedó en manos del empresario León Durandin, quien lo reinauguró bajo el nombre de Hotel Bristol. Era un elegante recinto donde culminaban los viajes de pasajeros y turistas del tren que provenía desde Valparaíso. Sus reconocidos bar y restaurante chileno-italiano eran una invitación a pasar, tal como lo eran los influyentes locales comerciales del primer piso que atendían a los transeúntes a través de los vanos de su fachada.

  ¿Sabías que? : El aclamado poeta chileno Pablo de Rokha, quien se suicidó en 1968, tres años después de recibir el Premio Nacional de Literatura, utilizaba el hotel como refugio después de sus viajes en tren desde Licantén, su ciudad natal. Desde 1951, la muerte de su esposa Winnet promovió que sus estadías en el Hotel Bristol se volvieran cada vez más recurrentes, al punto de casi vivir ahí. El edificio fue testigo de los últimos escritos del poeta.

La proximidad del edificio a la Estación Mapocho, fueron la clave del éxito, que lo convirtió en uno de los hoteles más reconocidos de la capital, receptor de una flujo constante de clientes nacionales e internacionales. Sin embargo, con el cese de funciones de la Estación Mapocho en 1987 perdió clientela en forma brusca. El comercio del primer piso migró y sus vanos se convirtieron en ventanas exteriores. Las actividades hoteleras finalizaron cuatro años más tarde, año en que el edificio fue adquirido por la Ilustre Municipalidad de Santiago y sus dependencias destinadas a la administración de divisiones municipales.

  ¿Sabías que? : En el 2002, en una iniciativa promovida por el entonces alcalde de Santiago Joaquín Lavín, se concibió un concurso con miras al Bicentenario, con el fin de establecer una suerte de "segunda Plaza de Armas, junto a una torre monumental.

Entre los concursantes estuvo el arquitecto Alejandro Aravena quien ganó el Pritzker en 2016 junto a Fernando Pérez O.. Diseñaron una torre muy liviana, al punto que la maqueta se hizo en base a tela e hilo. Otra propuesta era una "torre hacia abajo", o gran exavación. Otra idea era un gran globo más liviano que el aire que jalaba de los cables que lo sostenían al piso en lugar de cargar su peso sobre ellos. El ganador fue el arquitecto Nicolás Loi, quien diseñó una torre de 257 metros que habría eclipsado los 128 metros de la Torre Entel, y que proporcionaba una ventana urbana en su cúspide como punto central de observación. Ver detalles.

La obra fue descartada por el sucesor de Lavín, Raúl Alcaíno, debido la falta de recursos y falta de consenso.

Siguieron numerosos intentos de intervención. Hubo concursos e iniciativas de restauración, entre las que destaca una colaboración de la Municipalidad con la Universidad Católica, de Chile y Diego Portales. Esta buscó recuperar el Ex Hotel Bristol reorientando sus funciones para dotarlo de vigencia a través de la adición de elementos modernos, sin alterar en demasía el edificio original. Ninguna intervención se concretó y el Ex Hotel Bristol fue declarado Monumento Nacional en 2007 por el Consejo de Monumentos Nacionales.

  En qué fijarse : Junto al acceso del hotel, en 1994 se instaló una placa en honor al poeta Pablo de Rokha, en homenaje al centenario de su natalicio y su aporte al patrimonio inmaterial del edificio. La placa contiene un breve poema escrito por el:
Mi ser consciente ruge cuando piensa / Brama cuando habla / Gime cuando crea / Cargado de instinto
___________
Pablo de Rokha


Estación 8: Ex-Garita Mapocho

 
Fotografía de la Garita. Fuente: Archivo Chilectra

En la época en la que el tranvía atravesaba el río Mapocho por el puente de los Carros, la estación era un punto central en el intercambio y conectividad de esto. La Compañía de Ferrocarril Urbano estableció corrales y talleres para sus tranvías. Y en la plaza, de cara a la imponente fachada de la estación se hizo instalar una casa techada que llegó a ser un simbolo del barrio: la Garita Mapocho. Era una especie de cobertizo con kiosko interior para informaciones. Los pasajeros esperaban aquí los tranvías, que seguían por avenida Cardenal Caro o hacia la Chimba.

Alrededor del paradero existían carteles luminosos que decían “Venga, tome aquí su tranvía”. Juan Luis Espejo en sus “Relatos del Santiago de Entonces” narra la existencia de un enorme cartel de neon con una langosta. promocionando el restaurant “El Martini”, de calle Bandera. Se vendían en el lugar también cervezas y bocadillos como hot dogs para los usuarios, la versión antigua de la venta de chocolates y helados en el transporte público hoy.

La garita comenzó a deteriorarse pasada la edad dorada del tranvía, incapaz de enfrentarse a la locomoción movida por motores, y convirtiéndose en un punto peligroso para los pasajeros al tener que convivir con automóviles. Esta terminó siendo retirada a mediados de siglo, y tristemente no existe huella alguna de su presencia en este lugar, ni de la vida que se generó en torno a ella.

Estación 9: Estación Mapocho

 
Fachada principal de la Estación Mapocho hacia 1912.
 
Fachada de la Estación alrededor de 1920. Fuente: EnTerreno
 
Interior de la Estación Mapocho hacia 1912. Fuente: Odber Heffer Bissett.
 
Vías al interior de la Estación Mapocho. Fuente: Odber Heffer Bissett.
 
Fachada Estación Mapocho en la actualidad.
 
Versión chilena de la Comic-Con en Estación Mapocho - CHV Noticias.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, durante la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna, Santiago vivió un complejo cambio urbanístico. Era necesario mejorar la infraestructura y equipamiento de las emergente población periférica que trajo consigo el proceso de industrialización. Se estableció un programa llamado “La transformación de Santiago” que fijó una “cintura de hierro" (o "camino de cintura") que ceñía a la capital. El trazado de la línea de ferrocarril de la Circunvalación de Santiago definió los límites de la ciudad de la época y estableció las líneas de conectividad a través de las cuales se distribuían los insumos y se desplazaba la mano de obra para la actividad productiva. Se volvió un elemento clave para el desarrollo periférico y económico de la urbe.

La inauguración del Ferrocarril Santiago-Valparaíso en 1863 en conjunto con las obras de la Circunvalación de Santiago impulsaron vigorosamente el comercio periférico. Si bien el ferrocarril llegaba solo hasta Estación Central, los bienes que transportaba eran repartidos desde esta y desde su estación anexa en el Barrio Yungay. La estación de Yungay alimentaba a su vez al antiguo Mercado de Abastos ubicado al norte de Santiago, en la ribera del Río Mapocho. En 1872 se edificó sobre ese viejo recinto el Mercado Central de Santiago, y en sus alrededores se asentó una zona libre de comercio y mercaderes. La actividad impulsó la construcción de una nueva estación, más cercana a este nodo comercial, que se concretó en 1888 bajo el nombre de Estación Mercado. Era un ramal de la Estación Yungay, localizada entre Teatinos y Avenida Presidente Balmaceda, a cuatro cuadras del mercado.

Junto a las obras de transformación de Santiago impulsadas por el incansable Mackenna tuvo lugar la canalización del Río Mapocho (1886 - 1891), desarrolladas por el ingeniero Valentín Martínez. El trabajo involucró el espacio entre el camino de cintura oriente -hoy Plaza Italia- y el puente de Ovalle-Hornillas, hoy Vivaceta. Las quintas y peladeros en los que se desarrollaban robos y otros delitos se convirtieron en un terreno apto y razonablemente seguro para la construcción de futuro equipamiento para la ciudad. Esto dio pie, entre otras cosas, al Parque Forestal, originado a partir de los jardines del Museo de Bellas Artes diseñado por Emile Jecquier e inaugurado en 1910.

En 1904, favorecido por la canalización del Mapocho y el embrionario Parque Forestal, se decidió remodelar el antiguo ramal ferroviario de la Estación Mercado trasladándose hacia unos nuevos terrenos frente a la calle Bandera. Esta nueva estación estuvo a cargo del arquitecto Emile Jecquier, quien inició la construcción en 1905 con el propósito de inaugurarla con motivo del Centenario de la Independencia en 1910. Se comisionaron estructuras metálicas diseñadas por el arquitecto a la Compagnie Centrale de Construcciones Hayne Saint Pierre en Bélgica. Fueron necesarias para el levantamiento de las bóvedas interiores del hall de distribución y las marquesinas laterales.

  ¿Por qué se llama como se llama? : Para el primer aniversario de la independencia, una época anterior a AliExpress, las telas eran caras y escasas. Había pocas banderas dando vueltas. El gobierno tuvo que pedir prestada una al Gobernador de Valparaíso para poder izarla en la Plaza de Armas, en esquema pierde-paga. Un comerciante de textiles llamado Pedro Chacón Morales, futuro diputado y abuelo de Arturo Prat, aprovechó la carestía para dar un golpe publicitario e izó un enorme pabellón en el frontis de su tienda, en esquina de Huérfanos con De Las Capuchinas. La gente comenzó a hablar de la Calle de la Bandera... y nunca dejó de hacerlo
  ¿Sabías que? : Para comprobar la resistencia de la estructura belga, se colgó una locomotora desde los arcos que conformaban la nave principal. Si bien resistieron, se aplicaron correcciones mínimas para asegurar su resistencia.

No se cumplió la meta del Centenario. Conjuraron la mala calidad del terreno, dificultades técnicas y atrasos en la habilitación de los servicios ferroviarios anexos. Se inauguró parcialmente en 1912, sin público y con pocas autoridades. La obra fue recibida de forma oficial en 1914 e inició funciones que se prolongaron por siete largas décadas.

En diciembre de 1976, la Estación Mapocho fue declarada Monumento Nacional. Esto facilitó hacia 1985 un proceso de restauración a cargo del arquitecto Cristian Besseler. Tras estudiar las obras de Emile Jecquier intentó devolver la gloria y distinción originales. Se rasparon las nobles maderas, cuyas vetas figuraban sumergidas bajo sucesivas capas de pintura, se recubrieron los zócalos exteriores con piedra rosada de Pelequén. El realce la volvió un remate justo y lógico del Parque Forestal.

Durante la remodelación la estación fue cerrada al público. Los servicios ferroviarios fueron desviados hacia la Estación Alameda a través del Túnel Matucana, lo que ocasionó retrasos y con ello una significativa baja del número de pasajeros. En febrero de 1986, el trágico Accidente de Queronque provocó la suspensión definitiva de los servicios a Valparaíso. Esta tragedia ocurrió a cuatro kilometros de Estación Limache, cuando en una curva el convoy AES-9, se incrustó cinco metros en el tren que venía en sentido contrario. Los pasajeros de los asientos delanteros de ambas máquinas perecieron en el acto. Hubo 58 muertos y 510 heridos, 111 de ellos graves. Fue el broche de plomo a las funciones ferroviarias en la Circunvalación de Santiago.

En 1987, la Empresa de Ferrocarriles del Estado paralizó la remodelación y la Estación Mapocho cesó definitivamente sus operaciones de 73 años. El año siguiente se vendió a la CORFO, institución que la convirtió en un espacio cultural. En 1991 se constituyó la Corporación Cultural de la Estación Mapocho. Se llamó luego a un concurso nacional para el rescate y reacondicionamiento del emblemático edificio.

La propuesta ganadora fue de autoría de un grupo de arquitectos conformado por Teodoro Fernández, Montserrat Palmer, Rodrigo Pérez de Arce y Ramon López. Se cambió de color blanco a ladrillo y se construyó la Plaza de la Cultura sobre el antiguo estacionamiento ubicado en el frontis, que conformó un nuevo espacio para las artes, para la cultura y para el Metro de Santiago. También se restauró la gran nave interior, las salas del segundo nivel y las salas subterráneas, además de las instalaciones y terminaciones del costado sur, los andenes y la escalera de la gran nave.

Hoy la Estación Mapocho es uno de los centros de eventos más importantes de Santiago. Aloja toda clase de eventos y exposiciones, desde programas arquitectónicos, literarios, deportivos, de diseño y geeks, entre otros. Ve si estás de suerte en la Cartelera.


  ¿Sabías que? :
 
Túnel Matucana, tramos descubierto y subterráneo. Imágen: Plataforma Urbana.
Hay un túnel ferroviario, aún en uso, que conecta Estación Central con Estación Mapocho, pasando a un costado del Parque Quinta Normal. Es el llamado Túnel Matucana


Estación 10: Ex - Puente de Cal y Canto

 
Fotografía del Puente en 1870. Fuente: EnTerreno
 
Pintura de la vida sobre el Puente, en 1875. Obra de Ramon Subercaseaux
 
Fotografías de la demolición del Puente.

El puente de Calicanto, o de Cal y Canto, fue un puente construído sobre el río Mapocho, con la finalidad de conectar ambas laderas e integrar el sector de La Chimba (ladera norte, actuales comunas de Recoleta e Independencia) a la ciudad de forma segura, ya que los puentes anteriormente construidos (uno de cal y ladrillo, y otro de madera) fueron destruidos con las crecidas del río.

Obra del corregidor Luis Manuel de Zañartu, es considerada una de las mayoras obras arquitectónicas en la historia de Santiago, y fue un símbolo y paseo de esta hasta su demolición.

El puente fue construido bajo el mando del corregidor, con la ayuda de los ingenieros José Antonio Birt, Juan Garland y Leandro Badarán y sus trabajos iniciaron en 1767. Zañartu, conocido por ser un hombre despiadado, ordenó la utilización de 80 reos de la cárcel para la construcción de la obra. Sin embargo, para contar con mejores operarios, ordenó arrestar a los hombres que se encontraban en lugares de diversión los días lunes, obligándolos a trabajar en el puente, y llegando a tener 200 trabajadores; en su mayoría mulatos, aborígenes y criollos.

Tan barbáricos fueron los trabajos forzados a los que fueron sometidos los reclusos, (quienes debieron realizarlos encadenados y bajo la fusta y el látigo) que incluso el Procurador de los Pobres realizó una queja ante la Real Audiencia ante “los implacables gemidos del continuo padecer de estos miserables que se hallan trabajando al rigor del sol con una vergonzosa desnudez, mal comidos, enfermos y ultrajados”. Esto sin embargo, no impidió la realización del plan del corregidor.

  ¿Sabías que? : Tan centrado en lograr la construcción del puente se encontraba Zañartu, que mandó a construir una casa de dos pisos en el lado sur del Mapocho, desde donde podía acceder fácilmente a la construcción, y corregir los errores de los operarios. Al final de cada jornada se acercada a inspeccionar los trabajos.

Inaugurado en 1780, medía 202 metros de largo, elevándose más de 12 metros sobre la altura del río, y contando con nueve arcos de 9 metros de altura. Su estructura estaba hecha de cal y rocas traídas de las canteras del Cerro Blanco, y para pegarlos se utilizaron miles de claras de huevo. La utilización de cal y cantos fueron los que le otorgaron el nombre al puente.

Con el paso del tiempo se volvió un símbolo para la ciudad, y conector de núcleos comerciales. A los costados del puente se instalaron garitas con tiendas, donde se podían encontrar frutas, baratijas, dulces y otras confecciones. Llegó a contar con cinco boticas, dos panaderías, bodegas de vinos, relojerías, sombrererías, talabarterías y hasta la imprenta del periódico La Estrella de Chile.

El año 1888 fue minado y derrumbado, con la finalidad canalizar el río, y construir nuevos puentes que permitieran la construcción de vías de tranvía. El derrumbe de este impactó tanto a la sociedad de la época, que Joaquin Edwards Bello llegó a señalar la demolición del puente como una de las grandes catástrofes de nuestra historia.

Hasta hoy se pueden encontrar vestigios de este puente, principalmente en la estación de Metro que lleva su nombre, ya que a mediados de los ‘80, durante la construcción de dicha estación, se encontraron restos de su estructura.

Recomendaciones y posible extensión de la ruta

Bibliografía y Agradecimientos

Bibliografía Utilizada:

  • La Vida en las Riberas. Cristián Salazar Nandín. Ediciones Urbatorivm.