Barrio Mapocho
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Descripción General
El Mapocho además de un barrio histórico -cuyas calles llegan a retroceder hasta periodos pre-coloniales- es un espacio clave de la cultura popular de la ciudad. Es un poco difícil establecer exactamente sus límites ya que el barrio es difuso y hay distintas posturas por los autores que lo han estudiado, sin embargo en wikiexplora decidimos definir un paño que contempla el sector norte de Plaza de Armas hasta Santa María. En este territorio, que da hacia el lado sur del Mapocho, podemos encontrar edificios históricos, establecimientos de entretenimiento popular, tiendas y comercio ambulante.
Contenidos de la Ruta
La presente ruta permite conocer la historia de uno de los barrios más importantes en lo que respecta a la cultura popular de la capital. Barrio arrabalero, suele ser pasado por alto, sin embargo guarda una rica historia, al haber sido el espacio donde se refugiaron los migrantes del campo a la ciudad, trayendo consigo sus costumbres y generando nuevas formas de habitar la urbe. Estas formas de han heredado de alguna u otra forma hasta hoy, y se mantienen presentes en sus habitantes: las dinámicas del mercado y las relaciones que se forman en torno a este, las ferias y puestos callejeros, los vendedores ambulantes, y los vecinos, quienes conviven de forma caótica, llenando las calles de vida.
Historia del Barrio
El territorio del Mapocho trasciende a épocas pre-coloniales, ya que formaba parte del Camino del Inca.
Durante la colonia (siglo XVI), se establecieron “guangualíes”, o poblaciones de indios y mestizos quienes establecieron sus ranchos y talleres en el cauce del Mapocho. Estos fueron los primeros asentamientos en las riberas del río (que es importante mencionar, eran espontáneos y sin regulación), y con el pasar del tiempo, estos se fueron masificando, pese a la persecución de las autoridades que consideraban que afeaban el lugar, y los declararon ilegales.
Durante siglos posteriores (XVIII y XIX), al sur del río, los mismos vecinos construyeron calles situadas en las rampas de acceso y salida de los puentes de Cal y Canto, especialmente la vía de las Ramadas -hoy calle Esmeralda-, calle Puente y calle Sama -hoy General Mackenna-. Durante 1820, las autoridades destruyeron la mayoría de los ranchos construídos en las riberas, trasladando de forma masiva a los pobres al sur y poniente de la ciudad.
En paralelo a esto, en las riberas del río se constituyeron espacios de intercambio comercial, en parte por los diversos molinos que se construyeron en sus orillas, pero sobre todo gracias a la Plaza de Abastos, donde se concentraban los vendedores ambulantes y tenderos, y a la “Vega del Mapocho”. Estos dos espacios comerciales abastecían de alimentos a la ciudad, y en ellos se encontraban bodegueros, carretilleros, mercaderes y consumidores, lo que propició el desarrollo de locales comerciales en sus calles; como por ejemplo la calle Puente, que se especializaba en talabarterías, o trabajo en cuero.
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Según el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, el sector “siempre fue plebeyo”, y mantuvo un desarrollo autónomo del resto de la ciudad, marcados fuertemente por los riesgos del río sin canalizar y la apropiación de “lo popular” como elemento que definía a los habitantes de forma antagónica a los aristócratas. A inicios del siglo XIX, comenzaron a aumentar las viviendas y la convivencia hacinada, así como ramadas, almacenes, bares y prostíbulos. Surgieron también, pese al gran número de analfabetos, imprentas y talleres tipográficos donde se publicaban periódicos.
En 1872, Vicuña Mackenna propone su proyecto de Transformación de Santiago, siendo uno de los principales puntos la canalización del río con el objetivo de generar una sola ciudad, incluyendo al sector del Mapocho que se encontraba relegado (Mackenna creía que existían dos ciudades, la ciudad propia de la gente de bien, opulenta, ilustrada y cristiana, y la ciudad bárbara de los arrabales). Este proyecto ponía en valor el poder “civilizatorio” del espacio público, creando un nuevo paseo público al eliminar los basurales del lecho del río, así como la creación de nuevas calles, y estaciones ferroviarias. Tras un incendio que afectó la Plaza de Abastos, esta se clausura, y se erige el Mercado Central a fin de cambiar la cara al sector y regular el comercio que allí se desarrollaba.
Para generar esta ciudad única era necesario contar con mejores puentes. De este modo comenzó a cuestionarse la necesidad del puente de Cal y Canto, que se encontraba deteriorado, además de tener poca anchura lo que formaba un dique que detenía las aguas, y generaba inundaciones.
Hacia mediados de siglo la migración campo ciudad -que trajo numerosos peones y sus familias, en situación de pobreza- y una serie de epidemias impulsaron reformas sanitarias. Se definió finalmente la canalización del Mapocho, con el objetivo de transformar una zona “pestilente y sucia” a un paseo atractivo y salubre. En 1857 se aprueba la ley que autoriza su canalización, y en 1888 comienzan las obras -basadas en el proyecto del ingeniero Valentín Martínez- que conllevaron el derrumbe del puente Cal y Canto, transformando un barrio colonial en uno moderno: se buscaba crear un “nuevo barrio” que estuviera a la altura de los mejores barrios de París y Londre, incorporando alcantarillado, la expropiación de los terrenos de las riberas donde existían viviendas populares, y la eliminación de basurales.
A esto se sumó el desarrollo de vías de tranvías y ferrocarril urbano -con núcleos en torno al mercado-. En 1880, se añadió al mercado una línea férrea circunvalatoria, que conectaba este espacio con el resto de la ciudad. En 1890 se erigen tres puentes metálicos a lo largo del río, quedando el puente “de los Carros” como conector entre el lado sur y norte del río, y aumentando aún más el tráfico del sector. En esta época eran habituales los desórdenes y escándalos callejeros, ya que existían no menos de 20 hoteles parejeros o “cafes chinos”, asociados al comercio sexual y regentados habitualmente por asiáticos (de ahí el nombre). La prostitución en el sector alcanzó numeros enormes para la época, junto a las cantinas clandestinas.
Finalmente, la inauguración de la Estación Mapocho en 1912, generó la última explosión en la creación de bares, hoteles y boliches durante el resto del siglo XX. En el barrio además de estos establecimientos podían encontrarse restaurantes, boîtes, cafés, salones de baile, cabarets y fuentes de soda. En sus calles abundaba el comercio de sopaipillas, tortillas, huevos duros y pan amasado hasta la madrugada. Un sinnúmero de artistas, pintores, poetas y literatos reconocidos pasaron pos estos lugares: Neruda, Plath, Paschín, de La Vega, Recabarren, Rojas Jiménez, Nicómedes Guzman, de Rokha, Mundt' y tantos otros, que compartieron espacios con maleantes, cuidadores de carros, copetineras y prostitutas.
Ya a mediados y fines de siglo no se registraron mayores cambios en el barrio, considerando el contexto de dictadura en la cual no se desarrolló inversión pública en el sector. El barrio se “ordenó” debido a las fuertes regulaciones de las autoridades, lo cual sumado a los toques de queda provocó que los bares y antros recreativos fueron extinguiéndose lentamente durante la década de los ‘80 y ‘90. Sin embargo, al día de hoy aún prevalece el imaginario y el carácter popular del sector, así como unos pocos bares que han mantenido sus tradiciones.
Época y/o horario adecuado
Acceso
En vehículo propio
Se puede estacionar en las calles pequeñas del mismo sector sin mayor dificultad.
En transporte público y autostop
Estación de Metro
- Ida: Estación de Metro Los Héroes
- Vuelta: Estación de Metro República
Buses
Hay una amplia alternativa de buses, ya que la primera estación del recorrido se encuentra próxima a la Alameda.
Descripción de la ruta
Estación 1: Calle Veintiuno de Mayo
Esta calle, que se es una continuación del Paseo Estado y se extiende desde la Plaza de Armas hasta el Río Mapocho (llegando al Mercado Central), destaca por la gran cantidad de comercio que contiene. La calle es peatonal entre las calles Monjitas y Rosas.
En sus orígenes coloniales fue llamada la “Calle de la Pescadería”, ya que los jueves los mercaderes se instalaban a vender pescado a sus habitantes. Posteriormente pasó a llamarse “Calle de la Caridad”, debido a la construcción del Cementerio de la Caridad, donde eran enterrados los reos fallecidos.
En el siglo XIX cambió su nombre a “Calle de la Nevería”, debido a los múltiples vendedores de nieve establecidos en el lugar, que la traían durante el verano desde la Cordillera de Las Condes en mula, y era utilizada para la elaboración de helados y la conservación de alimentos.
Su actual nombre tiene por objetivo homenajear el Combate Naval de Iquique, ocurrido el 21 de Mayo de 1879 durante la Guerra del Pacífico.
- Calle de las Lanas
El triángulo conformado por las calles 21 de Mayo y Diagonal Cervantes, destaca por ser un tradicional núcleo de lanerías y cordonerías, donde no solo acuden los santiaguinos, sino que habitantes de regiones por su gran variedad y precios. En el interior de sus locales no solo se pueden adquirir lanas de distintos tipos y artículos para el bordado y costura, sino que también se pueden encontrar círculos de tejido y talleres.
El año 2016 los arrendatarios de los locales fueron informados que debían desalojar antes de fin de año para la construcción de un centro comercial, lo que causó una gran polémica debido a lo tradicional de las tiendas en el sector, la tradición que ellas implican, y el hecho de ser históricos negocios familiares. La comunidad de tejedoras se movilizó con talleres de tejido gratuitos en el barrio además de organizarse con los locatarios y vecinos. Finalmente, la congregación dueña del predio (las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul) desistieron de vender los locales a la inmobiliaria interesada, por lo que se logró preservar este tradicional rincón de la ciudad.
- Donde Golpea el Monito
Esta tienda, ubicada en el Nº707 de la calle 21 de Mayo, es una de las sombrererías más antiguas de la capital. La tienda-taller fue fundada por el asturiano José González Noriega y su familia en 1915, bajo el nombre de Fábricas Unidas Americanas de Sombreros, y conserva hasta hoy el estilo de tiendas de principio de siglo, con altas repisas, lámparas colgantes, espejos de elaborados marcos, mostradores de atención y dos vitrinas de vidrios biselados.
Su nombre se debe a la adquisición de una marioneta mecánica parisina que realizaron los dueños en 1922. Esta es un pequeño muñeco vestido de “botones”, que golpea con su bastón el vidrio del escaparate. Originalmente habría sido una figura afroamericana , lo que explicaría el grueso de sus labios y sus orejas (un chiste racial, muy común y no considerado de mal gusto en la época). El personaje fue toda una novedad en la época, convirtiéndose en una característica del barrio. Y como en chile existe la costumbre de llamar “monito” a cualquier figura caricaturesca, la gente comenzó a referirse al lugar como aquel “donde golpea el monito”. En un acierto de los propietarios, el nombre de la tienda se cambió a “Aquí Golpea el Monito", que más tarde derivó a Donde Golpea el Monito, nombre que se mantiene hasta hoy.
La tienda tiene una inimaginable variedad de sombreros, para cuya venta se le mide la cabeza al cliente, y rápidamente los vendedores aparecen con un sombrero o gorro a la medida exacta. A esto se sumaron vestimentas de tipo folclórico, como mantas huasas, cinturones, ponchos, suspensores, etc.
Actualmente, la administración de la tienda está a cargo de la cuarta generación de la familia fundadora. Su conserje mecánico luce destartalado; su mano golpeadora está fracturada y torcida. Sin embargo, sigue funcionando, siendo engalanado según la época (vestido de huaso en fiestas patrias, o de viejo pascuero en navidad). La tienda casi cumple cien años, y el monito más de 80, llamando la atención de los paseantes del sector.
Estación 2: Plazoleta de Santo Domingo
La pequeña plazoleta de la calle 21 de Mayo esquina Santo Domingo, guarda una historia mucho más interesante de lo que se podría creer a primera vista. Este de hecho, fue uno de los primeros puntos precisados en el mapa del campamento semi-militar establecido en el siglo XVI, que hoy conocemos como Santiago.
En 1565 se estableció en este sitio el compañero de Pedro de Valdivia, don Juan Hurtado, construyendo una casa en el sitio de la plazuela, frente a la cual se instaló el convento de los frailes dominicos hacia 1552. La casona fue luego traspasada a su yerno, Andrés Hernández de la Serna.
Durante la Colonia y la República, funcionó en el lugar la histórica Posada de Santo Domingo. La casona fue reconstruida múltiples veces, debido a los terremotos y a la inundación de 1783, cuando el Mapocho se desbordó sobre la ciudad. Según René León Echaíz, es tras este último evento que se construyó el edificio de la Posada de Santo Domingo como aparece en las fotografías de archivo.
Durante la reconquista española, las fondas y casas de jolgorio cerraron de súbito, ante el miedo a la represión de las autoridades realistas. Sólo la Posada de Santo Domingo se mantuvo abierta, recibiendo a los patriotas que oraban por el país en la vecina iglesia y luego pasaban al establecimiento. Tras la independencia, la casa volvió a ser sede de grandes celebraciones, centro de recreación y hospedaje.
¿Sabías que? : La Posada de Santo Domingo es mencionada por Alberto Blest Gana en su novela Martín Rivas, siendo retratada como el lugar donde el protagonista se aloja en Santiago. |
Lentamente fue decayendo, y alrededor de los 1900 pasó a funcionar como un taller industrial, además de locales comerciales. El conjunto existió hasta 1931, cuando finalmente fue demolido para construir una pequeña explanada que sirviera como plaza para la iglesia.
Posteriormente con la instalación del tranvía, se ensanchó la calle de Santo Domingo, y se adoquinó la plaza, además de trasladar una fuente de agua decorada con niños con aspecto de querubines, fue fundida en la compañía francesa J.J Ducel et fils, una antigua firma de metalurgia artística, y posee características clásicas y renacentistas francesas. A los pies de la pieza puede leerse una inscripción que reza “J.J Ducel, maître de forges à Paris”.
Actualmente, el lugar es conocido por sus locales de comida rápida y comerciales, además de su ubicación frente a la Iglesia de Santo Domingo. Posee asientos de roca, por lo que pueden verse trabajadores del centro descansando al horario de almuerzo, a la sombra de los edificios aledaños. Por las noches vagabundos suelen dormir allí, además de ser usada para transacciones medias turbias y prostitución. Pese a todo esto, sigue siendo un rincón de enorme valor histórico para la ciudad.
Estación 3: Palacio Larraín Mancheño
Estación 4: Basílica del Salvador
Estación 5: Plaza Brasil
Estación 6: Ex-Galpón Víctor Jara
Estación 6: Iglesia de la Preciosa Sangre
Estación 6: Iglesia de la Gratitud Nacional / Santuario de María Auxiliadora
Recomendaciones y posible extensión de la ruta
Bibliografía y Agradecimientos
Bibliografía Utilizada: