Plantilla:Paseo Ahumada
El paseo Ahumada es uno de los principales paseos peatonales del centro de Santiago, conectando la Plaza de Armas y la Alameda en sentido norte-sur. Se estima que por esta calle transitan a diario dos millones de personas, y junta en torno a su eje las principales casa comerciales y tiendas minoristas, así como cafés, kioskos y oficinas.
La historia de esta calle remonta a la época prehispánica. Su trazado seguía el Qápaq Ñan, o camino del inca principal (red de caminos que comunicaban el Tahuantinsuyo), utilizado por los españoles tras la fundación de Santiago. De acuerdo a investigaciones (Stehberg y Sotomayor), esta vía formaba parte del sistema vial del valle de Mapocho y llegaba al menos hasta la Angostura de Paine.
Desde la fundación de Santiago, los españoles aprovecharon la infraestructura existente, y por ello la calle tuvo como vecinos a los conquistadores Rodrigo de Araya y Lázaro de Aránguiz, por ello conocida como la Calle de Aránguiz. Es en 1580 cuando se hizo conocida con el nombre que perdura hasta hoy: cuadra de los Ahumada, debido a que allí residía el regidor, alcalde y alférez real Juan de Ahumada, junto a su familia.
A lo largo de la colonia la calle se convirtió en una de las principales, y en la república temprana rivalizó con la Alameda de las Delicias. Fue una de las primeras con servicio de serenos, así como sede de uno de los primeros locales autorizados para funcionar como casa de diversiones públicas.
En 1831 se fundó el Café de Hevia en la esquina de Ahumada con Plaza de Armas, y unos años después se instaló en la cuadra la Confitería Torres. Proliferaron casas comerciales que consolidaron la calle como centro del comercio elegante, con grandes y elaborados escaparates. El proceso se acrecentó a inicios del siglo XX, con la densificación de la ciudad y la construcción de edificios de oficinas con placas comerciales en la planta baja. Ahumada se convirtió en el eje de la vida social, cultural y comercial de la ciudad: brotaron cafés modernos como el Lucerna, el Waldorf, la Novia, el Santos, el Restaurant Naturista y el Café Haití (previo al advenimiento de los famosos “cafés con piernas”). Albergó la primera sede de la Universidad Católica, la primera sala de cine y el barrio de La Bolsa de Comercio.
Con todo el comercio y movimiento aparecieron famosos hoteles, como el Crillón y el Oddó, además de sastrerías como Falabella (sí, la que hoy es la empresa más grande de Chile ¡era una sastrería!) y tiendas de departamentos. O, en lenguaje de hoy, multitiendas, como Los Gobelinos y A la Ville de Nice. Un hito arquitectónico y comercial fue además la instalación de la casa central del Banco de Chile, durante los ‘20.
Junto al comercio la vida cultural adquirió vigor. Se instaló la primera sede de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), así como la librería y editorial Nascimiento, en torno a la cual se celebraban cada sábado tertulias que reunían a escritores, poetas e intelectuales en las veredas.
Con el crecimiento de la ciudad, y la aparición de nuevos centros alejados del núcleo fundacional (como Providencia, y Aponquindo, u otros sectores más hacia el oriente) la calle sufrió los altibajos del crecimiento urbano. La recuperación vino de la peatonalización, desarrollada por los arquitectos municipales en el marco del Plan de Mejoras para Santiago Central. Se trazó una trama peatonal articulada por las calles Huérfanos y Ahumada, extendida a los pasajes interiores de las manzanas. Lo implementó la alcaldía de Patricio Mekis, entre 1977 y 1978. Esto, junto a un nuevo acceso a la estación Universidad de Chile del Metro, revitalizó los flujos y aumentó la plusvalía de las propiedades aledañas. Por eso cuando Mekis murió sorpresivamente un diario se despachó un titular del terror: "Ahora está haciendo paseos en el cielo".
El diseño contempló calles adoquinadas, además de fuentes, escaños y grandes macetas con especies vegetales. En sus calles se desarrollaban obras de teatro, además de presentaciones de conocidos personajes de la fauna urbana de la época, como el Mago de la Polla Gol, el Abuelo Bailarín o el predicador Gloria al Pulento.
Durante los ‘80, la calle mantuvo su carácter cultural y comercial, pero se popularizó. Aparecieron locales de videojuegos, el más famoso de ellos los juegos Diana, que solían estar poblado por adolescentes en cimarras o en una tarde de ocio. Estaban también el Game Center y el centro Delta 15, cuya clientela consumía las pizzas callejeras y las rosquillas que vendían en los alrededores. Era común que ante las protestas y movilizaciones callejeras contra la dictadura (1973-1990), se bajaran las cortinas metálicas de los locales comerciales y quedaran los clientes dentro, en una especie de búnker urbano. Al abrir la cortina se volvía a una calle llena de barricadas humeantes. Con frecuencia los manifestantes eran refugiados dentro de los cafés, para evitar ser detenidos por las fuerzas del orden.
Este paseo fue remodelado a finales de los ‘90 con el diseño vigente, que potenció un carácter más transitorio y comercial por sobre un paseo como tal donde uno puede detenerse en el espacio público a generar vida social.