Galerías de Cine de Concepción
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Descripción general
Concepción tiene una historia estrecha con las salas de espectáculos, desde el Teatro Galán, incendiado en 1882 y cuya pérdida gatilló la construcción del magno Teatro Concepción, coliseo de las artes escénicas abierto al público en 1890 y que desde las primeras décadas del siglo XX comenzó a proyectar películas en medio del furor que el cine mudo ocasionaba en la población, más tarde el Teatro Concepción fue adquirido por la Universidad de Concepción incrementando la cartelera fílmica de la ciudad. En ese contexto surgieron algunas salas, austeras y discretas, cuya única finalidad era exhibir esta maravilla moderna que era el cine. Cines de barrio y proyecciones en clubes y sociedades mutualistas fueron la dinámica además de la construcción de primeras salas como el Edén o el Splendid. Salas de colegios también incidieron en esta actividad como por ejemplo el Aula Magna del Liceo de Hombres, hoy en estado de ruina frente al Parque Ecuador, lugar en que se realizaron diversos actos y se pasaron diversas cintas. Se tiene conocimiento que en varios colegios de la ciudad también se proyectaron películas y en cualquier caso, siempre fue una actividad más allá del mismo ocio. En el momento en que el cine pasa de mudo a sonoro, Concepción contó con llamativas salas de cine como el Rialto, el Prat y el Central, salas que se engalanaron con los films de Chaplin, Carlos Gardel y Marlene Dietrich. Fue en la década de 1930 que las salas de cine de la ciudad se modernizaron, dando paso a enormes construcciones alhajadas con finos detalles y mobiliarios además de haber sido equipadas con tecnología de punta para la época. El nuevo Teatro Central frente a la Plaza Independencia con su magnífica sala de hormigón armado, el Roxy con sus vanguardistas líneas y el Ideal con su marquesina curva y líneas navieras que auguraban un cambio en la arquitectura y en la forma de concebir el mismo acto de ir a disfrutar de una película. Los cines comenzaron a articular una dinámica en torno a ellos, con comercio aledaño, pastelerías, confiterías y un gran intercambio social. El cine se integró como una actividad urbana, era parte del diario vivir y más que un acto asociado al ocio, era vivir la ciudad, involucró recorrer la urbe, deambular por sus calles y generar más panoramas antes o después de la misma película. El terremoto de 1939 dañó a la ciudad de Concepción pero no su espíritu. De inmediato se dio la orden de reabrir las salas de cine, en primer lugar porque sus modernas estructuras no cayeron y además porque significaba un respiro y un descanso para los penquistas. Tras la catástrofe, se abren nuevas salas, que en un lapso de dos décadas formarían un nuevo circuito de salas de espectáculos en la ciudad y se asociaron al pujante comercio existente en el centro de Concepción. Tras la catástrofe permanecieron los modernos Central, Roxy e Ideal, (que posteriormente se llamó Rex) además del ya viejo Teatro Prat, vestigio de los inicios del cine en la ciudad. Entre 1940 y 1960 aparecieron el Explanade, (posterior Astor), el Cervantes, el Lux, el Windsor y el Alcázar, siendo este último un gran ejemplo de un cine anclado a una galería comercial, tipología arquitectónica arraigada en Concepción y que conjugada con los cines, resultaba en una multiplicidad de actos y funciones en pleno centro. 1960 implicó un nuevo terremoto para Concepción y un ideario moderno de hacer ciudad que quedó plasmado en estilizadas torres insertadas en placas comerciales de uno o dos pisos que incluían galerías comerciales, evidentemente algunas de estas galerías tenían cines en su interior. Siguiendo el patrón del cine subterraneo como el Alcázar/Plaza, entre 1960 y 1970 abrieron los cines; Regina, (en Galería Carlos Akel), Lido, (en Galería ICONSA) y Romano, (en Galería Romano). La década de 1960 fue el punto máximo de actividad cinéfila en la ciudad, las nuevas tres salas se codeaban con los anteriores, el ya viejo Roxy rebautizado como Ducal, el Ideal ya conocido como Rex, el Central conocido como Teatro Universidad de Concepción tras ser adquirido por la institución luego de la inhabilitación del antiguo teatro además del Astor, Cervantes, Lux, Windsor y Alcázar. 11 salas que deleitaban a los penquistas con estrenos,clásicos del ayer, especiales rotativos para niños y un sinnúmero de actos asociados como conciertos, recitales de poesía, shows de revistas y vedettes y orquestas en vivo. Una intensa actividad que declinó desde las décadas de 1970 producto de cambios en la forma de concebir el cine. La incidencia de la televisión y de los posteriores videoclubs, generaron una disminución en el negocio cinematográfico, mermando la cantidad de salas de la ciudad. Ya a inicios de la década de 1990 varios cines habían cerrado, manteniéndose sólo el Teatro UdeC, el Ducal, el Lido, el Romano y el Regina con una cartelera variada mientras que el Windsor y el Plaza, (ex Alcázar), incursionaron en la proyeccion de películas para adultos. En los albores del siglo XXI, el Ducal ya había sido demolido, el Lido había cerrado al igual que el Regina y el Romano, similar situación con el Windsor y el Plaza, dejando sólo el Teatro UdeC hasta el día de hoy como única sala de cine en el centro de la ciudad además de las multisalas de los malls, repartidas en los 3 centros comerciales existentes.
Ruta
Teatro Explanade
Barros Arana 1356. Arquitectos: Santiago Aguirre e Inés Frey, 1940
Tras el terremoto de 1939, las salas de espectáculos se consolidaron como importantes centros de ocio y distensión para la ciudadanía. Los dueños de los cines como la familia Brieva, expandieron sus recursos construyendo nuevas salas manteniendo un perfil moderno y vanguardista, esta vez asociado a un contexto de renovación urbana presente en la ciudad. Es en este escenario en que apareció el Teatro Explanade, en calle Barros Arana entre Paicaví y Janequeo. Con una distribución simple y una imagen sencilla, fue la primera sala de espectáculos proyectada por el matrimonio de arquitectos Santiago Aguirre e Inés Frey, dupla que se destacó en la ciudad con pocos pero importantes proyectos en medio de la reconstrucción tras el sismo de 1939. Tras el cierre como cine, el inmueble se destinó a discoteca siendo hoy el ya clásico Havana Club.
Teatro Concepción
Barros Arana esquina Orompello. Arquitecto: Juan Eduardo Fehrmann, 1890
Inaugurado en 1890 y proyectado por Juan Eduardo Fehrmann, el Teatro Concepción fue el coliseo de las artes locales, una joya arquitectónica construida con una marcada influencia europea con capacidad para dos mil personas. Similar a otros teatros como el Municipal de Santiago o el Victoria de Valparaíso, el Teatro Concepción gozó de prestigio por su impecable acústica y elegancia además de ser la primera parada de compañías artísticas que en tiempos de ausencia del Canal de Panamá, pasaban primero por el hemisferio sur, arribando a Talcahuano y deslumbrando en Concepción como lo ocurrido con estrellas como Ana Pavlova.
En 1928 el majestuoso teatro comenzó a ser administrado por la Universidad de Concepción y se incluyó el cine dentro de los espectáculos que la sala ofrecía, como un mecanismo de sustento económico. Dañado por el terremoto de 1939 y reinaugurado en 1946, el teatro mantuvo una oferta de eventos considerable, acrecentada con la formación del TUC (compañía de teatro de la Universidad de Concepción) en la década de 1950. Desde 1960 quedó en desuso tras el terremoto de ese año, permaneciendo como bodega y un lamentable abandono, hasta que en 1973 sufre un incendio que lo lleva a la demolición total tres años después.
Cine Lux
Barros Arana 1055. Atribuido a los arquitectos: Santiago Aguirre e Inés Frey, 1945
Barros Arana se perfiló como un importante eje donde se encontraba gran parte de las salas de espectáculos de la ciudad. Hacia mediados de la década se proyectó una nueva que cumplió la función de cine y sala de eventos que siguió la distribución del edificio de renta y oficinas hacia la calle y la sala de cine en el fondo, tal como ocurrió con el Roxy y el Cervantes. El cine se inauguró en 1950 y exhibió películas de diversos tipos además de ser utilizado como salón de espectáculos.
Arquitectónicamente, el edificio poseía grandes detalles dentro de la modernidad de su composición, escaleras de caracol y curvas contrastaban con la rectitud de las líneas racionales que fueron parte de su estética. Un proyecto atribuido a los arquitectos Santiago Aguirre e Inés Frey por sus cualidades similares al Cervantes y al Explanade, tenía un espacio central de doble altura con cubierta vidriada y circulaciones curvas que daban un sencillo dinamismo.
Durante la década de 1960 se realizaron diversos espectáculos radiales en los que se invitaban estrellas musicales del momento en medio del boom por la “Nueva Ola”. Tras su cierre como cine, el edificio fue ocupado como bodega de algunas casas comerciales y pasó sus últimos días como sucursal de una tienda por departamentos, la misma que determinó su demolición el año 2012, hecho que se concretó de forma agresiva, destruyendo todo el inmueble perdiendo para siempre una de las salas con la mejor acústica y arquitectura de la ciudad de Concepción.
Cine Romano
Barros Arana esquina Colo Colo, Galería Romano. Arquitectos: Gabriela González, Pedro Tagle y Ernesto Vilches
Tras el terremoto de 1960 y la puesta en marcha de un nuevo Plan Regulador, la ciudad de Concepción se vio invadida de una serie de edificaciones en altura que siguieron el formato de una plataforma comercial de uno o dos pisos (en su mayoría conformada por una galería comercial). En la esquina de Barros Arana con Colo Colo, se proyectó un edificio que siguió esa línea, proyecto de los arquitectos Gabriela González, Pedro Tagle y Ernesto Vilches.
La galería comercial proyectada en la placa del edificio se concibió con un cine que siguió el formato subterráneo, el Cine Romano. Tal como ocurrió con el Cine Regina, este cine tuvo una capacidad limitada pero su ubicación privilegiada lo hizo uno de los más populares entre las décadas de 1960 y 1990, a pesar de ser vecino inmediato del Cine Ducal. Mientras muchas salas cayeron entre 1970 y 1990, el Romano se mantuvo con funciones y con proyecciones de estrenos hasta albores del siglo XXI, cuando cerró por un tiempo hasta volver brevemente con algunas proyecciones. Nuevamente cerró y la sala fue utilizada por una secta con fines de culto. Al cabo de unos años una iniciativa denominada Teatro Romano le devolvió el carácter de sala de espectáculos pero tampoco fue duradera. Actualmente el cine se transformó en sala de eventos.
Teatro Roxy (Ducal)
Barros Arana 770. Arquitecto: Guillermo Schneider, 1938
Ubicado en calle Barros Arana, casi en la esquina con Colo Colo, en pleno centro comercial de la ciudad, el Teatro Roxy se alzó en 1938 como un moderno salón de espectáculos que reemplazó al antiguo Teatro Splendid. De los mismos dueños del Central, el Roxy se proyectó con una avanzada arquitectura y con aspectos técnicos y acústicos pasando a ser el más importante cine de la ciudad, en medio de una competencia por la mejor sala.
Como un proyecto del arquitecto Guillermo Schneider, tuvo la particularidad de ser un edificio de renta hacia la calle Barros Arana con la sala de espectáculos al fondo.
Desde su apertura, el Roxy se destacó por su nutrida cartelera y alta presencia de estrenos de Hollywood así como la continua presentación de artistas nacionales, desde orquestas a músicos de la talla de Claudio Arrau. Los terremotos poco o nada afectaron a la estructura de la sala y su edificio, que desde 1960 se conoció como Cine Ducal, nombre emblemático que continuó pasando estrenos hasta inicios de la década de 1990. Fue uno de los últimos grandes en permanecer con esa función y en 1997 su edificio fue demolido completamente para dar paso a locales comerciales. A pesar de su desaparición, tanto los nombres Roxy como Ducal, permanecieron en la memoria colectiva de todos los penquistas.
Teatro Rialto
Aníbal Pinto 556. Ingeniero: Cayo Pandolfi, 1924
A principios de la década de 1920, la cartelera local era bastante escasa y las salas de espectáculos (fuera del Teatro Concepción) se caracterizaban por ser austeras y discretas. En 1924 se inauguró en calle Aníbal Pinto entre Freire y Barros Arana el Teatro Rialto, una gran edificación de líneas neoclásicas y recargadas a cargo del ingeniero Cayo Pandolfi. Los dueños de la sala fueron la Compañía Cinematográfica Ítalo – Chilena. De inmediato el Rialto se destacó por sobre las otras salas y comenzó a exhibir las películas del momento con estrellas como Imperio Argentina, Greta Garbo o Marlene Dietrich. Fue sede de encuentros políticos y espectáculos de variedades, manteniendo un uso flexible hasta el año 1939, cuando el terremoto del 24 de enero determinó su demolición y pérdida. Posteriormente se construyó la Galería Rialto, edificio que hasta el día de hoy se mantiene y es parte del circuito de galerías comerciales de la ciudad.
Cine Lido
Aníbal Pinto 341, Galería ICONSA. Arquitectos: Osvaldo Cáceres y Gabriela González
Con la construcción del edificio de la Galería ICONSA, en calle Aníbal Pinto entre O’Higgins y San Martín, se proyectó en su interior una sala de cine, un proyecto de los arquitectos Osvaldo Cáceres y Gabriela González, quienes trabajaron en la refacción del Teatro Central tras el traspaso a la Universidad de Concepción y realizaron a su vez reparaciones en el Roxy tras el terremoto de 1960, preparándolo para ser el Cine Ducal.
El Lido, se conformó como una sala anexa a la galería al mismo nivel de la misma, de sencillo lenguaje y ejecución, configurándose mediante planos plegados e intercalados con un amplio escenario y cómodas ubicaciones. Fue inaugurado en enero de 1962 con la película “Hiroshima, mi amor” y mantuvo una cartelera de estrenos y de éxitos internacionales.
Tras el declive de la industria cinematográfica, pasó brevemente una época como la Sala 2 de la Corporación Cultural de la Universidad de Concepción y posteriormente la sala se arrendó para eventos varios incluyendo la serie de tocatas “Tras Bambalinas”, sesiones musicales que revitalizaron tanto la sala como la galería que la incluye. Actualmente está en desuso.
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Teatro Central (Teatro Universidad de Concepción)
O’Higgins 650. Atribuido al arquitecto Guillermo Schneider, 1936
Similar en su génesis con respecto al Teatro Rialto, el Teatro Central fue una sala ubicada en el centro comercial más importante de Concepción, el Portal Cruz, ubicado en calle O’Higgins frente a la Plaza Independencia. Propiedad de Juan José y Benito Brieva, el Central complementó la diversidad de comercios ubicados en el portal (hotel, banco, farmacia, peluquería y cafés).
En sus inicios se conformó una sala de sencillas características pero con gran relevancia al exhibir grandes estrenos y películas sonoras. El Teatro Central original dejó de funcionar por un breve período de tiempo para dar paso a una nueva sala, de modernas y audaces líneas, pasando a ser la primera sala de espectáculos con avances técnicos y arquitectónicos en la zona. El nuevo Central se inauguró en 1935 contrastando con lo clásico del edificio del Portal Cruz, el cual sufrió daños de consideración con el terremoto de 1939.
El Teatro Central permaneció incólume rodeado por el herido portal hasta 1950, cuando un incendio terminó por liquidar lo poco que quedaba del histórico edificio. Posteriormente se construyó el edificio Olivieri y el conjunto de edificios de oficinas más el Banco Concepción, quedando la sala integrada a ellos. En 1962, la Universidad de Concepción adquirió el Teatro Central para destinarlo a sus propios usos, permaneciendo con esa función hasta nuestros días, siendo conocido por todos como el Teatro Universidad de Concepción.
Cine Windsor (L 09)
San Martín esquina Caupolicán. Arquitecto: Jorge Velasco Urzúa, 1946
En la esquina de las calles San Martín con Caupolicán, se construyó a mediados de la década de 1940 un cine bastante sencillo acompañado de un edificio de renta, como era lo usual en la época. El cine se conoció como Windsor y pasó a nutrir la ya intensa y abultada cartelera local.
Su edificio se caracterizó por estar inserto en una línea arquitectónica extendida en las décadas de 1940 y 1950 cuando ocurre un revival de elementos clásicos y academicistas en la arquitectura. Su fachada de San Martín, por ejemplo, expone columnas con aires jónicos y compuestos así como motivos florales y orgánicos, detalles que rompieron con la propagación de los preceptos modernos ocurrida desde 1940. El Windsor se caracterizó en sus inicios por exhibir estrenos de cartelera y con el tiempo se perfiló como un cine en que se proyectaron films europeos y alternativos que no solían ser exhibidos en el resto de las salas de cine de la ciudad. Terminó sus días en la década de 1990, tras varios años de exhibición de películas de carácter pornográfico, situación que tocó a varias de la ciudad y del país.
Cine Alcázar (Plaza)
Caupolicán 556, Galería Ramos. Arquitecto Fernando Moscoso, 1958
En 1958 se construyó la Galería Ramos, proyecto del arquitecto Fernando Moscoso y que fue concebido como un pasillo con locales comerciales laterales dispuestos en dos niveles incluyendo una doble altura. Los locales del segundo nivel quedaron abalconados con una circulación perimetral que transformó a esta galería en un espacio único en la ciudad, conectándose además con la Galería Universitaria y en la década siguiente con las galerías Montserrat y Banco Español, (actual Santander). La galería se planteó con una sala de cine integrada como un recinto subterráneo con una limitada capacidad pero que a diferencia de otros, era mucho más cómodo para los asistentes, con recintos de permanencia como un hall y servicios sanitarios de fácil acceso.
El Cine Alcázar se destacó por la exhibición de películas mexicanas y españolas, en tiempos en que Sarita Montiel y Carmen Sevilla eran las ídolas de la gran pantalla. Tras el decaimiento de la industria de las salas de cine en la década de 1970, cambió de nombre a Cine Plaza y pasó sus últimos días hasta la década de 1990 como cine pornográfico, tal como ocurrió con el Windsor. Si bien está actualmente abandonado, es una de las pocas salas que se mantienen en su estado original, conservando el espacio de la sala y parte del mobiliario original.
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Teatro Ideal (Rex/Ópera)
Rengo 850. Arquitecto: Edmundo Enríquez del Pozo, 1938
A sólo meses de la apertura del Teatro Roxy, en noviembre de 1938, se inauguró otra sala de espectáculos, la tercera sala moderna de Concepción, esta vez a cargo de los señores Ruiz y Conde, quienes decidieron invertir en un nuevo teatro para la ciudad. Ubicado en Rengo entre Las Heras y Los Carrera, esta sala se destacó por su avanzada tecnología con equipos Phillips de última generación y una acústica envidiable.
El arquitecto Edmundo Enríquez del Pozo desarrolló el proyecto que resultó en un claro antecedente de la arquitectura moderna de la ciudad, una sólida estructura y una dominante presencia en medio de un sector barrial que se consolidó desde la década de 1930 con hitos próximos como el Cerro Amarillo. Esta sala ayudó a impulsar un comercio asociado al cine mismo, como pastelerías y confiterías. Desde la década de 1950 se denominó Rex y ya en la década de 1970, en el contexto del decaimiento de las salas de cine, terminó sus días fílmicos como Ópera. Posteriormente fue transformado en pista de patinaje, conociéndose como Rollerskate Concepción y desde la década de 1980 se conoce como Vega El Esfuerzo, tras ser adquirido por un grupo de comerciantes.
Cine Cervantes
Barros Arana 541, Galería Irazábal. Arquitectos: Santiago Aguirre e Inés Frey, 1943
Desde la década de 1940, la idea de galerías comerciales se masifica en la ciudad con interesantes y renovadas propuestas. Tal es el caso de la Galería Irazábal, ubicada en Barros Arana entre Rengo y Caupolicán. Una galería proyectada dentro de un edificio de renta que si bien no tuvo una gran cantidad de locales comerciales, sí tuvo una rica espacialidad expresada en un espacio central de triple altura con escaleras cuyas rampas cruzan el vacío.
Proyecto de los mismos arquitectos del Explanade, Santiago Aguirre e Inés Frey, la Galería Irazábal contó con una sala de cine ubicada en el fondo, el Cine Cervantes. Discreto y sencillo, sin mayores pretensiones espaciales y arquitectónicas que tenía la particularidad de tener su acceso de forma lateral, situación que incomodaba y molestaba a los asistentes, ya que quien llegaba tarde a la función era visto por todos interrumpiendo la proyección. En cualquier caso, es una de las salas más recordadas y que complementó el circuito de cines ubicado en calle Barros Arana. Posteriormente dio pasó a la discoteque Gatsby y una serie de tiendas que pasaron por el recinto. Actualmente es un ciber y tienda de artículos electrónicos.
¿Sabías que? : Proyecto Vermut recopiló diferentes testimonios de personas que han trabajado y visitaron la Galería Irazábal / Cine Cervantes |
Cine Regina
Barros Arana 340, Galería Akel. Arquitecto: Julio Ramos Lira, 1960
La familia Akel, asociada a la industria de las salas de espectáculo en la ciudad, decidió construir un edificio residencial y comercial que incluyó un cine en calle Barros Arana casi en la esquina con Angol. El edificio se planteó con una galería comercial en el primer nivel que siguió el patrón de la planta en “L”, teniendo una salida hacia calle Angol.
La Galería Akel, como se denominó, se remató en la esquina con el Cine Regina, que siguió la idea de los cines subterráneos. Una sala austera y acorde a una nueva fase de cines en la década de 1960, asociada a una modernidad arquitectónica que alcanzó un álgido punto tras el terremoto de 1960.
El Cine Regina tuvo una limitada capacidad de asistentes pero no por ello fue menos importante, al contrario, fue uno de los más populares y uno de los que se salió del perímetro del centro penquista. Asimismo, fue de los últimos cines en exhibir estrenos de cartelera hasta mediados de la década de 1990. Tras varios años de estar la sala en desuso, se convirtió en el Salón de Eventos del Hotel El Dorado, entidad que adquirió parte del edificio.
¿Sabías que? : Proyecto Vermut recopiló diferentes testimonios de personas que han trabajado y visitaron el Cine Regina |
Teatro Prat
Prat esquina O’Higgins, (Interior ex recinto ferroviario). Arquitecto indeterminado, ca. 1920
Ubicado en pleno recinto ferroviario en calle Prat, casi en la esquina con calle O’Higgins, el Teatro Prat fue un edificio de líneas neoclásicas no ostentosas. No está claro quién fue su arquitecto o cuándo fue su apertura, probablemente en los albores de la década de 1920. Si bien estaba asociado a los trabajadores de ferrocarriles, este teatro exhibió espectáculos para el público en general, desde últimos estrenos en cartelera de la época a conciertos y recitales de artistas de renombre e incluso shows de revistas con vedettes internacionales.
A principios de la década de 1960 su edificio se reacondiciona para dar paso al gimnasio del equipo Arturo Fernández Vial, función que mantendría hasta finales de los años ’90 cuando es demolido junto a todo el conjunto de edificios pertenecientes a ferrocarriles en medio de la renovación del sector y la planificación del Barrio Cívico.
Recomendaciones
- A 15 minutos caminando de la ultima parada en la ruta (Teatro Prat), hacia la ribera del Rio Biobío, se encuentra el Teatro Regional de Biobío, inaugurado el 7 de marzo de 2018, edificio diseñado por el arquitecto Smiljan Radic. Este teatro materializa los más de cincuenta años de espera de la ciudadanía por un teatro de esta escala, generando expectativas no solo a nivel regional si no también a nivel país, como un punto de atracción de la cultural y las artes a nivel nacional. El teatro cuenta con una sala principal de 1.200 butacas, una sala menor de 250, salas de ensayo, cafetería, espacios para acoger actividades teatrales y musicales, además de espacios anexos.
- Al costado norte del Teatro Regional se encuentra el Memorial Conmemorativo de las Víctimas del Terremoto y Posterior Tsunami del 27 de febrero de 2010. A través de un concurso público organizado por el Colegio de Arquitectos con ayuda de la Comisión Bicentenario,
El memorial fue inaugurado el día miércoles 23 de Octubre de 2013.
Proyecto Vermut
Proyecto Vermut es una iniciativa que nace en el año 2011 como una manera de ampliar el circuito de actividades culturales y como una respuesta a la escasa oferta de espacios para la exhibición de propuestas audiovisuales en la ciudad. Así es como a modo de rescate/ejercicio de memoria, en octubre de 2012 se realizó una primera versión bajo la forma de un ciclo de cine chileno en galerías del centro de Concepción donde antes hubo cines, re-activando un circuito de salas hasta ese entonces casi olvidado y ofreciendo además un espacio de exhibición alternativo a los cines ya relegados a un lugar dentro de un mall. También Proyecto Vermut ha documentado en formato audiovisual la historia de los cines más emblemáticos que existieron en Concepción, extendiendo esta investigación a parte de estos espacios que existieron en la Región del Biobío, como Tomé, Lebu y Coronel.
Conoce más información de Proyecto Vermut en su [página web]